El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
lunes, 30 de abril de 2018

Desde la escucha



Desde que se dio a conocer la sentencia de la Audiencia Provincial de Pamplona sobre “La manada” las reacciones se han extendido como un río de tinta por doquier. Desde todos los ámbitos se han expresa opiniones de todo tipo, sobre todo destacando lo desacertada que es una sentencia como esta. La sociedad ha abierto la boca y está gritando: ¿cómo es posible? ¿qué está pasando? ¿en qué mundo viven los jueces? También en los ámbitos jurídicos se han expresa opiniones defendiendo la difícil labor de los profesionales del derecho y en concreto de los jueces. Los medios de comunicación nos dan dado cuento de ello.
Una de las reacciones más comentadas ha sido la de unas monjas de clausura. Es la que ponemos a continuación:  
Patricia Carmelitas Hondarribia Noya
Nosotras vivimos en clausura, llevamos un hábito casi hasta los tobillos, no salimos de noche (más que a Urgencias), no vamos a fiestas, no ingerimos alcohol y hemos hecho voto de castidad. Es una opción que no nos hace mejores ni peores que nadie, aunque paradójicamente nos haga más libres y felices que a muchos. Y porque es una opción LIBRE, defenderemos con todos los medios a nuestro alcance (este es uno) el derecho de todas las mujeres a hacer LIBREMENTE lo contrario sin que sean juzgadas, violadas, amedrentadas, asesinadas o humilladas por ello.
HERMANA, YO SÍ TE CREO


Monjas de clausura de Hondarribia | Facebook
Desde la serenidad, desde la reflexión sincera, desde el dolor, desde la rabia, desde la vida  misma de cada persona, todos tenemos mucho que pensar y mucho que escuchar. Un hecho como este no nos puede ser indiferente.
domingo, 29 de abril de 2018

Lección de valentía

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Fiel reflejo, Jesús Aguado

Venía de trabajar y me sentía feliz del maravilloso día que hacía. El calor por fin había llegado, habíamos prescindido por primera vez del abrigo y todo a mi alrededor me parecía liviano. Hasta yo misma parecía andar de forma más ligera.

Me sentía agradecida a la vida (como tantas otras veces)

Me encontré con una antigua compañera de Facultad. Estudiamos juntas durante años y fuimos amigas, aunque la vida de cada una tomó distinto rumbo, pero seguimos sabiendo una de la otra y nos ponemos al día cuando nos encontramos.

De la forma más natural del mundo me dijo que acaban de descubrirle un tumor maligno. Venía de comprarse varios libros para leer durante las largas sesiones de quimio que empezarían justo al día siguiente, antes de poderla operar, en su caso.

Me dijo que estaba preocupada, claro, pero que, en realidad, lo único que la noticia suponía es que podía acercarse el final un poco antes de lo normal, pero que la muerte llegaba a todos: a unos antes y a otros después. Que, ante este hecho, lo único que cabe hacer es encarar cada día de la mejor forma posible y vivir lo que toca “viviéndolo”, sin dramatismo ni exageración.

Mientras la observaba pude comprobar que hablaba desde el corazón, sin temor a la verdad y esperando lo que quiera que llegue.

Me dio una lección de valentía.

Y aunque, ciertamente, la sensación maravillosa de la que disfrutaba minutos antes, se había nublado, agradecí el encuentro, la fuerza que transmitía al hablar y su forma sana de enfocar la vida.

viernes, 27 de abril de 2018

El mito de
la caja de Pandora

Pax Vostrum
Beatriz

Seguro que en más de una ocasión has oído hablar del famoso mito de la caja de Pandora. Puede que incluso utilices habitualmente esa expresión sin cuestionarte su procedencia. Por si no lo recuerdas, hace tiempo que no lo escuchas, o nunca lo has leído u oído, voy a compartirlo en este post.
Según la mitología griega, Pandora fue la primera mujer hecha a imagen y semejanza de los mortales moldeada por Hefeso, dios del fuego, con la ayuda de Atenea y del resto de los dioses.
Fue ordenada hacer por el dios de dioses, Zeus, para castigar a los humanos y a los Titanes (Prometeo y Epimeteo), dado que Prometeo había robado el fuego divino para proporcionárselo a los hombres y éstos lo habían aceptado y utilizado para alimentarse, elaborar armas, para calentarse, fabricar herramientas…
Zeus decidió enviar a Pandora para llevar al hombre a la perdición. Para ello, cada uno de los dioses del Olimpo proporcionó a Pandora una cualidad diferente, Afrodita le dio una gran belleza, Atenea, sabiduría, Apolo le dio la música, Hermes le dio el don de la seducción, persuasión, manipulación, mentira, las Horas coronaron su cabeza con flores, etc…
El mito de Pandora empieza en el momento en el que Zeus entrega a Pandora, sin revelar el contenido de la misma, una caja para que se la lleve a Epimeteo.
Dentro de la caja se encontraban todos los males existentes para terminar con la raza humana (enfermedad, venganza, ira, maldad…) y ella tenía la prohibición de abrirla bajo ninguna circunstancia.
Pandora tenía una gran curiosidad por lo que había en ella y no pudo resistir la tentación de abrir la caja. En ese momento, todos los males se escaparon y se alojaron entre el género humano.
Ante lo sucedido, Pandora tuvo miedo y cerró la caja, pero solamente pudo dejar un elemento sin escapar, la esperanza.
Pandora se arrepintió de haber hecho esto al ver los desastres que estaban aconteciendo entre los seres humanos.
Para remediarlo, se dedicó a ir ofreciendo a los hombres, uno a uno, la posibilidad de contar con la esperanza, pues ella la tenía, (esta vez sí), bien guardada en la caja.


La esperanza es un estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables relacionados a eventos o circunstancias de la propia vida o el mundo en su conjunto – según definición ofrecida por la Wikipedia.

¿Sueles tener presente la esperanza en tu vida?
¿Tienes una caja de Pandora llena de esperanza cerca de ti?
¿Tu foco está en la confianza o en su contrario?
¿Vives desde el miedo o desde el amor?
¿Eres de los que comenta los males del mundo sin hacer nada o de los que pone el foco y toma acciones en solventarlos?
¿Qué acciones puedes llevar a cabo diariamente que alimenten tu ESPERANZA y la de los demás?

RESPIRA. RESPIRA Y RESPIRA.
Permite que la VIDA, la esperanza, el AMOR, entren en tu día a día.
Solo tienes que respirar profundamente, abrirte a algo más que tus pensamientos y permitirte sentir este instante, sea el que sea.
Ahí, en ese estado interior de paz, serenidad, aceptación, (aún con elementos en la superficie que no gustan), verás que también hay ESPERANZA.
Allí dentro, en esa isla interior que tú puedes crear para acceder cuando lo necesites, se encuentra tu propia caja de Pandora llena de esperanza.



jueves, 26 de abril de 2018

La vida nos lleva

Valentín Turrado


Te pongo en manos de la vida.
Que ella te cuide, amamante y acompañe.
Que no sea exigente contigo
y no te haga derramar más lágrimas que las necesarias.

Que seas buena persona,
que acojas tu propio dolor
y eso te habilite para acoger el dolor de los demás,
con humildad, siempre con humildad.

