Primavera. Foto Jesús Aguado |
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Ya está aquí –
Nunca como este año he deseado que
llegara la primavera. Nunca he ansiado tanto la luz, el calor, el cielo azul y
el colorido que ella nos trae, a pesar de los estornudos, la congestión de las
vías respiratorias, los picores y los lagrimeos de ojos que también nos regala.
Desde mi niñez he escuchado decir a mi
padre que el invierno era lo más triste que había en la vida. Siempre me reí de
tal afirmación, hasta este año. El invierno me ha resultado largo, oscuro, duro,
cruel y triste como pocos. Demasiado triste como para echarlo de menos. Sólo he
deseado que se acabara de una vez y se llevara con él su manto de tristeza.
Salir a la calle estos días –sobre todo
al campo- y descubrir esta nueva estación insufla optimismo.
Observar los nuevos brotes en los
árboles es una llamada a la vida que está por venir. Escuchar los incesantes
trinos de los pájaros es un concierto gratuito de matices sonoros que llama
nuestra atención y nos hace estar atentos a los mínimos detalles. Perdernos
entre los tonos amarillos, verdes, rojos y violetas de la naturaleza y los
jardines nos aporta alegría y vitalidad. Sentir el calor en nuestra espalda y
en nuestro rostro nos invita a desprendernos de abrigos y capas y a andar más
livianos. Dejarnos invadir por la luz es VIVIR LA LUZ.
Yo necesito esa LUZ. Y creo todos la
necesitamos.
M.E.Valbuena
¿acaso no somos naturaleza?
ResponderEliminarCada vez tengo más claro que así es.
EliminarNecesitamos luz como las plantas y cualquier ser vivo, porque a su calor crecemos y somos más brillantes en nuestro color; nos sentimos más vivos, con más energía.
ResponderEliminarFormamos parte de la Madre Tierra en todos sus procesos de muerte y vida con distintos ritmos.
En origen SOMOS LUZ, pero muchas veces lo hemos olvidado, por eso permanecemos en oscuridad, aletargados. La luz del sol, nos lo recuerda cada vez que nos exponemos. Está en la génesis de nuestra memoria y clama por expandirse.
Un beso.
Hay veces que es tanto el pesar que no estamos en condiciones de ver la luz. No es el invierno en sí, es lo que ocurre en el invierno lo que nos lo hace más duro. No es la luz de la primavera lo que hace que el día sea más radiante, es cómo yo soy capaz de apreciar esa luz. Pero, aún así, qué duda cabe que los brotes de los árboles, el día más largo, la luz más intensa...me llevan a ver más fácil la vida. Norecic
ResponderEliminarLas cuatros estaciones del año tienen para Pepi su parte positiva y negativa que repercute en la salud de las personas.
ResponderEliminarPara "vivir la luz" hay que dejarse transformar y renunciar a algunos aspectos que nos roban libertad. A veces no estamos dispuestos a romper esas cadenas porque también nos aportan seguridad.
ResponderEliminarSomos luz atraidos por la luz
ResponderEliminarHay un escritor francés, Gusthave Thibon, que tiene un libro maravilloso que se titula "Nuestra mirada ciega ante la luz". Yo también creo que somos y provenimos de la luz, y por eso la necesitamos... y hasta nos sobrecoge. La necesitamos por sus vitaminas, por el ánimo que nos da. Recuerdo una de las florecillas de san Francisco : Le dije al almendro háblame de Dios... y el almendro floreció.
ResponderEliminarLa primavera, después de este duro invierno, nos hará florecer, en todos los sentidos. ¡Ánimo!. Paco