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pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 24 de febrero de 2015

¿Qué entendemos por humanizar?

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Con frecuencia afirmamos que este médico, esta enfermera, este psicólogo o psiquiatra, este Orientador es muy humano para indicar que nos atienden con respeto, con consideración y teniendo en cuenta nuestro sufrimiento y nuestra angustia; por el contrario, el profesional deshumanizado es el que considera al otro como si no tuviera derechos y antepone sus propios deseos, y a veces caprichos, a los del ayudado. Pero humanizar la relación profesional de la salud-enfermo es algo más. Veámoslo.
De la cariñoterapia a la tecnificación
La actitud humanizadora es el punto intermedio entre la cariñoterapia y la tecnificación. Mejor: se alimenta de ambas dimensiones. Es decir, no somos más humanos si solamente nos preocupamos del otro en su aspecto emocional, siendo su paño de lágrimas, ni tampoco si proponemos un hospital con todas las comodidades (aire acondicionado, buena comida, exquisita limpieza, etc.) pero olvidamos la preparación profesional de sus trabajadores o no estamos pendientes de los últimos avances de la ciencia médica para atender a los enfermos.
De entrada podemos afirmar que la técnica no es humanizadora ni deshumanizadora sino que depende cómo se emplee. Cualquier intervención médica (técnicas de diagnóstico o de tratamiento) se deshumaniza si no se hace con respeto y teniendo en cuenta al otro; pero, también, un centro sanitario y sus profesionales que solamente se preocupan de atender a los enfermos con ternura, sería deshumanizador, pues descuidaría la posibilidad de un mejor tratamiento a los pacientes y por tanto les privaría de una posible curación.
En otras palabras: si anteponemos la técnica  a las necesidades psicológicas de los enfermos provocamos una relación perversa pues estamos instrumentando a los enfermos y los convertimos en “objetos” de nuestros conocimientos y habilidades para curar; pero también es cierto que la cariñoterapia (entendida como una preocupación exclusiva de las necesidades psicológicas, sociales y familiares del enfermo) es una forma de paternalismo donde lo que prima es la dimensión emocional, pero se relega a un segundo plano todo lo que signifique técnica (preparación de los profesionales sanitarios, conocimientos de los últimos avances de la medicina, utilizar los últimos adelantos para la exploración y tratamiento de los pacientes, etc.).           
La relación “sujeto-sujeto” es la base de toda acción humanizadora: relacionarme con el otro, desde mi condición de persona  sana con otra persona sufriente. En terminología de M. Buber sería una relación “yo-tu”. En nuestra práctica diaria, los profesionales de la salud corremos el riesgo de que nos relacionemos con el enfermo, no con su totalidad, sino generalmente con su parte enferma: su hígado, sus varices, el tumor cerebral, la hernia de disco, etc. Esto provoca una “cosificación” del enfermo: nos relacionamos con su hígado, sus varices o su tumor” pero “olvidamos” a la persona en su totalidad, qué siente y qué preocupaciones, deseos y  proyectos, tiene.. Pero en estos casos, no solamente sale perjudicado el paciente, sino que esa actitud se vuelve contra el  profesional y convierte su acción curativa o de cuidados en una rutina.  
El modelo integral
Supone no solamente considerar al hombre en todas sus partes (cuerpo, mente, espíritu, la cultura, la técnica, el medio en el que se atiende, los medios que se utilizan, etc.) sino en algo más. Es partir de su complejidad del existir (no la suma de partes) y de cómo la enfermedad o la angustia invade a toda la persona. Además, esa nueva realidad que resulta se interacciona con la totalidad del ayudador, produciéndose una concatenación de vínculos que puede favorecer o entorpecer el proceso curativo.
La condición indispensable es que el psicólogo, médico, enfermera, trabajadora social, orientador se sitúe no como desde fuera del circulo del sufrimiento sino que entre en interacción con los sentimientos y las angustias del enfermo, no para “llorar” con él sino para recorrer el nuevo camino que la enfermedad sugiere y aplicando las tecnologías más avanzadas (por esto se  precisa una formación continua) que favorezcan la sanación o el crecimiento personal. Eso sí que sería una acción humanizadora de nuestra labor asistencial o de ayuda a la persona que sufre.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. ¡Cómo me gusta que el Psiquiatra nos recuerdo cosas tan elementales! Que el médico ha de saber tratar al enfermo pero ha de saber hacer bien su medicina. Que la persona que nos encontramos en el camino merece todo nuestro respeta y atención, pero también que, como profesionales, sepamos atender su demanda. Jairo

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  2. Creo que en la medicina oficial no se cuida la parte humana, el trato humano.. A los médicos les vendría bien pasar por los grupos del T.E., ¿no te parece Alejandro?
    Su inteligencia emocional no está muy formada, ¿no es así?

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  3. Sigo recordando con gran cariño al Servicio de Cuidados Paliativos del Centro de Salud José Aguado en León.
    Lo conocí en unas circunstancias muy tristes en mi vida porque mi madre estaba muy grave, y tanto es así, que a los dos meses murió, pero sigo teniendo muy presente ( y ya va hacer tres años de su fallecimiento ); al médico y las enfermeras la atención domiciliaria que semanalmente prestaron a mi madre; no sólo en el aspecto físico, sino también emocionalmente: por el cariño, entendimiento, escucha....., y además percibieron la problemática del maltrato psicológico que yo estaba recibiendo de un hermano y también me dieron una gran ayuda. Pepi

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  4. Ese servicio tambien m ayudó a mi a despedirme d l persona mas querida y a dejarle partir cuando para mí era algo imposible d hacer. Ls recuerdo con cariño.

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  5. Ese servicio tambien m ayudó a mi a despedirme d l persona mas querida y a dejarle partir cuando para mí era algo imposible d hacer. Ls recuerdo con cariño.

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