El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 16 de agosto de 2015

Tormenta de verano

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Hay días en verano, cuando el calor es bochornoso y la sequedad ambiental parece ahogarnos, en que necesitamos lluvia, humedad, refresco, un poco de vida. Hay días en que necesitamos un remojón ambiental.
Y entonces el cielo se carga ennegreciéndose, la vida parece suspenderse y un viento ligero anuncia la llegada de la tormenta. Una tormenta que nos puede arruinar los planes, es verdad, pero que todos agradecemos.
La tormenta nos obliga a buscar refugio, a permanecer encerrados, a olvidarnos de playa y piscina, pero también nos regala desahogo, fuerza y espectáculo. Y después, cuando termina, una paz y una luminosidad preciosas.
Me gusta pasear por el monte después de una tormenta. Las hojas de los árboles brillan perladas por las gotas de agua, el aire huele a las flores recién lavadas y a la tierra mojada, los colores parecen intensificarse y todo tiene una pátina renovada. Hasta el canto de los pájaros suena más alto y nítido.
De niña me daban mucho miedo las tormentas. Miedo heredado. Con el paso del tiempo he aprendido a observarlas y casi a disfrutarlas. Respiro el viento que las precede, observo los rayos con los que se visten, escucho los truenos con los que se hacen notar y las veo marchar dejando tras sí un ambiente limpio y reluciente.
La tormenta no sólo purifica el ambiente. También nosotros parecemos más ligeros y livianos tras su paso, más descansados y sosegados. Tal vez sea porque, ante su fuerza y magnitud, nos sentimos sobrecogidos e indefensos y no nos queda otra opción que aceptar lo que hay. Sin resistencias.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Siempre me han gustado las tormentas. Me encanta ver los relámpagos y escuchar los truenos. Es naturaleza en estado puro.

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  2. Oh las tormentas tan rechazadas y tan necesarias

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  3. Es fascinante el olor plomizo después de la lluvia, momento ideal para abrir ventanas y que la casa adquiera el olor del mejor de los ambientadores.

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  4. Cuando el tiempo está de un bochorno que para Pepi llega a ser insoportable, la encanta que se desencadene una tormenta. La sensación de bienestar que percibe en todo su cuerpo es extraordinaria.

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