Que la vida que te ha dado fuerza, valor e inteligencia,
te ayude a utilizarla en favor tuyo y de los demás.

Que encuentres sin ansiedad y sin prisa
un compañero de camino
para subir las cuestas y alargar las llanuras.

Que vivas en paz, profundidad y armonía
hacia dentro y hacia fuera.

Que sepas perdonarte y perdonar
y que amando te ames.

La vida te lleva.

¡Así es!
miércoles, 25 de abril de 2018

Sanación y curación

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Sanación y curación son dos conceptos que pertenecen a dos culturas diferentes: la primera es defendida, con más énfasis,  por Oriente y la segunda por Occidente. Estamos inmersos en una sanidad que lo que propone fundamentalmente es curar, hacer desaparecer el síntoma y esto a través de medidas  (farmacológicas, quirúrgicas, etc.) y se “olvida” de la prevención como medida esencial de la salud y de la actitud del enfermo ante la enfermedad; la cultura oriental, por el contrario, cree en el ser humano y en sus posibilidades como persona, y así, el remedio fundamentalmente se encuentra en uno mismo (sobre todo en las dolencias de la psique) y se potencia ante todo las medidas preventivas.
El objetivo de la curación es reparar lo dañado y por lo tanto es importante una patografía para conseguir curar la enfermedad, todo ello partiendo de una visión reduccionista de la persona, como si solo fuera un cuerpo; desde la orientación de la logoterapia, con una visión integral, total y dinámica de la persona, se pretende reconstruir la totalidad del sujeto (a través) del sentido y por esto se basa en una patobiografía y pretende en las situaciones de culpa inexcusable, sufrimiento ineludible o muerte inevitable sanar, más que curar, a través de encontrar el sentido en la adversidad.
El largo camino de la sanación, que parte de la adversidad (trauma, crisis y duelo) tiene varias vivencias que, con mayor o menor intensidad, son comunes a todas las personas. Este proceso es como un jeroglífico vivencial al que hay que dar cumplida respuesta  y es también un laberinto que precisa de un acompañamiento para no perderse. De aquí la importancia del otro  en la situación de adversidad y por esto podemos completar la sentencia de Séneca  “no importa qué, sino cómo se sufre”… y yo añado “…y con quién se sufre”.
El jeroglífico se inicia  con un angustioso ¿por qué?, que en ocasiones está teñido por un defensivo “no es posible” (negación); se continua mirando hacia fuera y preguntado, ¿quién es el agresor? en un intento por echar balones fuera (vergüenza, extrainculpación); o bien, uno se pregunta ¿qué siento? buscando el origen del mal en uno mismo (culpa depresiva o culpa existencial), hasta finalizar, casi en la solución del enigma, con un ¿para qué? (el perdón) que nos puede conducir, como un valor de actitud, hacia la sanación.
martes, 24 de abril de 2018

Nos envolvió

Valentín Turrado

Camino a Valdorria

Me siento un día frío de invierno.

El viento golpea mis ojos.

Alguien me robó el abrigo y la camisa

Me quedé desnudo.

Con la piel y sin zapatos.

Me robaron las ideas,las creencias.

el corazón.

Es hielo lo que enborrona mi alma.

Frío y soledad.

¡A quién agarrarme!.

Hasta dios se despidió.

A solas con las lágrimas,

la vergüenza, el temor,

la duda,

el doloroso desamor.

Ni siquiera quedaste tú

ni yo.

........

A la madrugada alguna estrella centelleó:

¿quién eres?

Quien pudiera saberlo,

dijo mi ronca voz.

Dejé de sentir frío, miedo,

cesaron las lágrimas,

apareció el calor,

apareciste tú sin ser tú,

aparecí yo sin ser yo

y todo nos envolvió,

sí, en luz y en amor.

......

Lo demás no lo recuerdo...

lunes, 23 de abril de 2018

7 actitudes mentales para poder practicar mindfulness




El mindfulness o conciencia plena nos enseña a sentir y disfrutar de cada momento, sin poner ese piloto automático que nos hace realizar nuestras acciones cotidianas sin pensar.

Practicar mindfulness puede parecer algo sencillo, sin embargo puede ser todo un reto para muchas personas.
Y es que no solo es necesaria la capacidad de poder estar quieto y en silencio. También debemos aprender a apartar determinadas actitudes mentales que enturbian nuestro pensamiento.
Tendemos a vivir siempre pensando en muchas cosas al mismo tiempo. En cambio, el mindfulness te enseña a pararte y observar todos y cada uno de los pensamientos que asoman por tu mente.
Hoy descubriremos las 7 actitudes mentales necesarias para poder practicar mindfulness correctamente y así conseguir los resultados buscados.
1. No existe un “yo”
Tendemos a utilizar los pronombres personales con relativa facilidad “yo soy así”, “esto es mío”. No obstante, en el mindfulness es necesario dejarlos a un lado. Los pronombres personales nos sugieren apego. Sin embargo, en el momento en el que empezamos a concebirnos como algo más grande, que forma parte del mundo, aquella actitud mental se tambalea, y nos entra el miedo y la ansiedad.
2. Juzgar está prohibido
Si nos detuviésemos un momento a analizar verdaderamente nuestro día a día, nos daríamos cuenta de que juzgamos sin darnos cuenta. Es más, muchas veces justificamos bajo una “opinión” lo que en realidad es un juicio. En el mindfulness no se concibe la crítica ni hacia los demás ni hacia uno mismo. Cuando observamos nuestros pensamientos, tan solo los observamos, pero no los juzgamos. De esta manera, dejamos de posicionarnos entre lo que está bien o mal y empezamos a ver las cosas tal y como son.
3. La paciencia es primordial
Es imprescindible practicar cada día mindfulness. No obstante, esto no quiere decir que deba hacerse deprisa, corriendo y de malas maneras, pues la paciencia es primordial. Aunque sean 5 minutos al día, tenemos que detenernos de verdad y ser conscientes del momento presente. Esto no lo haremos con el objetivo de “cumplir con ese día más de mindfulness”, sino porque en verdad estamos comprometidos con esta práctica.
4. La curiosidad abre muchas puertas
Esta es una de las actitudes mentales que tenemos de pequeños, pero que perdemos cuando nos convertimos en adultos. La curiosidad puede abrirnos muchas puertas, sobre todo practicando mindfulness. Dejar a un lado el miedo al evadirse de todo, al no pensar en nada, al observar sin juzgar… Sentir esa sed de curiosidad que nos lleve a ir más allá, a explorar nuestros límites con respecto a esta práctica, será muy enriquecedor.
5. Confiar en los instintos
¿En qué momento empezamos a dejarnos llevar solo por nuestra mente racional y abandonamos nuestros instintos? El equilibrio entre estos dos elementos es esencial, por eso tenemos que educarnos de nuevo para confiar otra vez en nuestro “sexto sentido“.
Al principio puede ser complicado, pues conectaremos con nuestras emociones.
No obstante, no darles la espalda, mirarlas, comprenderlas e identificar el camino que nos están señalando no hará abrir los ojos ante la realidad que experimentamos.
6. El abandono de los apegos
En la primera de las actitudes mentales para practicar mindfulness hablábamos sobre la importancia de derrocar al “yo” y al “mío”. No obstante, esto va más allá.
Hay que dejar de apegarse a lo material, a las personas, incluso a los pensamientos.
Tenemos una necesidad imperante de pertenecer a un grupo, de adquirir riquezas, de saber qué pensamos en realidad.
Sin embargo, es importante aprender a fluir, pues todo cambia: las relaciones, las cosas, incluso nuestras formas de pensar, con el tiempo, cambian.
7. Mostrar gratitud
Dar las gracias no es solo una fórmula para ser dicha, sino para ser sentida. Debemos sentirnos agradecidos por ese agua caliente con la que podemos ducharnos cada mañana, esa deliciosa comida que nos espera en la mesa o ese abrazo que nos ha dado nuestra madre. Sentir verdadera gratitud por poder estar vivo, hacer lo que nos gusta, tenerlo todo… ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar en todo esto?
Para practicar mindfulness es necesario desprendernos del piloto automático y empezar a estar agradecidos por todo en el momento presente. Hasta por aquello que consideramos más nimio.
domingo, 22 de abril de 2018

