El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
lunes, 8 de mayo de 2017

Los dos movimientos del corazón

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


La existencia humana se ha comparado con un tobogán (con subidas y bajadas), con una montaña (una ascensión ardua hacia la cima), con un valle de lágrimas (acentuando la parte oscura), pero hoy se me ocurre pensar que es similar a un corazón.
Un pequeño recordatorio de fisiología humana. El corazón, órgano fundamental del ser vivo, tiene dos movimientos diferentes, pero complementarios: sístole y diástole. El primero permite que el corazón se cargue, que acumule sangre para que en el otro movimiento, diástole, pueda esparcirlo por todo el organismo. Si uno de estos movimientos se “estropea” o  no funciona se produce la muerte. La sístole y la diástole, pues, son necesarias e imprescindibles para la vida.
Toda persona, hoy se me ocurre, que funciona como un inmenso corazón: necesita recibir cariño, afecto, seguridad, comprensión, etc. (sístole), pero también es necesario que sepa dar, solidarizarse, vincularse con el otro, sentirse útil, etc. (diástole). Tanto si no se produce el primer movimiento (recibir), como si no se produce el segundo (dar), la persona psicológicamente muere o al menos no crece. En el primer caso, lo que se  produce son personas inseguras, con baja autoestima y con incapacidad para asumir las frustraciones pequeñas o grandes; el segundo supuesto da origen a las personas narcisistas donde lo que siempre prima es yo, yo y yo.
Por el contrario, existen personas, todos las conocemos, que su vida pivota en la actitud de estar siempre viviendo de las migajas de los demás: son las personas dependientes, sumisas, sin iniciativa, sin proyectos (sus proyectos son los de su pareja, padres, compañeros de trabajo, etc.). Se encuentran en una posición de sístole. Son como “un saco sin fondo” que por mucho que reciban nunca se llenan.  Son “los pordioseros de amor”, como los definió un psicoanalista. Nunca se atreven a ofrecer  algo a los demás y la insatisfacción es la esencia de sus vidas.
Otras, por el contrario, lo que prima en sus vidas son las necesidades de los otros, incluso a consta de olvidar las suyas propias. Esta actitud que en principio puede ser sana  pero si se radicaliza también puede producir malestar. La persona tiene que “dar”, pero también estar receptivo para recibir afecto y reconocimiento. De lo contrario antes o después, como una planta sin agua, llega un momento que la frustración se apodera de ellos al no sentir la seguridad, el cariño de los más próximos. Están tan centradas en el otro, que se olvidan de sí mismas y pueden llegar incluso a la depresión.  
Sístole (recibir) y diástole (dar) son los movimientos que sincronizados nos ayudan a ser felices. El desequilibrio entre ellos (por más o menos intensidad), como ocurre en el corazón físico, ocasionará la muerte psicológica. Ambos movimientos, pues, son necesarios e imprescindibles.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. La foto es elocuente del comentario: Das tu mano y recibes la de la otra persona. Dar y recibir. Sístole y diástole. En equilibrio

    ResponderEliminar
  2. Me ha parecido muy ocurrente la exposición con la comparación de: "Sístole (recibir) y diástole (dar) son los movimientos que sincronizados nos ayudan a ser felices". Tenemos que seguir poniéndolo en práctica, y ante todo no olvidarnos que nosotros somos los primeros que nos tenemos que "alimentar". Pepi






    ResponderEliminar