Hace años, estando fuera de España, un hombre al que yo tenía por sabio me dijo, no sin cierta amargura, que en la vida sólo hay dos tipos de personas: las que participan y saltan al ruedo a expensas de todo, y las espectadoras que, sentadas a distancia prudencial entre sol y sombra, se limitan a aplaudir, criticar o vapulear al que está abajo.
Entonces, me pareció un análisis un tanto simplista. Hoy, a la vuelta de los años, creo que es muy acertado.
Es cierto que el que se compromete con su realidad y actúa en consecuencia se puede equivocar, fallará más de una vez, acertará otras, y, en cualquier caso, será objeto de críticas siempre.
Pero no es menos cierto que aquel que nunca fallara porque no actúa adolece de algo fundamental y previo a todo lo demás: VIVIR.
La Escribana del Reino
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