Nube

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Nube, Jesús Aguado

Hoy, el compañero de extraescolares del IES, me preguntó delante de una cámara (y sin posibilidad de escabulle) cuál era mi palabra favorita y por qué. Instintivamente, me salió “nube”.

Las nubes parecen blanditas y amorosas a la vista. Nos ocultan, a veces, los abrasadores rayos de sol. Y, otras, descargan sobre nosotros gotas de agua que limpian el ambiente y nos hacen respirar mejor.

En la playa, por ejemplo, prefiero la sombra de la nube antes que la de la sombrilla. Un chaparrón tras un duro día de calor es muy de agradecer. Y los olores y colores que emergen después de la lluvia son para disfrutarlos.

Me gusta observar las nubes. Su contraste blanco sobre fondo azul. Su tamaño y dispersión. Me relaja imaginar lo que su forma parece dibujar. ¿Quién no ha estado en algún momento jugando a descubrir figuras en las nubes?

Además, en las nubes se está muy bien. Allí hemos estado todos más de una vez –alejados de la prosaica realidad– y no nos molestamos ni nos estorbamos. Cada uno a lo suyo, a su ritmo, sin invadir terreno ajeno. Normalmente tranquilos y pasando un buen rato. Es uno de los lugares más visitados por su bajo coste y su accesibilidad.

Y, por si eso fuera poco, en la nube podemos encontrar de todo: poesías, fotografías, diseños, trastos almacenados… Hoy en día casi todos nuestros conocimientos los mandamos a la nube, bien alejados de nosotros. Habrá que ver qué pasa si algún día estalla. (Esta nube, no las otras).

sábado, 21 de abril de 2018

Entrevista a
Juan Echegaray

Ima Sanchís
La Contra, en La Vanguardia 2018


Juan Echegaray, doctor en Biología, especializado en biología celular y neuroanatomía
Tengo 72 años. Soy chileno. Casado con otra bióloga, tres hijos y tres nietos. He sido docente toda la vida, catedrático de la Universidad de Santiago de Chile, y todavía doy cursos. La gente debe cooperar, ayudarse, creo que caminamos hacia la unidad.

Todas las creencias son interpretaciones de lo mismo


Un biólogo espiritual
Hay que estar abierto, me insiste. Catedrático de Biología, tiene sus propias teorías sobre la evolución y ha escrito un par de libros al respecto, siempre desde una perspectiva trascendente: “Llevo más de 30 años estudiando, viviendo, las ciencias biológicas, lo que me ha llevado a adquirir un punto de vista especial sobre cómo y por qué estamos formados. Soy biólogo, científico, es cierto –me aclara–, pero no me encasillo en conceptos y libros; me maravillo día a día con cada enseñanza que se encuentra disponible para todos en la naturaleza, un conocimiento que va desde una célula que me enseña a actuar hasta el átomo que todo lo forma. Si la energía no es estática, ¿qué hago estudiándola sólo en los libros?”.

¿Qué le da que pensar?
La energía. Creo que es un concepto que revisar porque se ha quedado limitado. El diccionario la define como una fuerza que permite realizar un trabajo.
¿Es más?
Mucho más. La energía forma todas tus células, y las células de tu cuerpo son inteligentes.
¿Inteligentes?
Sí, saben actuar independientemente de tu cerebro. Hay una inteligencia extraordinaria, una sabiduría y un orden que permite a cada célula saber cuál es su misión, y tú ni te enteras. Estamos ante una energía inteligente que lo es todo.
¿Qué entiende por todo?
Para mí es la fuente creadora. La energía está en todas partes haciendo maravillas. Los átomos son capaces de unirse entre ellos para formar las moléculas, para formar todas las cosas.
De acuerdo.
Cuando entiendes lo que es la energía caes de rodillas. Hay que amar esa obra, tal como se muestra, sin críticas, porque somos aprendices de esa sabiduría.
La energía crea la vida, ¿pero tiene propósito?
Llevarte a la perfección, a la sabiduría total.
¿Qué es la sabiduría total?
Ser útil a esta obra actuando correctamente, es decir: en armonía con la energía. Si actúas con desamor vas en contra de esa energía, que tiene dos sentidos, uno fraterno, la unión de todo, y otro de perfección. Hay que trabajar los dos.
Mezcla usted biología y espiritualidad.
Piénselo, la causa de toda desarmonía en el planeta o de todo dolor es el desamor, y sólo lo puedes compensar amando. ¡Ojalá pudiera amar a toda la gente!
Ya.
La ley fraterna hará crecer a la humanidad hacia unos niveles que todavía no entendemos, pero el amor es la base de progreso.
¿...?
Uno crece dando, no recibiendo. No busques ser comprendido, comprende tú; eso es lo que te hará evolucionar. Si lo que consigues es que los otros te amen, ayudarás a crecer a los otros, pero tú no crecerás.
Treinta años contemplando la naturaleza, ¿qué le ha enseñado?
La naturaleza es un libro abierto en el que se puede aprender todo: la relación, la armonía, el equilibrio, la fuerza, el orden...
Cierto.
Y todo eso lo puede ver manifestado en su propio cuerpo, en cualquier manifestación de la energía. Todo está en la célula, un protozoo se nutre tal como nosotros, se reproduce y se relaciona con el ambiente tal como nosotros.
Somos más complejos.
Si aceptamos que todo lo que forma la energía es inteligente, nuestra percepción de la realidad se amplía, se ensancha.
¿A dónde quiere llegar?
¿Cuál es el sentido evolutivo? Para evolucionar, nosotros, que somos básicamente energía, debemos utilizar este cuerpo animalizado e irlo sublimando.
Supongamos que es así.
Entonces nuestro papel en esta vida es reaccionar menos, elevar nuestras percepciones, y comprender más. La energía tiene un sentido de perfección.
Dígame algo elemental que debamos comprender.
Que actuamos a través de un cuerpo cuyas percepciones son muy básicas. Debemos ir más allá de los sentidos. Todavía somos muy primitivos, siempre reaccionando.
Hay que domar a la bestia, cierto.
Para pasar del Homo sapiens al Homo habilis invertimos dos millones de años..., nos falta mucho. Nuestros cuerpos, antes muy grotescos, se han ido afinando a la vez que nuestra conciencia ha ido creciendo.
¿Esa es su teoría de la evolución?
Efectivamente. Acepte la posibilidad de que con el tiempo lleguemos a ser pura energía.
...
La evolución es cambio constante; si yo me encierro en ideas estáticas me detengo, pierdo, me quedo atrás. Hace falta un análisis incesante de las cosas, es un proceso continuo.
¿Dónde sitúa usted el amor dentro de la biología?
El amor es una energía que forma una naturaleza que te permite dar un ambiente adecuado a las células. Si miras con más amor y hablas con más amor, sientes con más amor; y tus células te lo agradecen y también las del vecino. Somos un todo.
¿Nuestra energía influye en el contexto?
Sí. Nos parece normal enfadarnos, pero no lo es, es de un nivel bajo y nos enferma.
¿Cómo luchar por un mundo mejor?
No hay que pelear contra nada, hay que amar.
¿Cuál ha sido su herramienta esencial?
La escucha. Estar dispuesto a revisar y desarmar mis ideas preconcebidas. La mente nos ha ido separando, encasillando... Tiene que haber una mecánica de la evolución que una a los ­seres, y creo que el amor es la herramienta de progreso.
Entiendo.
Bien, porque la única manera de que no te hagan daño es comprendiendo. No importa lo que haga o diga el otro, compréndelo. Si dejas que las ideas ajenas te dañen, te estás dañando; comprende, no pongas esa energía dentro de ti, no la integres como dolor, transfórmala.
viernes, 20 de abril de 2018

