El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 15 de abril de 2016

Sin palabras




Hace unos días asistí al último espectáculo del grupo Tricicle. Supe de gente que no  sacó entrada simplemente porque los componentes son catalanes. Oye, no entiendo esa tirria que les ha entrado a muchos por los catalanes o cualquier cosa relacionada con Cataluña. Imagino que se habrán contagiado por ese supuesto conflicto político totalmente interesado. Bueno, no era de este asunto del que quería reflexionar hoy. Sabéis que el humor que desarrollan estos tres artistas se basa en los gestos, la mímica, es decir, sin palabras y, la verdad sea dicha, tienen unos sketch o escenas que yo considero entre muy buenos y geniales, con detalles que son para partirte de la risa. De hecho yo salí del Auditorio con dolor de abdominales de tanto reír.
A la salida y los días siguientes hablé con varios conocidos sobre la grandeza de hacer humor sin palabras y caímos en la cuenta de que hay grandes cómicos que han pasado a la historia sin decir ni pío: Charles Chaplin, Buster Keaton,  Stan Laurel y Oliver Hardy (El ‘Gordo’ y el ‘Flaco’), Harold Lloyd, Benny Hill, Mr. Bean… Y si estas personas son capaces de transmitir unos sentimientos tan fuertes como para provocar la carcajada sin soltar una sola palabra, igual habría que pensar que muchas veces las palabras sobran.
Quien habla puede equivocarse. Esos refranes como: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”; o “A boca cerrada no entran moscas” tienen cada vez más sentido. El lenguaje corporal, los gestos, las miradas… son tan importantes o más que el lenguaje hablado. Vivimos, dicen, en el mundo de las imágenes. El sentido último del mismo Teléfono de la Esperanza es escuchar, es decir, la ausencia de palabras como sistema para ayudar, entender, apoyar, echar un cable. Y se puede decir tanto con una mueca, un gesto o una mirada… De hecho, prefiero un encuentro en la calle con alguien donde sólo hay un intercambio de miradas o un gesto de complicidad que una parrafada larga que acabe con la frase de “vaya pesado” o “vaya plasta”. Y el riesgo de ‘encontrarte’ con una de estas personas y que “te agarre” es realmente grave, pues quizá hayas dado al traste el plan previsto, llegarás tarde a una cita y alguien pagará tu improvisada conversación. Bueno, sin exagerar, pero que si un día me cruzas por la calle y ves que sólo te saludo con la mano, con una sonrisa o con la vista, no me juzgues de antipático, no seas severo, recuerda que no estamos obligados a repasar nuestras vidas a la carrera. Si tengo prisa te lo diré sincera y abiertamente para ‘despacharte’ con dos palabras. Pero recuerda que sin palabras podemos saber perfectamente que todo marcha bien o que, al menos, seguimos vivos… que no es cosa menor, lo que quiere decir que es cosa mayor… que diría el otro.
Asín sea.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Optimismo sin palabras. Es cierto, la persona optimista no precisa decirlo, se le nota

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  2. Aprender a callar y escuchar. BlueBoy

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  3. Se habla más con el lenguaje NO VERBAL, que con el VERBAL. Pepi

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  4. No me gusta la ciudad en la que vivo, no me gusta el país en donde vivo, no me gusta el mundo en el que vivo, NO me gusta lo que escucho, tan sólo en el silencio y en las NO palabras encuentro sosiego y paz

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  5. Hay personas que no pueden estar calladas, hablan, hablan y reahablan, y a mi me agotan, ¿será que no se escuchar?
    FLS

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