El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
jueves, 19 de febrero de 2015

Apegos

Conversaciones con mi mente
M.ª José Calvo Brasa


Encontré un cachivache hermoso en la acera y enseguida tomé posesión de él. Me fui alegre del lugar, sabiéndome poseedora de un trasto bonito… puede que útil o puede que no, pero su posesión me hacía inmensamente feliz. Y mientras caminaba hacía mis cábalas para mantener tan preciada posesión a buen recaudo, no fuera que seres envidiosos y mal intencionados me arrebataran aquella, para mi, preciada joya.
Y creándole una cárcel a mi tesoro, me convertí en su prisionera, planificando mi vida para conservar aquel trasto que me encontré en la acera. De mi tiempo se apoderó el miedo a perder aquello y un buen día me encontré con que no sabía quien era o qué quería. Sólo una cosa estaba clara: fuera lo que fuera el trasto que encontré en la calle, valiera lo que valiera, yo no lo disfrutaba porque sólo era su vulgar esclava.
El mundo tiene inmensas posibilidades y grandes regalos que ofrecernos, pero para saber vivirlos necesitamos transcender el deseo de poseerlos, pues el apego mata el goce, al poner el miedo como soberano. Si temo perder algo no lo disfruto; y si temo perderlo, quizá sea porque pienso que no lo merezco, y alguien “mejor” que yo lo acabe obteniendo.
Cuando no me apego a algo lo disfruto más, sabiendo que es un regalo temporal. No se el tiempo que podré tenerlo, pero ese tiempo será valioso, porque lo valoraré y lo disfrutaré, haciendo que cada segundo sea digno de recuerdo. Pero si me empeño en encarcelarlo, en guardarlo bajo siete llaves, no podré siquiera contemplarlo y cada segundo que pase con mi tesoro acabará siendo una tortura de conjeturas, miedos e inseguridades.

Tenemos 4 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Las cosas nos atrapan y con qué facilidad

    ResponderEliminar
  2. Ser conscientes cada uno de lo que quiere en su vida, con autonomía, sin depender de nada ni de nadie, es una de las situaciones que también reporta mucha felicidad, por lo menos a Pepi.

    ResponderEliminar