Mi madre se llama Felisa |
En presente
Pocas personas ponen en duda las enseñanzas de los
talleres del Teléfono de la Esperanza. El último que hice fue ‘la superación
del duelo’. Aquí me enseñaron la importancia de hablar en presente (cuantas
veces se nos repite la importancia que tiene el darnos cuenta del presente y
dejar un poco de lado el pasado y las proyecciones de futuro). Al principio del
taller me preguntó su coordinadora, Julia, por el nombre de mi madre que
falleció en 2007. Le contesté: “Mi madre se llamaba Felisa”. Rápidamente Julia
me corrigió: “Ah, dices que se llamaba porque ya no se llama Felisa”. Tres
segundos para pensar y rectifiqué: “Mi madre se llama Felisa”. Efectivamente,
nos empeñamos en poner en pasado algo que es presente y no creo necesario
explicar lo PRESENTE que tengo a mi
madre a diario, lo que me acompaña, lo que conversamos (a veces verbalizando
por mi parte), lo que me protege, lo que me aconseja, lo que me ayuda…
Desde que murió mi madre cada 18 de marzo la tengo
muy presente porque ese día cumplía años, perdón rectifico, CUMPLE años, aunque su cuerpo no esté
entre nosotros, aunque esté muerta, pero sigue cumpliendo años. Todos nuestros
muertos siguen cumpliendo años, siguen con nosotros, a nuestro lado,
tutelándonos. Sin su ayuda, qué sería de nosotros.
En los últimos cuatro meses he perdido dos amigos,
uno de 37 años, Diego, y otro, Nacho, con 69 años. Ambos fallecieron
inesperadamente, si bien el primero, quizá por su edad, su ausencia nos ha
dejado un hondo pesar a todos los que le queríamos. A los allegados de ambos
les digo lo mismo por si sirve de consuelo: Si nosotros no vamos a dejar de
amarles aunque no estén, ellos tampoco dejarán de hacerlo. Por eso no debemos
utilizar el pasado y si el PRESENTE.
Cuando nos entren ganas de alabar las virtudes del fallecido, en vez de decir
que era feliz, alegre, comprometido, generoso, atento… deberíamos decir que ES, sigue siendo, no hay duda. De este
modo no estamos contraviniendo ninguna ley natural haciendo como que nuestros
muertos sigan vivos, sino que logramos creernos que de verdad VIVEN en nosotros mismos… profunda y eternamente.
Asín sea.
Juan
Excelente reflexión.
ResponderEliminarGracias.
Es una realidad q no nos damos cuenta y hablamos de ella en pasado cuando solo ha echo q pasar al otro lado.Aunque nos les veamos siguen estando a nuestro lado.Yo perdi un niño d 11años.HAbo d algo q vivo cada dia.gracias.
ResponderEliminarGracias Juan Daniel por tu enseñanza; un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMis padres han fallecido y les tengo muy presentes, pero Pepi no es de las personas que dice: que habla con sus padres, que la siguen queriendo, que sus padres la acompañan a diario etc.etc.. Creo que el significado de la exposición es de mucha profundidad, y la que suscribe ni la entiende, ni la comparte.
ResponderEliminarPues es tan sencillo lo que el comentario dice...
EliminarPensar en los padres muertos es hablar con ellos.
Acordarse de ellos es comunicarse.
Gracias por el que ha dado su opinión. Me refiero a que yo me acuerdo mucho de mis padres, pero otras personas dicen "que hablan con ellos"; Pepi habla desde su interior consigo misma recordandoles y nunca recibe una respuesta de ellos, la respuesta es el recordatorio que viene a su mente de lo vivido con ellos.
Eliminar"Desde que murió mi madre cada 18 de marzo la tengo muy presente porque ese día cumplía años, perdón rectifico, CUMPLE años, aunque su cuerpo no esté entre nosotros, aunque esté muerta, pero sigue cumpliendo años. Todos nuestros muertos siguen cumpliendo años, siguen con nosotros, a nuestro lado, tutelándonos. Sin su ayuda, qué sería de nosotros".
ResponderEliminarJuan te felicito por esta reflexión.