El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 3 de mayo de 2010

PAPALAGUINDA

PAPA- LA- GUINDA


Este cuento, historia o leyenda, recuerdo que me lo relató uno de mis hermanos mayores, cuando yo era un niño, concretamente, creo, cuando estaban construyendo el Paseo de Papalaguinda. Me lo leyó de un libro que tenía, que se titulaba Historias y Leyendas.
Paso a relatarlo.
Sobre el siglo X, el Rey de León tenía por costumbre visitar al abad de un monasterio que se encontraba, según dicen, ubicado donde actualmente se encuentra la Iglesia de San Claudio.
En uno de esos días en que el Rey fue a visitar al abad, llevó consigo a su hijo el principe, y, por el camino que iba al monasterio había una mujer campesina vendiendo guindas, al verla el Príncipe le dijo a su padre que quería unas pocas guindas, el rey mandó para la comitiva y se las compró.
Pero, el Rey acordó con su hijo, que no se las daba todas, por precaución de que se las comiese muy seguidas y le hicieran daño, que cada vez que quisiera una se la pidiese.
Continuaron camino del monasterio y de vez en cuando el principe le pedía una, “papá, la guinda”. Así todo el camino.
Una vez en el monasterio, el rey y el abad se pusieron a charlar, pero el Príncipe cada poco les interrumpía y decía, “papá, la guinda”. El abad sorprendido por las interrupciones, pues no entendía lo que decía, le preguntó al rey que era lo que quería. El rey le relató lo sucedido cuando iban de camino al monasterio.
Depués de aclarado, el abad se hechó a reir y le hizo tanta gracia, que le dijo al rey:
“Con el permiso de Vuestra Majestad, quiero que a partir de hoy, el llamado Camino del Calvario, sea llamado el Camino de PAPALAGUINDA”.
De ahí el nombre que en la actualidad tiene el paseo, aunque hay otras versiones.

Jesús.-

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