El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 25 de junio de 2010

VIAJO CON MUCHO MENOS FARDO


Fin de etapa en León: Curso de conocimiento de sí mismo.

“Viajo con mucho menos fardo” (Ana)


“Ha finalizado el curso y ya sólo queda sacudirse el polvo y poner distancia. En mi caso muy necesaria. No he pasado de rositas por cada lunes, ni por cada fin de semana que, papel en mano, me disponía a revivir dolorosas experiencias, esas que parece han dejado huella invisible pero profunda.
Hacía mucho tiempo que no lloraba. Había llorado con la muerte de mi perro, con la de mi gato. Alguna lágrima de frustración de pascuas a ramos… pero de este baño de lágrimas con el que me volvía a casa cada lunes, conteniéndolo como podía hasta abrigarme en la soledad, hacía muchos años.
Y ahora pienso «¡ya está bien!» «¡que se mueran los feos!»… me decido a enterrarlo. He vuelto a traerlo a la luz para poder despedirme de él. Y me parece bien, me parece útil entonces el esfuerzo.
Durante estos meses me han preguntado en varias ocasiones por qué quería revivir el pasado y me han aconsejado otras tantas dejarlo estar. Yo llevaba muchos años huyendo hacia delante, corriendo sin mirar atrás y cuando me ha dado por hacer balance de mi vida se ha abierto ante mí un panorama desesperanzador: lo emocional hecho un desastre. Patrones indeseados y repetitivos. Tropezones en la misma piedra, cientos de veces. Refugio en la soledad que ha acabado convirtiéndose en un hábito. Y, en definitiva, una vida que no es como la que había soñado ni mucho menos como la quisiera vivir. Así pues no me ha quedado más remedio que ponerme manos a la obra, “coger el toro por los cuernos” y, pañuelo en mano, capear el origen de de todas esas huellas invisibles que me devuelven al punto de origen, en lugar de a la meta soñada.
Y, bueno, ahora parece que lo peor ya ha pasado. Dejar que el tiempo haga un nuevo poso más sabio y que pueda disolver esos patrones hasta ahora ocultos. Será mucho más fácil resolver una situación si se conocen todos los elementos que hacerlo a ciegas. De nuevo doy por necesario el esfuerzo, aún consciente de que queda camino por delante, pero de que también viajo con mucho menos fardo.
Y ya sólo me queda agradecer al Teléfono su propia existencia. A Sole y a Esther su entrega. A mis compañeros su respetuoso escuchar y sincero compartir. Y a mí misma (que abuela ya no tengo) por darme la oportunidad de vivir una vida mejor. Gracias a todos.
Y a aquellos que tengáis dudas, os recomiendo esta zambullida”. ANA

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