El agua
fresca de la montaña
por el valle
discurría,
la hierba
verde del campo
orgullosa le
sonreía.
El
herrerillo de arco iris
desde su
rama veía
como bajaba
el agua
y la hierba
crecía.
La niña de
ojos azules
en el prado
más niña se volvía,
mientras las
vacas pastaban
hasta que el
sol se ponía.
Ella soñaba
versos
para un
Príncipe que no existía
y dibujaba
en el cielo estrellas,
estrellas
que su corazón no sentía.
El jilguero
cantaba en su rama,
su pareja no
siempre le respondía,
daba calor a
unos huevos
que en
primavera tal vez nacerían.
La niña con
su merienda
en su cabeza
se entristecía
al ver que
las cosas no eran,
no eran como
suponía.
El agua
fresca del monte
la fuente
del pueblo abastecía,
a la niña el
canto sereno del cuco
a su casa
devolvería.
Valentín Turrado
Nota del autor.- La
primavera me evoca agua fresca, montaña, hierba verde, herrerillo, arco iris,
jilguero, nido deseando tener huevos, luz, ojos azules, tristeza, cuco,
Príncipes que no existen o sí, corazón sin versos, arrebato, alegría, fuente,
dolor de cabeza, ira, arrojo, osadía, utopía. Todas esas cosas juntas y esas
otras amigo internauta que tu guardas en tu propio corazón
Comienzo comentando las fotos que no tienen desperdicio:
ResponderEliminar1ª foto: La niña para Pepi es muy guapa y la transmite: ternura, amor, belleza, paz, serenidad, tranquilidad, descanso, esperanza, frescor, pre-adolescencia, soledad, y hasta un poco de tristeza............
2ª foto:A veces hay dudas de donde compartir los voluntarios del T. de la E. de León una comida o cena en determinadas estaciones del año.. El jardín de la foto me parece el adecuado, es una preciosidad, con todo tipo de detalles, está muy bien cuidado, así que habrá que investigar quien es el dueño/a...................
El poema muy bonito Valentín, pero me evoca tristeza; quizá quiera decir como nos suele pasar cuando llega la primavera que esperamos: sol, calor, alegría y tenemos lluvia, frío, etc. y nos entristecemos.
A mi hasta que se implanta la primavera me evoca: alergia, desorientación de que ropa poner, cansancio, a veces hasta tristeza............
Me alegra el canto de los pájaros y de las ranas al atardecer, el que los días sean mas largos, el olor a hierba recién cortada y tambien me produce nerviosismo.
ResponderEliminarMuchas gracias Valentín por el hermoso poema.
La verdad, que si lo interiorizas, se te pone la piel de gallina, tantas cosas, tantos recuerdos, tantas alegrias....etc.
ResponderEliminarMe gusta mucho ( no es peloteo), sino me gustase, simplemente no lo diria.
Muchas Gracias por esa perspectiva...............y estoy tambien de acuerdo en muchas de las cosas que te evoca la primavera.........................tristeza .
Fernando
La primavera es el comienzo de todo un nuevo mundo, pero también es melancólica, ausente, llena de sueños que existen... o no. Precioso poema Valentín.
ResponderEliminarMª José
¿Por qué dibujaba estrellas si no las sentía?¿Sólo los sueños que se sienten se pueden convertir en realidad? ¿las ensoñaciones nos sacan de la realidad?
ResponderEliminarEs muy bonito, y da que pensar.
Menos mal, que al final, el canto sereno del cuco la lleva a su casa, ¿ estaba perdida?
Supongo que la Primavera, tiene variaciones de clima como nuestras emociones, que van y vienen, y manifiestan nuestra fragilidad. Seguramente, también tengamos que escuchar la calma de algún sonido que nos haga regresar a nuestra casa, donde sólo puede haber paz.
Un canto a la esperanza que emerge siempre dentro de nosotros, aún en los vaivenes de la vida o ciclogénesis.
Gracias.Un beso.
No asocio el poema con la fotografía inicial de la niña, me parecen dos mundos diferentes.
ResponderEliminarLa niña de la fotografía es de carne y hueso, no es una entelequia.
Sonríe, está contenta, complacida consigo misma.
Va ligera de ropa, con un vestidito corto, sencillo que deja al descubierto su desnudez.
Su postura también es encantadora: acurrucada consigo misma, encontrada con ella, fundida y abrazada con todo su ser, encontrada y no enfrentada con nada ni con nadie, por lo tanto, no hay lugar para las tristezas aquí. No sufre de ensoñaciones, porque ella es en sí misma un sueño, porque la naturaleza la lleva a su estado natural a su ser más íntimo y no parece querer complacer a nadie, más bien los que estamos detrás del objetivo de la cámara somos los complacidos por su extremada belleza, por su frescura y naturalidad, porque las partes llevan a la suma de un todo que encandila a quien la mira. Me quedo con este poema
Cuanto más la miro más hermosa me parece: La cabeza reclinada sobre sus rodillas, sus manos rodeando su cuerpo y sus pies asentados en la tierra.
Parece estar recibiendo el beso de la “primavera”, aquella que como decía Machado, besaba suavemente la arboleda.
Para mí esta fotografía ya es en sí un poema, un alegoría poderosa de la primavera; no necesita más.
La última fotografía me parece igualmente entrañable y es la de quien extiende su mano (¿otro niño? Si es que como no seamos como niños/as) hacia una flor que está en su camino y ante la cual decide pararse, no sólo para contemplarla, sino también para tocarla. Arriesgado lo de decidir, necesario lo de pararse y de príncipes y princesas atreverse a tocar.