El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 25 de enero de 2018

El cuento de la rana

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Hace mucho tiempo hubo una carrera... de ranas. Tenían que llegar a lo alto de una torre. Muchos fueron a verlas correr y a apoyarlas. La carrera comenzó.
El público no creía en realidad que las ranas pudieran llegar a lo alto de la torre.
Decían: "¡¡¡Qué horror !!! ¡Nunca lo conseguirán!".Las ranas empezaron a resignarse, salvo una, una que seguía subiendo y subiendo. Y el público seguía: "¡¡¡Qué horror !!! ¡No lo conseguirán...!"
Y las ranas admitieron su derrota. Salvo una, que seguía en la brecha.
Al final, todas las ranas se habían rendido, salvo una, una que con un esfuerzo enorme llegó a lo alto de la torre. Las demás quisieron saber cómo lo había conseguido. Una se acercó para preguntar cómo había conseguido terminar la carrera. Y fue entonces cuando se dieron cuenta…¡ERA SORDA!
Moraleja: Haz oídos sordos a la gente que te diga que no puedes conseguir esto o lo otro.
El humano tiene dos espejos donde mirarse: uno mismo y los otros. La síntesis de las imágenes que proyectan esos dos espejos (sobre nuestras capacidades, nuestras debilidades, sobre la esencia misma de nuestra personalidad, etc.)  configuran la realidad. Ni somos tan “poca cosa” como indica nuestro espejo, ni tan “despreciables” como pueden manifiestan los otros, pero tampoco somos como a veces nos sentimos y nos hacen creer los demás: el número uno y el más perfecto. Sería un error que sólo nos mirásemos en el espejo de los otros, pero también es una equivocación narcisista guiarnos solo por nuestro criterio.
Es cierto, que debemos escuchar a los demás, pero sobre todo debemos escucharnos a nosotros mismos, para ser conscientes de nuestras posibilidades y nuestras limitaciones.  Pero sobre todo es necesario soñar para que los sueños se puedan hacer realidad.

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