Elisabeth Kübler-ros




La historia de la doctora Elisabeth Kübler-Ross y sus frases célebres 
Hazlo! No atreverte puede ser mucho más dañino que atreverte y equivocarte... Esto último al menos les da a los demás algo que perdonar, lo primero no les da nada.
¿Realmente es así como quiero vivir mi vida? Todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento. La tragedia no es que la vida sea corta, sino que a menudo solo tenemos una tardía percepción de lo que realmente importa.
La gente no tiene miedo a morir, la gente tiene miedo a morir en una unidad de cuidados intensivos, alejados del alimento espiritual que da una mano amorosa, separados de la posibilidad de experimentar las cosas que hacen que la vida valga la pena.
Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente. 
Todas las penurias que se sufren en la vida, todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios son en realidad regalos. Son la oportunidad para crecer que es la única finalidad de la vida.
La vida en el cuerpo físico representa sólo una pequeña parte de la existencia real.
No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo.
Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida: todo depende de cómo hayamos vivido.
La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustia.

miércoles, 18 de abril de 2018

Vive lo que toca



Podemos pasarnos la vida anhelando no se qué estado o no se qué situación
O soñando con estar no se donde
O dando vueltas a si hubiera ocurrido aquello
O si hubiera visto a no se quien en no se qué momento
Y seguimos perdiendo la vida que va pasando
Abre los ojos: despierta, vive lo que está sucediendo. 
martes, 17 de abril de 2018

Testimonios del Grupo Encauzando las Emociones




Encauzando las emociones por  Mª ENCINA GONZALEZ
Me gusta el título, sabía que sería muy intenso. Y no me equivoqué, sesión tras sesión.
Un ejercicio intenso de reflexión sobre las emociones, las que siento, cómo las siento, aprendí a descubrirlas y ahora estoy en el camino de encauzarlas. Ana, Soraya, Ana, Ana Belén, José Manuel, Encina, coordinadas por  Piedad nos reunimos los miércoles a las cinco de la tarde en un  círculo que trataba de transmitir fuerza y energía para ser capaces de descubrir y comprender las emociones y poder encauzarlas. 
Acompañados muchos días de los rayos del sol que entraban por la ventana, fuimos hablando de la sabiduría emocional, las caras del miedo, de la cólera, de la rabia, la ira, la agresividad, de la envidia que como nos recuerda Descartes no existe ningún vicio más dañino para la felicidad que la envidia, también debatimos sobre la destrucción de la culpa, sobre el odio y el resentimiento y también sobre el rostro de la vergüenza aunque nuestro grupo había dos sin vergüenza y por supuesto del amor.  
Cada persona es única, diferente y por eso las experiencias contadas con tanta sinceridad y las emociones que fluyeron de los componentes de este grupo, enriquecieron este curso encontrando formas de afrontarlas.
Todos los días  aprendimos de nosotros mismos y de los demás y de la sabiduría de Piedad, porque al fin y al cabo lo importante somos nosotros mismos y estábamos empeñados en  aprender a querernos a nosotros mismos y a encauzar y comprender nuestras emociones con este fin.

Encauzando las emociones por ALICIA TOMÉ 
Encauzando emociones" Título sugerente con promesas de ser intenso.
Cada tarde de miércoles, sesión tras sesión fuimos desgranando el sentir de nuestras emociones más profundas. Acariciados por tenues rayos de sol, y dirigidos por nuestra Coordinadora, la cual hace honor a su nombre, compartimos nuestras culpas, vergüenzas, miedos, envidias... en un ambiente cálido y empático. Un abismo de recuerdos penosos, hirientes y oscuros. Un torbellino de humanidad regalándonos nuestros latidos, con el propósito de crecer individualmente y como grupo.
Entremezcla de risas y llantos.
Complicidad, sinceridad y ausencia de juicios.
Compasión y sensibilidad.
Tardes mágicas, inolvidables y siempre abriendo caminos a la esperanza. Gracias.
lunes, 16 de abril de 2018

Frágil

El rincón del optimista
Juan


En el plazo de dos días se me rajó el parabrisas del coche (me gusta más llamarle luna, es más poético), se me rompió la pantalla del teléfono portátil y estalló una lámpara del salón de casa. Quizá fuera una simple coincidencia que fueran estos tres elementos de cristal los que llegaron a su final, pero lo cierto es que me hace llegar a la elemental conclusión de que las cosas físicas tienen esa fragilidad, que el cristal se rompe y que el uso doméstico de estos elementos tienen su caducidad, por no entrar a filosofar sobre la llamada obsolescencia programada del aparataje, esa vida útil con fecha de caducidad, pues creo bastante en sus fundamentos.
Frágil es el cristal, estamos todos de acuerdo, pero a mí me parece que más frágiles somos nosotros, no por la posibilidad de sufrir un accidente, infarto o parada cardiorespiratoria (palabraco este último), sino frágiles sobre todo a nivel mental, frágiles nuestros sentimientos, frágil nuestra sensibilidad. Estarás conmigo que cualquier traspié por pequeño que sea nos trastoca, nos desequilibra, nos hiere, nos deja ‘KO’. Por un lado es normal, somos humanos, todo nos afecta. No somos un bloque de frío hierro, aunque seguro que en este momento recuerdas a alguien que en vez de corazón parece que tuviera un trozo de metal entre pecho y espalda. No importa, céntrate en ti. Si te crees amenazado de partirte en dos o en más trozos, si todo apunta a que vas a ser herido con las flechas del desamor o con las punzadas del odio, e incluso si acabas de recibir la sacudida del desengaño o la traición de una amistad… te aconsejo que hagas lo mismo que yo hice con el parabrisas, el móvil y la lámpara: sustitúyelo.
Ah. ¿Qué no es lo mismo, qué un sentimiento negativo no se cambia igual que un cristal por uno positivo? Ahí es donde quizá estemos en desacuerdo. Ser positivo y optimista es un estado de ánimo, eso es algo que me has leído más veces. Cambiar el ceño fruncido por la sonrisa es una maniobra gimnástica, pura física. Esta práctica es infinitamente mejor que vestirte con la coraza que cuelga en el armario de la entrada de casa y que te pones tan a menudo. Con la escafandra no estarás a salvo de nada. Esa armadura simplemente te impedirá ver la realidad y la luz del sol en todo su esplendor. Una armadura que no se oxidará por más que te empeñes a no ser que sigas las prácticas del famoso caballero de Robert Fisher.
domingo, 15 de abril de 2018

