MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN. OTRO MODO DE CONOCER
"Es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo
solventa todo".
Este psicólogo, reconocido internacionalmente, defiende que todos
podemos ser víctimas de la duda patológica.
Creador de la Terapia Breve Estratégica, y considerado como uno de los
mayores exponentes de la llamada Escuela de Palo Alto, este profesional de la
psicología lleva más de veinte años solucionando los problemas psicológicos de
sus pacientes en su centro de Arezzo (Italia), fundado juntamente con quien
fuera su maestro, Paul Watzlawick. Reconocido internacionalmente como uno de
los terapeutas más creativos y rigurosos, es autor de casi una treintena de
libros. El último, acaba de ver la luz: Pienso, luego sufro (Paidós).
Su último libro versa, en
esencia, sobre la duda patológica. ¿De qué hablamos cuando hacemos referencia a
este concepto?
Es cuando un sujeto entra dentro de un laberinto mental, donde la
persona continuamente intenta obtener respuestas correctas a través de
preguntas mal formuladas. Este laberinto se transforma en una trampa mortal
que, en su máxima expresión, que puede llevar a un trastorno obsesivo paranoico
y psicótico. Kant decía que antes de pensar en la respuesta, hay que analizar
si la pregunta que nos hacemos es correcta.
Nos obsesionamos en obtener la
respuesta que nos tranquilice, cuando partimos de una pregunta errónea…
Esa es la trampa. La necesidad de encontrar la seguridad es, a la vez,
una imposición para encontrar una respuesta tranquilizadora. Cuanto más busques
las respuestas, más surgirán las preguntas.
¿Se trata de una anomalía que
la modernidad ha acentuado?
Sin duda, porque la modernidad ha incrementado la idea de que el ser
humano puede tener el control de todo. La ilusión de que a través del
razonamiento racional yo puedo manejarlo todo crea una confrontación frente a
la realidad. Y cuando esto sucede, la persona que la padece se desmorona.
Aunque parezca contradictorio,
usted defiende que con la llegada del razonamiento apareció también la duda…
Así es. La duda y el razonamiento racional son complementarios. Si yo
busco una respuesta racional a una pregunta que no tiene solución, que es
indecidible, entraré en una trampa de la que no podré escapar.
¿Todavía somos víctimas de los
postulados de Platón y Aristóteles, quienes apostaban por un control racional
de la realidad?
Efectivamente. Aristóteles decía: verdadero o falso, y excluía una
tercera posibilidad. Pero en la realidad hay cosas que no son ni verdaderas ni
falsas, sino que son las dos cosas al mismo tiempo. Es la paradoja de la
ambivalencia lógica. Por ejemplo, tú estás con tu mujer y la quieres mucho.
Pero ella, antes que contigo, compartió la vida con otro hombre. Tú le
preguntas si le quería, y ella te responde “sí, pero a ti te amo más”. Ahí está
la ambivalencia. Lo que dice ella es verdadero y falso al mismo tiempo. En la
mayoría de las relaciones afectivas, la ambivalencia es mucho más frecuente que
la racionalidad. Y es por esa razón. Cuando quiero resolver un problema basado
en la ambivalencia a través de un razonamiento racional, creo una duda
patológica.
Conclusión: “De lo que no se
puede hablar, es mejor guardar silencio”, como dijo Wittgenstein, al que usted
cita.
Naturalmente [risas].
¿Todos podemos ser víctimas de
la duda patológica?
Absolutamente, porque es una perversión de la inteligencia. La ilusión
de creer que la razón lo solventa todo es una perversión de la inteligencia. A
más inteligente la persona, más riesgo tiene de caer en la trampa.
Entonces, ¡viva la ignorancia!
¡No! Los ignorantes tienen la misma cantidad de dudas patológicas que
las personas inteligentes. Lo que pasa es que se hacen preguntas más simples,
pero caen en el mismo problema. Te pondré un ejemplo. Un hombre le dice a su
mujer: “Me voy con los amigos de borrachera”. Y la mujer le contesta,
“diviértete, cariño” [risas]. El hombre pensará: “¿cómo es posible que mi mujer
me de esa contestación?”. Es una paradoja, ¿no? Por tanto, no es un canto a la
ignorancia lo que digo. Precisamente, para salir de la duda patológica se
necesita un salto lógico que requerirá inteligencia. Porque para convivir con
la lógica de la ambivalencia se necesita no solo inteligencia, sino también una
flexibilidad mental y una capacidad de mirar las cosas desde diferentes
perspectivas.
