El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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sábado, 23 de febrero de 2019

Renacimiento (y III)

Rubén Álvarez López

Capítulo 3. Renacimiento
El hombre se deshizo de su cuerpo. Lo primero que hizo fue descomponer su alma en un gas, que guardo por todo el cielo. Después, le tocó el turno a su cuerpo. Sabía que era un proceso lento y que le llevaría días, pero al contrario que le ocurre al cuerpo, el alma es incorruptible. Decidió que el lugar idóneo sería un bosque muy profundo, con grandes árboles y muchos animales de distinta clase y especie. El hombre se durmió. Pasaron los días y su cuerpo comenzó a descomponerse. La materia orgánica de su cuerpo se iba transformando en unas pequeñas bolas doradas. Que, a su vez, se transformaban en otras más pequeñas, y así hasta llegar a crearse unos granos muy finos. Estos granitos, formaron un polvo muy brillante que poco a poco comenzó a filtrarse en la tierra.
Cuando llegó la época lluviosa, los cielos empezaron a llover gotas amarillas sobre la superficie de la tierra. La zona en la que se había descompuesto el cuerpo, entró en contacto con su alma. Los brillantes granos empezaron a hincharse, cada vez más y más. Hasta formar un cuerpo perfecto. De la tierra surgió el hombre de oro. Había pasado por todos los procesos naturales y humanos. Había comprendido el mundo.

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  1. Disolvernos, diluirnos , fundirnos en la nada.....y resurgir, renacer a todo. Gracias Ruben

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