Sobran palabras

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


A veces estoy tan cansada que me cuesta hablar y, sobre todo, me cuesta escuchar. Como si cada palabra supusiera una enorme carga que procesar y soportar, fluyendo en sonidos que van y vienen, golpeando la mente y los oídos, como martillos.
Otras veces estoy tan centrada y tan tranquila, que emitir palabras o escucharlas me descentra y me hace sentir fuera de la realidad, despistada.
Y también me ocurre que, en ocasiones, no sé qué decir, porque la situación me desborda y las palabras no llegan a expresar aquello que quiero transmitir. Así que recurro al silencio, a la mirada y a aquellos gestos que hablan sin necesidad de palabras.
Esto de lo que hablo –seguro– nos ha ocurrido a todos.
Y a la conclusión a la que he llegado es que las palabras no son tan importantes, ni tan trascendentes, ni tan precisas. Ni tan siquiera necesarias muchas veces. Estamos saturados de ellas. Nos rodean y nos aturden, nos envuelven, nos incomodan, nos inquietan… Creo que sobran muchas palabras.
¿Qué mecanismo interno nos lleva a hablar sin cesar? ¿El miedo al silencio? ¿La incomodidad ante el vacío de sonidos? ¿La falta de otros recursos?
Si echo la vista atrás me doy cuenta de que mis mejores momentos no han estado rodeados de palabras, no ha habido necesidad de hablar, ni de llenar vacíos con preguntas predecibles, ni de contestar sin ganas con respuestas aún más predecibles. En esos momentos he estado PRESENTE y he sentido a los que estaban conmigo. Nada más.
viernes, 13 de abril de 2018

Cuento:
Niños patinando sobre hielo




“En una ciudad de Canadá, allí donde el frío no cesaba, se encontraban dos pequeños niños jugando sobre una laguna cristalizada. Era una tarde muy nublada y fría, pero ellos se divertían sin preocupaciones patinando sobre el agua congelada. Iban y venían haciendo círculos, saltando, riendo, disfrutando con gran alegría de ese momento maravilloso que les regalaba la naturaleza.
De pronto una parte del hielo se rompió y uno de los niños se hundió en el agua helada y quedó atrapado dentro de la gruesa capa de hielo que cubría toda la laguna. El otro pequeño observó que su amigo estaba ahogándose debajo del hielo, entonces corrió en busca de una piedra y con ella comenzó a golpear desesperadamente con todas sus energías, con toda su fuerza, hasta que logró romper el grueso hielo y así de esa manera pudo rescatar a su gran amigo.
Al rato llegaron los bomberos y al ver lo que había pasado, comenzaron a preguntarse entre ellos que cómo ese pequeño había podido romper semejante hielo.
“Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas”, comentaban.
Por allí cerca se encontraba un anciano que estaba escuchando todo lo que murmuraban los bomberos; él se acercó y les dijo:
“Yo puedo decirles cómo lo hizo”
Los bomberos asombrados preguntaron… ¿Cómo?
Es muy simple, “no había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”.
Moraleja: En ocasiones, en nuestra vida cotidiana, lo seguro no es garantía de bienestar. En la educación debemos ir formando al niño para que vaya configurando sus propias ideas, a veces similares a la de los mayores, pero en otros momentos,  pueden ser divergentes del pensamiento del adulto. Tan negativo es ser siempre rebelde ante el otro, como ser siempre sumiso al criterio de los demás. Cada persona debe ir creando su propio criterio, oyendo a los demás, pero tomando la decisión final propia, ante todo ante situaciones importantes: qué carrera estudiar, que trabajo elegir, que pareja tener, etc.
Termino con un pensamiento de Jean Cocteau: “Lo consiguieron porque no sabían que era imposible”.
jueves, 12 de abril de 2018

CURSO CONOCERSE PARA CRECER



El hermoso magnolio del jardín ha crecido, y en sus ramas superiores las flores de las piñas están cerradas. El invierno se alarga en estos primeros días de la primavera.

No es el comienzo de ninguna novela.
Es el sentimiento de dos de las quince personas que han tenido el privilegio de compartir un corto fin de semana en La Virgen del Camino.
¿El motivo del privilegio? Alfonso Echévarri. Navarro, psicólogo, biólogo.  Conocedor de la raza humana. Comunicador imprescindible cuando se trata de estrujar el tiempo, aprovechándolo hasta las últimas consecuencias.

Tardaremos mucho tiempo, y posiblemente no lo consigamos, en desgranar todo el saber, el conocimiento, la humanidad, que Alfonso distribuyó en cuatro días. Posiblemente, más tiempo tardaremos en digerir la cercanía, el cariño, la dedicación, la discreción, de Juan y de Carmen, de Carmen y de Juan. Gracias, maestros del buen hacer.

Nos quedamos con tres de los pensamientos que Alfonso nos trasladó:

Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.
Nunca te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún sitio.
Las únicas personas que disfrutan a tope de la vida son aquellas que saben que van a morir. 

¡Ah!, que no hemos dicho por qué hemos estado en La Virgen del Camino disfrutando de Alfonso, de Carmen, de Juan y de trece compañeros y compañeras del Teléfono de la Esperanza y del magnolio del jardín. "Conocerse para crecer", ese curso del Teléfono ha sido la excusa para conocer gente maravillosa que nos hace maravillarnos. Y tenemos por delante ocho días para seguir conociéndonos a nosotros mismos, disfrutando de los amigos y amigas con los que hemos compartido risas, lágrimas, películas, sopa de estrellas, paella. Y mucho cariño. Ese no se ha acabado y seguiremos abusando de él.
Ana y Dionisio.

