El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
jueves, 14 de enero de 2016

Año nuevo.
Vida nueva

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Ante un nuevo año siempre se repite la misma historia: un montón de propósitos a realizar. Es como si nuestra “esperanza” se despertara y se concretara en diversos proyectos: dejar de fumar, aprender inglés, hacer dieta para adelgazar, y un largo etcétera.
En estos días, primeros de 2016, he releído un intenso libro de Laín Entralgo, La espera y la esperanza. En ese texto el autor describe de forma magistral la estructura de la esperanza, que él define como un “hábito constitutivo” del ser humano. Es decir, la persona no puede no esperar. Al menos siempre esperamos ser uno mismo, seguir existiendo o ser algo más. De lo contrario se produciría la desesperación y la desesperanza y consiguientemente la muerte.
El inicio de un nuevo año, es como un rito de paso, y es una buena excusa para convertir nuestras esperanzas en proyectos, que siempre podemos iniciar pero que en estas fechas cobran más sentido si cabe.
Hoy también sentimos que la esperanza cobra un valor intenso como en los momentos de gran sufrimiento: diagnóstico de cáncer, muerte de un familiar, etc. Aquí la esperanza se convierte en sentido. El sentido de la vida, pues, es la concretización del “hábito de esperanza”. En esas situaciones límites solo podemos cambiar de actitud, resignificando el momento y así encontrar sentido al sinsentido de la enfermedad o la muerte.
Como sabemos el ancla simboliza a la esperanza como la paloma simboliza la paz. Por esto, en la tormenta de nuestras vidas (muertes, sufrimiento, enfermedad, pérdidas, etc.) debemos lanzar el ancla (la esperanza) y mantenernos firmes en la adversidad. La esperanza, en esas circunstancias, es el punto de apoyo de nuestra existencia. Esta es una de las razones por la que se dice que “la esperanza es lo último que se pierde” y añado yo, pero es lo primero que tiene el ser humano.
Es verdad, que “año nuevo, vida nueva” pero lo deseable es no limitar a estas fechas nuestro posible cambio sino que estemos en un continuo proceso de reactualización de nuestra esperanza. Sabiendo como sabemos, “que el cambio es lo más constante de nuestras vidas”, pues la vida es cambio y esperanza.

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. La esperanza es sin duda nuestra principal razón de existencia.

    ResponderEliminar
  2. Por lo menos la mia lo es.

    ResponderEliminar
  3. A Pepi, con la exposición de Alejandro Rocamora la ha recordado la frase del Teléfono de la Esperanza;
    "Donde hay Esperanza todos los problemas son relativos".







    ResponderEliminar