El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 15 de octubre de 2018

A voces

El rincón del optimista
Juan


Sabéis que me gusta mirar al cielo, disfrutar de las puestas de sol, de los amaneceres, de las nubes blancas, negras y su correspondiente escala de grises… y en ese mirar reincidente hacia el sombrero celeste me deleito imaginando formas caprichosas, monstruos imaginarios y personajes efímeros que nacen y se desvanecen en cuestión de segundos. Un día de estos ‘pille’ a dos figuras cabreadas que se enfrentaban, no quiero ni pensar el motivo, a grito pelado (ver foto), lanzándose sapos, reproches, insultos… al menos eso es lo que a mí me pareció ver en ese momento. Esa imagen congelada con mi cámara me dio pie a la reflexión.
Hoy en día vivimos invadidos por el ruido, el estruendo… todo es bullicio, griterío, estruendo, griterío… y cuando hablamos, por lo general, lo hacemos a voces, no sea que el interlocutor ande algo sordo. Y, ciertamente, algunos de nosotros estamos bastante ‘tenientes’, fruto de todo ese hervidero de sonidos altos que nos entran por el sufrido tímpano. En el trabajo, en casa (con la tele, la radio o la música a todo trapo) o en la calle, con los motores de los coches, los tubos de escape libres de las motos, el claxon de los más nerviosos o las sirenas penetrantes de policía y ambulancias… Menudo jaleo. Todo esto hace elevar el índice de los decibelios por encima de lo aconsejable. Cuando viajas a otros países europeos compruebas la diferencia al entrar en una cervecería o cafetería. Notas que al contrario que en esta España nuestra, la gente conversa en tono bajito… hasta se ríen de forma moderada… ¡y se entienden!
Por eso, cada vez más, necesitamos refugiarnos en el silencio practicando la relajación con técnicas aprendidas como la meditación, el yoga o similar que nos devuelva esa serenidad innata que contrarreste todo el estrés que nos hemos metido en el cuerpo tan innecesariamente. Un buen masaje corporal o de cabeza hace que volvamos a tener sensaciones relajantes.
Hoy me permito lanzaros un consejo a este respecto: cuando te des cuenta que has elevado el tono de voz, que estás hablando a voces, calla o intenta bajar el volumen; cuando el ruido de tu entorno sea poco menos que ensordecedor, retírate al rincón de pensar o chistea como cuando alguien está hablando en misa; cuando tengas la mínima oportunidad, practica el silencio interior poniendo freno a tus enloquecidos y ruidosos pensamientos.
Asín sea.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Si, práctica el silencio interior

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  2. Es necesario papar para apreciar el silencio.

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  3. Lo comparto totalmente Juan. Es mucho el bienestar y paz que a mí me da. Pepi

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  4. En el silencio realmente se escucha.
    OXO

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  5. Gracias. Me plenifica simplemente alzar la mirada al cielo!!

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