El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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sábado, 29 de octubre de 2016

La dicha de ser,
de Enrique Martínez Lozano

Sepámoslo o no, consciente o inconscientemente, en todo lo que hacemos y en todo lo que dejamos de hacer, los seres humanos vamos buscando la felicidad. Estamos programados para ello. A su vez, nuestra tarea más noble consiste en liberar del sufrimiento a los demás y ayudarles a ser felices.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, lo que nos ocurre es que erramos el camino, con lo que, no solo nos alejamos de la meta anhelada, sino que prolongamos e intensificamos el sufrimiento propio y ajeno.
La única salida pasa por la sabiduría, que no tiene que ver necesariamente con la erudición, sino con aquel saber sabroso que nace de saborear el secreto de la Vida y que nos regala la comprensión de nuestra verdadera identidad. Eso requiere, por nuestra parte, aprender a pasar de la razón al “conocimiento silencioso” (o trans-racional), de las creencias a la certeza, de la idea de separación a la experiencia de no-dualidad, de la confusión mental a la luminosidad consciente. En definitiva, se trata de acallar la mente y poner consciencia en todo lo que nos ocurre.
Eso es vivir con sabiduría. Y ahí se encuentra la clave de nuestra liberación y de nuestra felicidad: la dicha de ser. Porque, en último término, sabiduría y felicidad son la misma cosa.
A Ana, por ser.
“Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo” 
(Heráclito).
“Si entiendes, las cosas son tal como son. 
Si no entiendes, las cosas son tal como son” 
(Proverbio zen).
“Nadie se emborracha con la palabra vino. Nadie se quema con la palabra fuego” 
(Dichos sufíes).
“Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía” 
(William Shakespeare).
“Toda verdad pasa por tres fases: primero es ridiculizada; luego, recibe una violenta oposición; finalmente, es aceptada como evidente” 
(Arthur Schopenhauer).
“Los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender” 
(Kybalion).
“Si las personas definen las situaciones como reales, estas son reales en sus consecuencias” 
(William Thomas).
“Cuando yo era Yolande, no veía el mundo, sino que veía mis pensamientos” 
(Yolande Duran-Serrano).
“No hay otro Dios que aquel de quien nada puede conocerse [pensarse]“ 
(Margarita Porete).
“Aprenderéis que todo era nada. Que todo se pasa. Y que solo Dios basta” 
(Palabras atribuidas a Teresa de Jesús).
“Deja de buscar… Déjate encontrar” 
(Nisargadatta).
La identificación con las creencias constituye el mayor obstáculo para abrirse a la verdad, porque toda creencia, del tipo que sea, nace de la idea (creencia) errónea de la separación.
En cualquier circunstancia, aquieta la mente y pon consciencia.

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