El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 31 de agosto de 2014

«Avistar»

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
El faro. Foto Jesús Aguado
Hay lugares para ser vistos y lugares para ver. Y, a veces, lugares para ver sin ser vistos, que nos dan una perspectiva de las cosas amplia y bastante objetiva (suponiendo que exista la objetividad).
Desde la posición del testigo incógnito una ve cosas que no siempre quisiera ver y llega a conclusiones que tampoco quisiera sacar. Pero, inevitablemente, ve y concluye.
La paradoja está entonces en si hablar o callar. Decir lo que ve y cómo lo ve o callar respetando el ritmo de cada uno, previendo dónde le va a llevar ese ritmo si no hay un cambio de rumbo. Pero ¿cómo señalar ese cambio? ¿Cómo intervenir desde el respeto sin ser entrometida? ¿Cómo proponer cambios sabiendo, además, que sólo es una propuesta sin garantía de solución absoluta?
Es difícil este papel. Sobre todo, porque una palabra a destiempo puede generar una actitud defensiva y cerrada en el destinatario que bloquee cualquier otro intento de comunicación. Pero callarse puede llevarnos a una actitud pasiva –o peor, pasota- que se acerca a la indiferencia.
No sé, no sé… A veces preferiría no avistar a tan larga distancia.

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Siempre es necesario que alguien vea un poco más allá para advertir, avisar, profetizar...

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  2. Según las situaciones. Pero a Pepi cada día le parece mejor estar calladitos, porque a veces al hablar se molesta a las personas sin querer.

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  3. También callando se puede molestar.

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  4. Me inclino por decir antes de callar y callar, eso sí decir por tino, por vista, sugiriendo...

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  5. Escribana: siempre me haces reflexionar y aprender; lo que nos callamos muere con nosotros, sea positivo o negativo, dar una opinión, desde nuestra pespectiva, si ofende o agrada, depende del receptor.

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