El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 8 de octubre de 2018

Adentro

Eloy Sánchez rosillo, Antes del nombre

Fotografía de Jesús Aguado

En el más hondo adentro

de cada cosa hay un silencio puro,

un lugar muy secreto e inviolable,

donde la mano palpa un agua antigua,

un regazo caliente.

No se accede allí nunca

por los trabajos de la voluntad,

ni porque el corazón así lo ansíe.

Se entra por gracia viva de lo vivo,

por acorde animal con lo creado.

Quien consigue asomarse sin esfuerzo

–con naturalidad, con inocencia

que acata y que no inquiere–

a esa oquedad colmada

podrá escuchar un algo que no es ya

la sola cosa misma,

el lenguaje o el alma propios de ella,

sino el latido unánime, enigmático,

que une entre sí lo múltiple y lo mueve,

una respiración que alienta en todo

y quiere ser oída para ser.

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