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pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 7 de agosto de 2014

El tacto

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
En cualquier manual de medicina podemos leer algunas características universales del sentido del tacto. Por  ejemplo: que la piel tiene más peso que cualquier otro órgano de los sentidos: supone el 20% del peso total del cuerpo del recién nacido y el 18%  en el adulto.
Además, se forma en los primeros meses de gestación y procede del ectodermo del embrión, que también dará origen al sistema nervioso (ésta es una de las explicaciones que se dan para vincular las enfermedades de la piel con los trastornos psíquicos: tienen el mismo punto de partida).
Todo ser vivo tiene una configuración externa en forma de piel, caparazón o corteza. Sin ella, además no podría existir; se puede vivir sin los otros sentidos (vista, oído, gusto y olfato) pero sin un porcentaje elevado de piel es imposible no morir. Incluso a través del tacto podemos suplir la deficiencia de algún otro sentido. Un ejemplo, la escritura-lectura  Braille para ciegos.
La piel, además de ser el órgano de los sentidos más grande,  realiza múltiples funciones, que podemos resumir en las siguientes: limitación y protección (contacto), estimulación sexual, termorregulación (respiración y exudación) y una sensibilidad compleja (táctil, térmica y dolorosa).
Resumiendo, podemos afirmar que la piel tiene una triple finalidad, aparentemente contradictoria, pero que es complementaria: separación, contacto y limitación. Es decir, nos defiende y aísla del exterior, pero al mismo tiempo a través de la piel podemos sentir el mundo que nos rodea. Podemos acariciar, pero también agredir. Nos delimita pero también nos posibilita el contacto con los otros. E incluso es un elemento fundamental en el desarrollo  psicológico del sujeto.

Psico(pato)logía del tacto
La importancia de este contacto físico se comprueba en los momentos de crisis o de una fuerte emoción (pérdida de un ser querido, enfermedades, ruptura sentimental, etc.), donde un abrazo (¡un sentido abrazo!) sin ninguna otra expresión de dolor, puede neutralizar  la fuerte angustia. En estos momentos, las palabras sobran, y se reproducen la imagen primigenia de la madre abrazándose a su bebé: piel con piel se transmite mejor el sufrimiento pero al mismo tiempo también la serenidad y la paz por no sentirse solo. Es como reproducir la experiencia del bebé, que tras el trauma del nacimiento, es depositado sobre el pecho de la madre. Ahí se siente seguro pese al cambio brusco de la ruptura de su estabilidad uterina.
Tener un "buen vínculo" en la infancia supone un salvoconducto para un desarrollo armónico de la personalidad. Y uno de los caminos para conseguirlo es el contacto físico: a través de él, el ser humano se siente (reconoce su entorno), siente al otro (sabe reconocer cuando termina uno y empieza el otro) y va configurando sus posibilidades.
El tabú al contacto físico aparece cuando toda relación se sexualiza, llegando a situaciones extremas, como las que me comentaba en cierta ocasión Antonia, paciente depresiva desde hacía muchos años: “mi padre nunca me abrazó, ni besó, y mi madre siempre respondía con un "gruñido" cuando me acercaba a ella para acariciarla”. Tocar era sinónimo de pecado. Incluso en el psicoanálisis ortodoxo se recomendaba el distanciamiento físico del paciente (¡prohibido tocar!). Pero hoy sabemos que un signo de salud mental es saber mantener relaciones adecuadas consigo mismo y con el entorno. Saber situar la barrera del contacto físico ni muy lejos ni muy cerca, sino en el punto adecuado de cada relación. Aquí tanto se peca por exceso como por defecto.
Cuando este equilibrio se rompe puede dar lugar a la simbiosis (ruptura de límites con el otro: los dos son una misma cosa) o a las conductas psicopáticas de separación.  El primer caso dará lugar a estructuras psicóticas (autismo, esquizofrenia infantil), donde la separación madre-hijo, no se ha producido; en el otro extremo, se encuentran las conductas psicopáticas, que indican  que la única forma posible de separación es la ruptura y la confrontación (delincuencia, robo, drogadicción, serán algunas de sus manifestaciones). Una tercera vía, intermedia de las anteriores, son las estructuras depresivas: el otro ha existido, se ha disfrutado de su contacto físico, pero se ha perdido (por muerte, separación  etc.). Es como si el depresivo se impusiera la pena de no-sentir, y en la culpa viera la única forma de purgar su falta.
Estas experiencias se van  repitiendo a lo largo de la biografía de cada sujeto y van configurando su forma de estar-en el-mundo (psicótica, psicopática, depresiva). Este ir y venir hacia el otro, a través del contacto físico, constituye el soporte de la armonía consigo mismo y con el entorno. Es la base de la felicidad y de la salud mental del individuo. Lo adecuado es conseguir un equilibrio saludable entre la simbiosis y el distanciamiento.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Interesante reflexión. Destaco la última frase: lo adecuado es conseguir un equilibrio saludable entre simbiosis y distanciamiento. Nacemos en familia, tenemos una intensísima relación con los padres, es necesario separarse y buscar cada uno su propio camino, pero manteniendo esos lazos humanos que tanto bien nos hacen, quizás esto explique cómo tira el lugar de nacimiento aunque aparentemente fuera poco atractivo. Abrazar es necesario, tocar qué bien viene tantas veces, sin ser pegajoso, sin atosigar, respetando los límites de los demás....Pero abrazar qué bien viene...En el TE somos expertos cuando nos aludamos...con un beso o un abrazo...generalmente acompañados de una sonrisa...por eso camino vamos muy bien...Norecic

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  2. Como en todas la situaciones de la vida en el medio está la virtud.
    Pero Pepi en todos los Cursos, Grupos y Talleres que ha realizado siempre se ha llegado a la conclusión de lo importante que es haber vivido en la infancia en un ambiente familiar equilibrado: que a los hijos les han dado cariño, seguridad, que sabían que sus padres estaban ahí siempre que los necesitara etc. etc.... Esta era la mejor herencia que habían recibido. Y en su vida de adultos ante los diferentes problemas, dificultades etc que se les presentaban los resolvían sin tanta incertidumbre, inseguridad, que los que no habíamos tenido esas vivencias.

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