En Delfos (Grecia)  existió un templo a que acudían personas de muchos lugares para consultar el llamado oráculo de los dioses. En el pronaos de ese templo figuraba una inscripción: CONOCE A TI MISMO.
El ser humano, desde tiempos muy antiguos, se ha realizado una pregunta: ¿QUIEN SOY?
El primer fin de semana de abril el  Teléfono de la Esperanza, a través de Alfonso, Carmen y Juan (junto con cada una de las personas que hemos participado), nos ha regalado vivir una experiencia titulada Conocerse para Crecer.
A lo largo del fin de semana, y en un ambiente acogedor, hemos adquirido nuevos conocimientos sobre lo que se denomina YO.  Hemos aprendido que tenemos varios Yo: el yo social, el yo negado, el yo real, el yo padre, el yo adulto, el yo niño…… ¡cuántos Yo!
Centrados en nuestra dimensión exclusivamente humana, hemos formulado varias preguntas: ¿cuál es el sentido de la vida?: ¿Para qué soy diferente? ¿De  verdad puedo cambiar? Hemos hablado de emociones, de apegos, de aceptar, de responsabilidad, de cambio sin cambio…..y, sobre todo, hemos vivido viviendo intensamente lo que estábamos compartiendo.
Ha sido gratificante verme-vernos tanto internamente, como a través de cada uno de los seres humanos que estábamos presentes.
Quizás no sea posible que, desde nuestra dimensión humana, lleguemos a conocernos plenamente, y me surge una pregunta: ¿Importa? No lo sé, para mí  lo divertido es el proceso, el camino, el día a día, los descubrimientos, las sorpresas, el juego de desvelarnos, de dirigir nuestra mirada hacía la Verdad desnuda (alétheia), en definitiva,  de VERNOS, sin prisa y sin pausa, aquietando el ruido y permitiéndonos el lujo de atendernos.
Para finalizar, nos  hago una invitación: “No intentes conocerte….hazlo” (parafraseando al maestro Yoda en Una Guerra de las Galaxias)…” haz que tu vida sea extraordinaria” (El Club de los Poetas Muertos)…” el universo entero está dentro de ti" (”Manos Milagrosas).
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
Begoña

Nota de la redacción. Este curso ha tenido lugar los días 5, 6, 7 y 8 de abril en nuestra ciudad de León. Ahora continúa un seguimiento de ocho sesiones en nuestra sede.
miércoles, 11 de abril de 2018

Impotencia - Fluir

Enrique Martínez Lozano


El yo busca el “sentimiento de omnipotencia” porque lo necesita, tanto para reafirmarse en su sensación de existencia, como para mantener la creencia de que es él quien controla y dirige lo que sucede. Si a eso le añadimos que, mientras lo siente, mantiene alejada la frustración, podremos comprender el valor que representa.
Se trata, incluso, de algo que todos hemos vivido y con lo que hemos soñado en nuestra infancia, tal como supo verlo Freud al hablar del “sentimiento infantil de omnipotencia” que, más tarde, se proyectará en la figura del padre y después, tal vez, en alguna otra persona, grupo o incluso en una deidad. El ser humano prefiere mantenerlo de cualquier manera, antes que renunciar a él.
Sin embargo, antes o después, la vida se encargará de sacarnos del sueño o engaño –esa es la función de los des-engaños, en cualquiera de las dimensiones de nuestra existencia– y habremos de topar con la realidad, es decir, con nuestra impotencia.
La impotencia conlleva el reconocimiento de los propios límites y carencias y la necesidad de los otros para salir adelante. Así, nos baja del pedestal que nuestra fantasía había construido, nos muestra la falacia de la idea de omnipotencia que nos habíamos forjado y nos invita a soltar las riendas y abandonar el control. Soltamos las riendas porque comprendemos que nunca habían estado conectadas a nada, excepto en nuestro sueño ilusorio; abandonamos el control, porque sabemos que no controlamos absolutamente nada. No hay un yo separado que lleve las riendas, ni que controle, ni que haga algo. No existe tal cosa como un “yo hacedor”.
Bien leído, el sentimiento de impotencia es capaz de conducirnos a nuestra verdad: no somos el yo separado que se creía poderoso, sino la totalidad que fluye constantemente en las formas y que se manifiesta también en esto que llamamos “yo”.
Ese reconocimiento nos hace pasar de controlar a fluir. Soltamos la tensión y nos abandonamos a la sabiduría mayor que rige todo el proceso, cuyo desarrollo nuestra mente limitada es incapaz de captar. Al comprenderlo, nos anclamos en la verdad de lo que somos y experimentamos, ahora sí, la libertad.
La totalidad se manifiesta en la forma de una inmensa corriente que fluye con sabiduría. La persona, antes de la comprensión, es como un remolino que hubiera olvidado que es agua, y se empeñara en controlar las circunstancias para no perder su forma retorcida. La fuerza de los hechos podrá hacerle ver que no es el remolino que pensaba ser, sino la misma agua que ha tomado una forma concreta. Mientras se creía remolino, alardeaba de control y de libertad. Pero era solo un espejismo pasajero. Al reconocerse como agua, recupera la libertad.
¿Río o remolino? Los humanos somos paradójicos: participamos de ese “doble nivel”: totalidad y forma limitada, identidad y personalidad, consciencia y yo… ¿Cómo vivirlo con sabiduría? Los filósofos estoicos nos dejaron una clave que me parece profundamente sabia: distinguir lo que depende de nosotros y lo que no depende nosotros. En esto último no tenemos nada que hacer, pero al mismo tiempo, lo que no depende de nosotros no puede dañar lo que somos en lo más profundo, porque afectará únicamente a la forma (persona) que tenemos. Nuestra capacidad de maniobra queda limitada a lo que depende de nosotros. Y eso no es otra cosa que nuestra mente, es decir, el modo como interpretamos todo lo que nos sucede. Lo cual encierra un certero mensaje: lo decisivo –también en las crisis– no es lo que nos ocurre, sino cómo interpretamos lo que nos ocurre. Mientras crea ser un yo separado, será imposible superar la sensación de impotencia y abandonar el control; cuando, por el contrario, comprenda que soy uno con todo, mi existencia se convertirá en un canto a la Vida, en la que me dejaré fluir, consciente de ser uno con ella.
martes, 10 de abril de 2018

Nieve

Caligrafía de emociones
Jose


Hay algo familiar
sobre el cielo pálido
y la forma en que cae la nieve
como deseos de inviernos pasados
y la forma en que cubre la tierra
en una manta
de sueños fríos y olvidados
lunes, 9 de abril de 2018

Mindfulness





El mindfulness o atención plena es la conciencia que surge al prestar atención de una manera determinada: a propósito en el momento presente, sin emitir juicios sobre las cosas, viéndolas como son. Esta actitud nos permite ver claramente lo que sucede en nuestras vidas.
La cualidad de la atención plena no consiste en una presencia neutral o indiferente. La verdadera atención plena está llena de calidez, compasión  e interés. El mindfulness funciona porque nos enseña a ser más conscientes, afectuosos y compasivos.
ACTITUDES:
  • No juzgar
  • Mente de principiante
  • Paciencia
  • Confianza
  • Aceptación
  • Soltar
  • Pasar del modo “hacer” al modo “ser”
BENEFICIOS:
  • Reduce automatismos.
  • Minimiza los efectos negativos de la ansiedad.
  • Invita a aceptar la realidad tal y como es.
  • Anima a disfrutar del momento presente.
  • Potencia nuestra autoconciencia.
  • Reduce el sufrimiento y la impulsividad.
  • Aumenta la concentración
EN EL ÁMBITO DE LA SALUD:
  • Respiras mejor.
  • Relajas cuerpo y mente.
  • Mejora la calidad del sueño.
  • Mejoras los hábitos alimentarios.
  • Recargas energías del propio cuerpo.
  • Las metas son más realistas.
  • No sumar más sufrimiento añadiéndole rabia u otras emociones al malestar.
  • Aceptas la realidad tal y como es.
  • Centras la atención en otras cosas que también están sucediendo mientras tanto.
  • Te fortaleces ante la adversidad.
PRACTICA:
  • Práctica diaria de meditación formal
  • Práctica diaria de meditación informal
  • Respiro de tres minutos cada vez que se necesita.
MINDFULNESS ES VIVIR EN EL AQUÍ Y EL AHORA.
Manuel Machío


