El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 25 de julio de 2018

El arte de dialogar

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Actualmente, “diálogo” es una palabra que está de moda, en nuestro país, sobre todo entre la clase política. Todos, unos y otros, dicen que quieren dialogar, que tienden la mano abierta al adversario político, pero después de varios años no han llegado a ningún acuerdo. Posiblemente sea verdad, que todas las manos están tendidas, pero ninguna encuentra a la otra para darse un apretón y firmar un pacto. Por algo será. También podemos decir que a otros niveles (familiar, laboral o de amistad), con frecuencia, ocurre algo parecido. Pero, ¿qué significa dialogar?
Alguien  ha dicho que “dialogar es el arte de pensar juntos” Esto supone que no se impone un criterio sino que desde el respeto hacia el otro se llega a una conclusión que satisfaga a ambos. El diálogo es una forma de comunicación oral o escrita. Es un intercambio de información y su finalidad es  encontrar la verdad personal (Diálogo socrático) o de una cuestión en particular.
Podemos decir, pues,  que dialogar es un arte, algo más que un intercambio de ideas. Dialogar, en definitiva, implica hablar, callar y escuchar, para juntos encontrar la solución a un problema.
Dos personas auténticas son las que pueden establecer un verdadero diálogo que les ayude a progresar y crecer psicológicamente. Pero como esta situación no es la más frecuente, hay que tener en cuenta algunas “reglas de oro” para que el diálogo sea positivo:
Sentido de la oportunidad: no podemos decir siempre y en cualquier instante lo que creamos, por la sencilla razón que sea verdadero. También para “dialogar en la verdad” hay que buscar el momento más idóneo para comunicarse.
Ponernos en la piel del otro: no podemos dialogar como si fuéramos dos extraños; así el diálogo sale contaminado; se impone un esfuerzo por intentar comprender la posición del contrincante, no para asumir todo lo que nos diga, sino para comprender al menos su postura.
Las prisas son malas consejeras del diálogo: no podemos dialogar bien si ponemos tope al tiempo que le podemos dedicar. Si decimos “tengo dos minutos, después tengo que irme”, estamos destruyendo el diálogo antes de empezar. Se necesita una dedicación temporal y además una exclusividad: podremos dialogar mejor cuanto más centrados estemos en el tema a tratar.
El arte de dialogar no es conseguir que el otro haga lo que uno desea sino compartir opiniones y proyectos para encontrar la mejor solución. Dialogar es un proceso de búsqueda de la verdad (no mía ni tuya sino la “verdad del nosotros”) que presupone el renunciar a los pre-juicios. Es decir, debemos partir de cero. Aquí podemos recordar un pensamiento de A. Machado:
"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela”.

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