El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 7 de febrero de 2016

Una carta y mil preguntas

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

He leído recientemente la carta que un niño de once años dejó escrita a sus padres antes de suicidarse y que éstos han decidido publicar en los medios de comunicación. A medida que leía me salían más y más preguntas.

¿Cómo es posible que la única alternativa que vea un niño a su problema sea saltar por el balcón y desaparecer?

¿Qué educación estamos dando padres y profesionales para que nuestros niños y adolescentes no vean otras vías de solución? ¿En qué valores –tanto que hablamos de ellos- nos fundamentamos? ¿Qué estrategias y herramientas de aprendizaje vital ofrecemos?

¿Qué mundo hemos creado para que algunos no quieran formar parte de él?

¿Dónde quedan la esperanza, el coraje para enfrentar la vida, la resistencia a la frustración, la capacidad de resolución de conflictos, el compromiso y la asunción de responsabilidades? ¿Y la alegría de vivir?

Hasta donde yo sé, educar es desarrollar el máximo potencial de una persona de forma integral. Y ello implica no sólo transmisión de conocimientos (algunos de ellos innecesarios) sino enseñanzas para desenvolverse adecuadamente en la vida y capacidad para aportar lo mejor de uno mismo. ¿Quién está haciendo esto ahora? ¿La televisión? ¿Las redes sociales y sus múltiples derivadas? ¿El día a día sin más?

Detrás de cada “me voy” y sus consecuencias hay un fracaso social, una dejación de funciones, un silencio sordo cuyo grito no podremos aguantar cuando lo miremos de frente.

Si educar no es enseñar a vivir no es nada.

Tenemos 8 comentarios , introduce el tuyo:

  1. "Si educar no es enseñar a vivir no es nada". Qué verdad.

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  2. Me quedo sin palabras y sin respuestas

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  3. Siempre ocurrieron estas cosas. La vida no comete fallos, son nuestras interpretaciones las que dicen esto o aquello porque no pueden asumir lo que es preciso asumir, que la muerte está ahí y que llega y abre la puerta aunque nosotros no queramos que esa puerta se abra.

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  4. Yo también me quedo sin palabras.

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  5. No sé en lo que estamos fallando pero cada vez nos encontramos
    con más casos de acoso, de desprecios, de burlas, de insultos...Y esos valores que desde pequeñitos nos enseñaron como el respeto(al otro y a su forma de pensar), la libertad(ser uno mismo),la igualdad, la verdad, la responsabilidad...presumimos mucho de ellos pero cada vez los practicamos menos.
    JF

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  6. A mi me resulta escalofriante. Pobre niño lo que habrá sufrido.
    Que bien estaría que todos los profesores tuvieran; la teoría y puesta en práctica con los alumnos, de César Bona. La repercusión social seria magnífica. Pepi

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  7. Hola Elena... Esto es un intento para publicar

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  8. Todo cae, todo cae... unos se caen, otros se tiran, se arrojan al vacío cuando han sucumbido ante él. El vacío es una fiera voraz q sí no la domesticados, nos devora, pero ¿cómo domesticar ese vacío? ¿Cómo un niño consigue lo que a los adultos nos cuesta? ¿Qué damos? Poco, nada, insuficiente. Estamos en un claro IN SU FI CI EN TE, todos/as, devorados por la infinitud d la nada, porque no queda nada cuando un niño se ha agotado de vivir. ¿Cómo empezar? ¿Cómo nacer? Espero que este suceso no pase a ser únicamente eso, una cifra más que pase al olvido, porque todo pasa, sí, todo cae, sí, pero No Sé TROS/AS no podemos caer. Tenemos que seguir, que escribir, que hablar, que llenar el vacío existencial con lo que perdure, con lo que llene al ser humano...¿será,acaso,el AMOR?

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