Ana María Bello
El fin de semana me apunté para hacer un curso, por cierto buenísimo, que yo, en principio, no me veía capacitada para hacerlo, pero una buena amiga y Juan me animaron. ¡Qué sí puedes! Eso y más era lo que yo quería oír. Nos fuimos a los claretianos, un sitio muy bonito. El curso era “Conocerse para crecer”. Lo daba Alfonso Echávarri y Juan, dos profesionales como la copa de un pino. Había otros dos coordinadores del Teléfono de la Esperanza de Salamanca y de Zamora. Se respiraba un ambiente maravilloso, la gente extraordinaria. Vamos que había feeling entre los compañeros. Una experiencia inolvidable. Das rienda suelta a tus sentimientos, te abres y, por cierto: ¡Hay que tirarse a la piscina! Eso sí, vestida.
Llegué a casa y me parecía estar en una nube, relajada y muy bien. Pensaba: ¿Serán todos los días así?
Hoy bajaba a cuidar a mi nieta y por el camino iba rebobinando todo lo que nos han enseñado. Y claro, cuando he llegado a casa, la nostalgia me pudo. He leído mis regalitos y he repasado mis apuntes. Me he acordado de mis compis y de lo bien que lo hemos pasado. El único inconveniente es que había que madrugar bastante, porque el curso era interesante, pero intensivo.
Yo he descubierto que no soy tímida, que lo que tengo es miedo a comunicarme con la gente, a no saber qué contestar, y a meter la pata, como se suele decir, y a hacer el ridículo. Pero creo que tengo que poner en marcha lo que nos han enseñado y a conseguir mi propósito: ser feliz, aunque sólo sean 365 días al año.
¡Animo y adelante!; para Ana y todas las personas que asistieron al curso.Lo vivido fueron unas grandes enseñanzas, en un ambiente fabuloso.., pero el curso comienza cuando regresamos a nuestras casas. Pepi lo vivió así
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