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pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 26 de septiembre de 2013

NO HAY AÑOS MALOS



"Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.

Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. “Ser feliz es una decisión”, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: -a aprender a amar -a dejar huella -a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
-Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos,....... 

-Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.

-El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores. Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. Querernos. Crear calidez dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.

Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia espiritual. Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.
Si logramos trabajar en estos puntos y yo me comprometo a intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.

Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".
 
MAMERTO MENAPACE monje benedictino.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Tres grandes retos que asumo como propios: " -a aprender a amar -a dejar huella -a ser felices". Y por este orden: amar, ser felices y dejar huella.

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  2. Estupenda reflexión. No tiene desperdicio.

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  3. Me ha encantado. Me quedo con esta frase: ser feliz es una decisión. A partir de ahí haré mi hogar más cálido, seré libre y los demás no serán mis rivales. Norecic

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  4. ¡VAYA LECCIÓN!. Para que se haga innata en la persona de Pepi, la va a enmarcar, porque ha quedado alucinada, y así al leerla diariamente, le es más fácil para rectificar y seguir por el buen camino.

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  5. ¡Qué sabiduría tan grande la que encierran los monjes,los que preservaron la cultura y no para quedársela,sino para transmitirla, un punto importantísimo para que todos/as tengamos en cuenta. Y es que lo importante no es encontrar, conocer, sino transmitir, a su vez, lo que conocemos, como bien señala este gran benedictino, y el "transmitir" es sinónimo de "compartir" lo que tenemos. Si te gusta que sean amables contigo, lleva la amabilidad contigo, si te gustan los encuentros, no te encierres en casa, sal a la calle, apúntate a un grupo, súmate a una excursión, SUMA y MULTIPLICA, no te restes posibilidades. El que comparte suma y multiplica, agranda su vida, amplía horizontes, abre posibilidades, aunque exista el miedo y la angustia, no dejan que le dominen;aguanta, resiste, a veces como gato panza arriba, pero es la cara y cruz de la vida.

    Y en segundo lugar destaco una frase poderosa: "A esta tierra vinimos a cansarnos" y eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros mismos.
    Es muy reconfortante encontrar palabras de consuelo a todos/as los que están/mos cansados, por diferentes motivos. El cansancio tiene un significado mucho más grande que el recibir un dinero a cambio de lo que hacemos y eso dignifica y engrandence a la persona y al trabajo que realice. Hay que dar sentido a lo que hacemos en nuestra vida o de otro modo andaremos jugando a la gallinita ciega y puede que no encontremos nada; mejor ir con un sentido acertado que bien puede ser el espiritual. Recojo la invitación a este tipo de crecimiento y agradezco a los monjes que sigan siendo portadores de la verdadera sabiduría, aquella que transciende el conocimiento y llega al interior del ser humano, a sus raíces más profundas.

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