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pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 12 de julio de 2018

Las dos caras
de la hospitalidad

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Para el Diccionario de la Lengua Española, hospitalidad, tiene dos significados: a) acogida y asistencia a los necesitados y b) recibimiento afectuoso que se hace a los visitantes. Es decir, la hospitalidad se puede ejercer ofreciendo cariño y amor a las personas que se encuentran en dificultad y también, y la acepción más conocida, como dar cobijo y protección al viajero.
El ser humano es hostil a lo extraño, a los que piensan, sienten diferentes a nosotros, y no solamente al extranjero que viene de lejos.
El “nuevo extranjero” en nuestro mundo cambiante, no es solamente el que viene de un país lejano, sino aquel que por su situación personal, social o familiar se encuentra en una posición de debilidad o sufrimiento. Es decir, “el extranjero”, en sentido amplio, también es aquel que aunque viviendo en nuestro mismo barrio, pueblo o ciudad es “diferente” por su ideología, situación psíquica o social.
La hospitalidad, pues, no se concretiza en un espacio o en una conducta con las personas extrañas, sino que es una actitud  de acogida ante lo distinto: así, el médico puede ser hospitalario ante el enfermo, o el amigo ante su compañero angustiado, y cómo no, cualquier ser humano ante el emigrante.
En definitiva, la hospitalidad la podemos ejercer ante el débil, vulnerable, tanto a nivel psicológico como somático o social e incluso en la dimensión espiritual. Así, pues, la hospitalidad tiene dos caras: la que se ejerce con el emigrante y la que se ejerce con el débil y necesitado. Sintetizando podemos decir que actualmente existen dos personajes que pueden ser objeto de nuestra hospitalidad: el emigrante y el que sufre.
Ser hospitalario en la vida cotidiana
La hospitalidad también se puede ejercer en nuestra familia, nuestro trabajo o en el contacto con los amigos. En este ámbito ser hospitalario es observar a los demás y poner las antenas para captar sus necesidades; es anteponer la necesidad del otro a las propias; ser hospitalarios también es ser sensibles a las “dolencias del alma” del otro, no solo de sus necesidades biológicas.
La hospitalidad presupone el ofrecimiento de algo a alguien sin pedir nada a cambio, sin poner la mano para recibir una recompensa. Eso sí, el hospitalario no es un mendigo de amor (como el neurótico) sino una persona que es capaz de poner al servicio del otro su experiencia, su dinero, su saber y su tiempo.
Ser hospitalario con la minusvalía, con la carencia del prójimo, presupone partir de la propia conciencia de ser limitado; si somos dogmáticos, arrogantes y autosuficientes, podremos ayudar pero no transmitiremos hospitalidad. Esta va unida a la capacidad de renuncia por el otro, aunque por ósmosis nos sintamos enriquecidos por la respuesta del ayudado. Se produce una acción como en los vasos comunicantes: un cambio en un punto cualquiera del circuito repercute de forma potencial en el otro extremo.
La hospitalidad es ayudar al otro, por el otro sin buscar la compensación inmediata, ni monetaria, ni siquiera afectiva. La experiencia de hospitalidad  produce un sentimiento de bienestar, que no es posible describir. Ser hospitalario no se puede pesar ni medir. Se es o no se es. A partir de esta vivencia de ayuda uno descubre sus  sombras y dificultades y puede iniciar un nuevo camino en su propia escala de valores y proyectos.
En nuestra “aldea global” es imprescindible crear un contexto en que todos nos sintamos cuidados y protegidos por el otro. Es lo que se consigue con una “cultura de la hospitalidad”, que se basa en el respeto hacia al otro, o aún más, situar al otro como el eje de nuestras vidas. En definitiva, la esencia misma de la hospitalidad es lo que declara la Carta de los Derechos Humanos: libertad, igualdad y fraternidad.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Bienevenida esa cultura hospitalaria. Eso avanza en buena dirección

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  2. Cuanta hospitalidad se puede hacer en nuestro desarrollo de la vida. Es una forma de hacernos los mejores regalos, y colmar nuestro interior de bienestar, felicidad, amor...Pepi

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