¿Qué problemas acarrea ser
víctima de la duda patológica?
La persona que la padece necesita estar tan segura antes de tomar una
decisión que acaba por ser incapaz de decidir algo rápido. Este sería el primer
efecto. Dicha realidad puede conducir al segundo efecto: la incapacidad de
tomar decisiones. Y si el problema persiste, la situación se puede complicar
patológicamente hasta llegar a la total invalidación de la persona.
La duda patológica adopta
multitud de formas. Usted hablaba de la perversión de la razón, de la
inteligencia, pero estaría también la figura del inquisidor interior…
Así es. El inquisidor interior es el que te dice que “tú siempre eres
el culpable de todo”. También existe el saboteador interior. Es el que te va
diciendo que no estarás a la altura de la circunstancias, “que no tienes
suficiente capacidad”. Y el perseguidor interior es el que defiende que “tarde
o temprano las cosas irán mal”. Todas ellas son formas de duda patológica. Este
descubrimiento deriva del estudio de las estrategias que nosotros llevamos a
cabo desde hace muchos años. Descubrimos cómo el problema trabaja a través de
la estrategia que lo soluciona. La solución que resuelve el problema indica
cómo este se estructura. Esto conlleva que utilicemos diferentes estrategias
para resolver las diferentes formas de duda patológica.
¿Y todos tenemos ese
inquisidor, ese saboteador interior?
Efectivamente. Ya sea el inquisidor, o el saboteador, o la perversión
de la razón. No tenemos la capacidad de hacerles frente si no tenemos en cuenta
el equilibrio que debe haber entre las preguntas y las respuestas. Cuando
aparece una duda que no tiene solución, ninguna respuesta la bloqueará.
Para invalidar la duda
patológica, usted sugiere bloquear la respuesta que nos damos. ¿Por qué no la
pregunta?
Cuantas más preguntas intentes bloquear, más preguntas crearás. Si yo
me opongo a la pregunta, surgen más. Si yo, por el contrario, acepto la
pregunta e intento bloquear la respuesta, atenuaré, inhibiré, la pregunta. La
respuesta depende de ti, la pregunta no, simplemente surge, aparece.
Y cómo hacer frente a una duda
que se ha convertido ya en obsesión y que nos corroe por dentro…
Primero, intentamos explicar a la persona la trampa en la que ha
caído. Una vez hecho esto, explicamos las dos posibilidades que hay. La
primera, bloquear la respuesta para inhibir la pregunta. Si la persona no es
capaz de llevarlo a cabo, pasamos a la segunda opción. Se trata de escribir el
desesperante diálogo interior que acosa a la persona: duda, respuesta, duda,
respuesta… A medida que van escribiendo, son más capaces de bloquear las
respuestas para inhibir las preguntas. Es una estrategia que funciona.
Si practicamos esta gimnasia
mental que usted propone, ¿acaba uno por automatizarla?
La psicología aspira a encontrar el estado de tranquilidad total, pero
no existe. Tú puedes ser el mejor en el control de tus emociones, con esta
gimnasia mental de bloquear las respuestas para bloquear las dudas que surgen,
pero cuanto más inteligente seas, más problemas te surgirán para que los
intentes resolver. Einstein escribió: “Mayor es mi capacidad de descubrir, más
misterios me van surgiendo”. No hay tregua. En las artes marciales chinas, hay
una imagen bonita que lo explica. Se enfrentan los dos mejores maestros. Uno
tiene una técnica de ataque, el otro la anula con una buena defensa. El primero
utiliza otra, el segundo vuelve a neutralizarla. Una nueva llave recibe la
misma respuesta… y así hasta el infinito. Estamos predestinados a bregar con
nosotros mismos hasta el final de nuestros días.
Tomado de La Vanguardia.com.
Lo he leído dos veces y me parece muy complicado tengo que leerlo más despacio. Pepi de momento lo único que tiene claro, porque hace años se lo han hecho ver es: "Estamos predestinados a bregar con nosotros mismos hasta el final de nuestros días."
ResponderEliminarTendrá mucha fama el psicólogo, pero menudo lío tiene en la cabeza.
ResponderEliminarSeamos humildes, reconozcamos nuestras limitaciones, hay mucho que no entendemos, aceptar eso ya es bastante. Norecic
ResponderEliminarA Pepi la gustaría que los redactores del blog hicieran su comentario. Muchas gracias
ResponderEliminar