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Nieve en marzo -
Cuando ya los días son
considerablemente más largos, los pájaros cantan durante más tiempo y los
nuevos brotes de la naturaleza pugnan por florecer, marzo nos da de nuevo
nieve. A quince días de la entrada oficial de la primavera el invierno se
resiste a marchar, dando últimos coletazos de nieve, temporal y alarma
climática. ¡Como si no lo hubiera hecho bien este año!
Salvando las distancias, la situación
me recuerda nuestras propias resistencias al cambio.
Estamos tan parapetados en nuestra zona
de confort, tan protegidos por nuestra fría coraza, tan concentrados y
encerrados en nuestro propio ser, que nos da miedo abrirnos a lo nuevo. Tememos
salir para no enfrentarnos a posibles retos. Tememos abrir un poco la coraza
por si el sol, calentando demasiado, nos obliga a prescindir de su protección.
Tememos mirar a los ojos de otros abiertamente por si nos asusta nuestro
reflejo en ellos.
Y no vemos que el cambio nos trae la
primavera.
Ciertamente, con sus altibajos y
revolcones emocionales, sus días “locos”, sus niveles de polen, sus cambios
caprichosos, su aire y su lluvia. Pero también con su luz y su alegría
juguetona, que no es otra cosa que la vida luchando por imponerse.
Podemos hacer como este duro invierno:
negarnos a dejar hábitos de autoprotección, calentitos y seguros (pero
invernales al fin y al cabo). O podemos abrir nuestras puertas interiores y
exteriores a la locura del porvenir con todos sus riesgos.
M.E.
Valbuena
Me gusta esta última invitación: ¡abramos nuestras puertas a la locura del porvenir!
ResponderEliminarA mi también
EliminarPues yo quiero abrit las puertas al presente, la lucha y la aceptación. Muy bonita comparación.
ResponderEliminarPaco
¡Anclarnos nunca!. Siempre tenemos que enfrentarnos a las renovaciones, a los cambios por duros que nos resulten; ahí es donde sentimos que estamos vivos. Pepi.
ResponderEliminarAbrir, abrir, abrir...
ResponderEliminarLa vida que lucha por imponerse dentro de nosotros, a veces a pesar nuestro, ¡menos mal!
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