MINDFULNES, es uno de los talleres más prácticos que conozco; se trata de aprender técnicas, para APRENDER A DISFRUTAR DEL MOMENTO PRESENTE, poniendo atención, a todos los mensajes que nos dice nuestro cuerpo, aprender a no juzgar nada de lo que pensamos ni sentimos, TODO ES  BUENO, y como dice  Carmen nuestra gran maestra, TODO LO QUE VIENE CONVIENE.
Es muy gratificante aprender a disfrutar de cosas cotidianas, como puede ser, el suave cosquilleo que hace mi cepillo de dientes en la boca, saborear,  el olor,  la textura y la masticación de los alimentos, descubrir el agradable olor del gel de ducha y la caricia del agua sobre mi cuerpo....
Cuando conocí MINDFULNES entendí que la vida cambia si me permito valorar TODO lo que hay en ella, porque el día a día, está lleno de momentos agradables, que pude descubrir en este taller, para poder sentir más paz en mi vida y no ir EN PILOTO AUTOMÁTICO, esto no quiere decir que todo lo vea de color rosa, sino que el gris, también existe, siendo consciente de que es un color más.
De la mano de Carmen, por su dulzura y saber en el tema, el taller es mágico, valoro mucho su entrega y dedicación, así como el de todo ESE GRAN EQUIPO de voluntarios que hacen posible estas formaciones.
Carmen, un gran abrazo de colores.
Mª. del Camino Morla del Cano
domingo, 8 de abril de 2018

El curso natural
de las cosas

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Hace muchos años –aún no había yo empezado a estudiar en la Universidad– escuché a una compañera decir, con total seguridad por su parte, que el “curso natural de las cosas” sería que a los 23 años acabaría la carrera, a los 24 encontraría trabajo y los 25 se casaría y formaría una familia. Aquello me quedó grabado significativamente (no sé si por eso del “curso natural de las cosas”)
Ha pasado el tiempo. La compañera tuvo que abandonar la carrera que había iniciado porque suspendió todas las asignaturas del primer curso. Encontró trabajo cerca de los 30. Y a día de hoy, que yo sepa, ni se ha casado ni tiene hijos.
Hace unos meses escuché a un compañero hablar en términos más o menos similares, asegurando lo que iba a pasar, dado “el curso natural”. Me recordó aquella historia y he seguido la evolución del “curso natural” de su asunto con cierto interés.
A meses vencidos nada tiene que ver el “curso natural” por él pronosticado con el curso real que ha tomado su historia.
Ello me ha demostrado una cosa: podemos hacer todos los planes que queramos –pensando que controlamos algo– que ya la vida se encargará de ir a su ritmo y por su camino. Si lo aceptamos y nos incorporamos a su devenir, bien. Y si no, a sufrir.
Así que cuando nos dé por programar según el “curso natural de las cosas”, pensemos que, en el fondo, programamos para pasar el rato y ocupar el tiempo. Lo que vaya a pasar es otra historia. Puede que coincida con nuestro concepto de curso natural. Y puede que no.
sábado, 7 de abril de 2018

Taoismo




Las palabras nunca pueden portar en sí mismas la belleza de un árbol; para comprenderlo, debes verlo con tus propios ojos.
El lenguaje no puede captar la melodía de una canción; para comprenderla debes oírla con tus propios oídos.
Lo mismo ocurre con el Tao: la única forma de entenderlo es experimentándolo directamente. La verdad sutil del universo es inexpresable e impensable.
Por ello, las enseñanzas supremas son sin palabras.
Mis propias palabras no son la medicina, sino una receta; no un destino, sino un mapa para que lo alcances.
Cuando llegues allí, silencia tu mente y cierra tu boca.
No analices el Tao. Esfuérzate, por el contrario, en vivirlo: en silencio, sin división, con todo tu armonioso ser.
Cualquier infelicidad es creada por la actividad de la mente.
¿Puedes abandonar palabras e ideas, actitudes y expectativas?
¿Puedes permanecer en calma y mirar dentro? En este caso, verás que la verdad está siempre disponible, siempre sensible.
jueves, 5 de abril de 2018

Curso "El arte de comunicarse bien"

Marieli


El arte de comunicarse bien, qué bien suena y haber trabajado este curso ha sido un lujo, tiene mucha miga. No sé si os pasa a vosotros pero a veces pienso que no me explico bien cuando quiero expresar alguna emoción porque no me siento comprendida, parece que entienden justamente lo contrario y otras veces surgen malentendidos porque la que no ha comprendido bien al otro, he sido yo. No es fácil, no.
Comunicarnos nos comunicamos, pero atender al otro, hacerle sentir comprendido, asistido, acompañado y sobre todo que nos llegue lo que quiere transmitir, sin juicios, sin añadir de nuestra cosecha, sin dar consejos… y luego saber defender nuestros sentimientos sin hacer daño al receptor, la importancia del “cómo se dicen las cosas” más que el “qué se dice”; trabajar la empatía.
En este curso hemos trabajado todo eso, nos han dado pistas para saber comunicarnos, frases que nos ayuden a abrir corazones, a soltar las emociones y poder tener una comunicación más franca y honesta y todo ello en un clima de escucha, de comprensión porque he conocido un grupo de personas fantásticas donde sus experiencias me han servido para mejorar las mías y donde me he sentido acompañada y reconocida y he podido expresarme con libertad siendo yo misma. Por ello, acabo este curso con optimismo, sabiendo que está en mí el cambiar la comunicación con el otro y que esto es un pasito más para hacer mejor las cosas y que aunque al principio me apunté al curso un poco de rebote, ahora sé que debía estar en él para aprender algo más que no sabía.
Agradecer la sinceridad de mis compañeros, la paciencia de Angel y el compromiso que pusieron Juan, Yoli y Maite.
miércoles, 4 de abril de 2018

Siempre juntos

Valentin Turrado



Siempre juntos

Cuanto te vayas lejos
y no me veas a tu lado,
espérame, por favor.

Cuando me vaya lejos
y no te sienta junto a mi,
te esperaré, por Dios.

