El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
martes, 19 de septiembre de 2017

Mitos sobre el alcohol y los jóvenes

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


En torno al alcohol se han elaborado historias y más historias, que lo único que nos indican es lo  antiguo de este producto y la incidencia, no siempre gratificante, en la convivencia familiar y en el propio individuo. Dentro de estas "creencias" podemos señalar  las siguientes:
1.- El “botellón” no produce daño en el organismo: la realidad es que el consumo de gran cantidad de alcohol en un tiempo reducido puede producir daños cerebrales y puede convertir en un hábito esa conducta, con lo que un posible problema puntual se convierte en una gran amenaza para la salud psíquica y física del sujeto. Está comprobado que cuanto más pronto se comience a beber alcohol más probabilidades existen de que se evolucione hacia una dependencia alcohólica. Los expertos están de acuerdo en afirmar que dos de cada cinco adolescentes que se emborrachan un sábado sí y otro también podrían ser alcohólicos en la edad adulta.
2.- El consumo de alcohol ayuda a estar más animado: aunque es cierto que tras la ingesta de alcohol se puede sentir una sensación de bienestar, esto es una vivencia engañosa y  pasajera, pues después se produce un gran “bajón”. No es extraño contemplar a un adolescente que ha consumido alcohol que manifieste pérdida de fuerza y coordinación, así como fatiga física y una sensación de pérdida de interés, que en ocasiones se acompaña de somnolencia. De los primeros momentos de exaltación y bienestar se pasa a una vivencia de malestar, que puede llevar a la depresión cuando aparece el sentimiento de culpa.
3.- El alcohol facilita las relaciones sexuales: en realidad lo que ocurre es que el consumo abusivo de alcohol, o la ingesta masiva de esa sustancia, dificulta e incluso impide unas relaciones sexuales plenas, provocando impotencia o inapetencia sexual y otras patologías asociadas (celos patológicos, etc.).
4.- El alcoholismo se transmite de forma hereditaria: se dice: de padres alcohólicos, hijos alcohólicos. Pero esto no es cierto. La conducta alcohólica de los progenitores no origina necesariamente el alcoholismo en los hijos. En todo caso, lo que parece estar más probado es la intolerancia al alcohol. Es decir, existen personas que no soportan el alcohol y su consumo les produce dolores de cabeza, náuseas, etc., aunque sea en pequeñas cantidades. Lo cierto es que un ambiente familiar alcohólico, lo que transmite al niño es la forma más rápida para "solucionar" los problemas: el alcohol. Pero aunque esto último, pueda ser cierto, no podemos olvidar al entorno social y a la propia personalidad del individuo como factores que contribuyen en este proceso de adicción.
5.- "Soy alcohólico por culpa de la familia...": es frecuente que se pretenda buscar el origen de esa conducta "en lo malo que son los otros": los conflictos con los padres, un desengaño amoroso, etc. son algunas de las "excusas" más frecuentes. Pero la conducta alcohólica es un fenómeno complejo, que no se puede simplificar y menos  reducir a una sola causa. Si alguien es responsable de esa conducta es el propio individuo, aunque las circunstancias externas puedan favorecer la aparición del conflicto.
6.- El alcoholismo se puede curar con la sola voluntad del individuo: este aserto parte de un voluntarismo exagerado y de la negación de un principio básico: el alcoholismo es una enfermedad. La voluntad no lo puede todo. El alcohólico es un enfermo y necesita la ayuda de un profesional para superar ese conflicto. Indiscutiblemente que su esfuerzo y deseo de curación será necesario, pero no suficiente. De lo contrario, lo único que conseguiremos es culpabilizar más al alcohólico y hundirle en el pozo de la propia enfermedad.
Solución
El abordaje de este problema no es simple, pues es un fenómeno complejo con muchas dimensiones: sociales, culturales, familiares y personales. Lo que es evidente es que la solución no son los “botellódromos”, una forma de fomentar más el consumo de alcohol; la solución tiene dos caras: una formación más sana de nuestra juventud, potenciando su autoestima y su capacidad de divertirse sin con consumo de drogas y que las familias no sean tan permisivas a la hora de la educación de los hijos. Un ejemplo de esto último es el anuncio que hace un tiempo aparecía en los  medios de comunicación: una chico/a en estado de embriaguez dando las gracias a sus padres por haberla dejado “en completa libertad”. Pero esto es otra historia que comentaremos en otra ocasión.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me ha gustado esta entrada por su claridad y sencillez y me quedo con esta frase: "el alcoholismo es una enfermedad. La voluntad no lo puede todo. El alcohólico es un enfermo y necesita la ayuda de un profesional para superar ese conflicto". GRACIAS PSIQUIATRA

    ResponderEliminar
  2. Para que una persona alcohólica quiera superar su enfermedad, ante todo, tiene que DARSE CUENTA, del daño que se está haciendo, y de las consecuencias que conlleva, a su salud; física y emocional.Pepi

    ResponderEliminar