Este camino es para hacerlo juntos.
martes, 3 de abril de 2018

Los sentimientos

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra




Los sentimientos son moralmente neutros. Sin embargo, eso no niega que, al menos desde una perspectiva pedagógica, reconozcamos sentimientos “constructivos” y “destructivos”: el amor, la alegría, la paz, la solidaridad, la compasión… formarían parte del primer grupo; el odio, la apatía, la tristeza, el malestar, el egocentrismo… se incluirían en el segundo.
Esa clasificación tiene una finalidad pedagógica, porque nos ayuda a ver que el tratamiento que corresponde a cada uno de esos grupos ha de ser diferente.
En el caso de los sentimientos que hemos llamado “constructivos”, se trata de reconocerlos como reflejo de nuestra verdadera identidad: amor, alegría, paz, solidaridad, compasión…, es lo que somos. Por tanto, cuando tales sentimientos se despiertan o afloran, lo adecuado es permitirnos sentirlos conscientemente e impregnarnos de ellos, sin apropiación, reconociendo que brotan de lo que –más allá de nuestro psiquismo- realmente somos.
En el caso de los sentimientos denominados “destructivos” –aunque en realidad, hablando con rigor, únicamente es destructiva la actitud que lleva a identificarse con (o reducirse a) ellos-, los pasos a realizar serían los siguientes:
  • identificarlos, nombrarlos, verbalizarlos,
  • dejarse sentirlos,
  • aceptarlos,
  • no reducirse a ellos,
  • comprender (descifrar) de dónde vienen,
  • acogerse a sí mismo/a desde un amor incondicional
  • y vivirlos desde la identidad profunda.
Con esas claves, se puede favorecer y potenciar el crecimiento psicológico. Porque solo el contacto con los propios sentimientos permite habitarse a sí mismo/a yvivir en el presente.
La lejanía del propio cuerpo y de los propios sentimientos implica distancia de sí y, en último término, distancia de la vida. Es cierto que la lejanía empezó como una huida, y siempre que esta se produjo es porque hubo miedo: el miedo es lo que nos hizo (hace) huir.
Por eso, tendremos que encontrar el modo de “mirar de frente” al miedo –o a cualquier sentimiento del que hemos tendido a alejarnos-, si queremos vivir conectados con nosotros mismos y con la Vida que constituye, en último término, nuestra identidad más profunda.
Y en ese camino, cualquiera puede experimentar –como han enseñado todas las grandes tradiciones espirituales- que es el cuerpo la gran puerta que nos trae al presente. Ejercitarnos en sentir el cuerpo –o en vivir la respiración consciente- es una de las herramientas más eficaces para “volver a casa”.
La conclusión parece clara: ante cualquier cavilación mental o rumiación (con el consiguiente peligro de identificarte con los sentimientos y reducirte a ellos), ante cualquier tendencia a huir (con el consiguiente peligro de represión y rigidez), párate: siente lo que hay, sin dar vueltas, sin contarte “historias mentales”…, o lleva la atención a la respiración.
Acoge el sentimiento que sea, acéptalo, “míralo a los ojos”, permitiéndole estar en tu campo de consciencia, pero sin olvidar en ningún momento quién eres. Consciente de que ese sentimiento no da ni quita nada a tu verdadera identidad: quien realmente eres está siempre a salvo.
Y observa que, tras cualquier malestar, siempre hay un pensamiento erróneo que te estás creyendo, y al que le estás dando poder sobre ti. Por eso, al mismo tiempo que te acoges con el sentimiento doloroso, pregúntate qué pensamiento ocupa tu mente. Descúbrelo y atrévete a decirle: “eres solo un pensamiento; no tienes más poder que el que te da mi propia creencia; no eres real, así que dejo de creer en ti”.
Para verificar el cambio, advierte cómo te sientes cuando quitas ese pensamiento. Y, apoyado en una atención desnuda de pensamientos, permítete descansar en lo que es.
lunes, 2 de abril de 2018

Felicísima

El rincón del optimista
Juan
No es una mujer que se sienta extremadamente feliz, es el nombre que le pusieron en la pila bautismal a una tía de mi esposa (tía mía también), aunque todos la conocíamos como Inma. Para mejor decir, Felicísima ‘es’ su nombre, pues aunque haya muerto hace ya unos años, el nombre, al igual que el recuerdo, prefiero conservarlo en presente de indicativo. Esta es una idea mía que quizá ya conozcas.
Felicísima hacía honor a su nombre. Siempre de buen humor, siempre sonriendo, siempre con palabras amables y conciliadoras, siempre pendiente y dispuesta a arrimar el hombro. Y eso que la vida le puso a prueba. A su marido, tío Elías, le mató un rayo cuando realizaba tareas agrícolas en el campo. Fue una tragedia. Ahí quedó la buena de Inma con tres hijos creciditos, pero le tocó tirar del pesado carro a ella sola, con parte de ayuda del resto de la familia. Fue padre y madre hasta que los hijos pudieron volar del nido. Superó la prueba con nota alta. Y al cabo del tiempo acabó convertida en una de las mejores abuelas cuando asumió con gusto el cuidado, por no decir crianza, de los cinco nietos que pasaron por sus manos.
Sí, ya sé que a otras muchas mujeres les tocó pasar por lo mismo que a tía Inma. Pero acudo a lo conocido, lo cercano. Ahora, donde pone Felicísima o Inma, pon tú el nombre que quieras de una mujer que le haya tocado vivir la segunda mitad del siglo XX, tiempo de postguerra,  de carencias, que hicieron acrecentar el instinto de supervivencia, sin perder nunca de vista el corazón. Estaban hechas de otra pasta. Madres nuestras, abuelas, tías… que se levantaban de la cama las primeras, se sentaban a comer las últimas y se acostaban cuando ya no quedaba ningún sonido en la soledad de la noche. No me digas que no es para hacerlas un monumento bien grande.
Asín sea.
domingo, 1 de abril de 2018

Mudanzas sin prisa

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Con el agua al cuello, Jesús Aguado

Decía Santa Teresa que, en tiempos de crisis, mejor no hacer mudanzas.

Ella lo dijo en el siglo XVI y yo he descubierto, en el XXI, que es verdad. Mi experiencia vital me ha demostrado sobradamente que, cuando algo se está tambaleando en nuestra vida, es mejor estarse quieta, parar, observar y aprender. Y cuando el ciclón pasa y volvemos a recuperar la calma, es el momento de tomar decisiones. Entonces sí, no antes.

Esto, que parece algo tan simple y tan de sentido común, no siempre resulta fácil. En lugar de parar y aguantar, nos entra a todos prisa por cambiar la situación que nos tambalea. Tomamos decisiones atropelladas y a salto de mata, sin caer en la cuenta de que, así tomadas, resultan parches que sólo nos llevan a una huida hacia adelante y a un sálvese lo que pueda.

He conocido casos en que esa prisa ha llevado a acciones tan disparatadas como romper relaciones de cuajo o dejar el trabajo o cambiar de domicilio o abandonar una medicación o hacer una llamada a destiempo. Decisiones que luego pesan como bloques de cemento y que acaban por causar un malestar peor al que intentaron evitar.

Cuando una crisis nos atraviesa, dejémosla estar. Permanezcamos atentos a lo que nos quiere enseñar. Observemos su punto álgido y su evolución. Mantengámonos en la rutina lo más posible –protegiéndonos- aunque ello suponga agarrarse a detalles nimios y aparentemente insignificantes. Y démosle después las gracias.

Nadie que se oponga a un vendaval abiertamente consigue vencer al viento.