El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 22 de septiembre de 2015

Educar con
inteligencia emocional (II)

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


En la anterior entrega describimos algunos mensajes que los niños reciben “sin inteligencia emocional”. Es evidente que la educación es una tarea compleja y difícil. Hoy queremos recordar algunos de los mensajes con “inteligencia emocional”, que tanto los profesores como los padres, deberíamos impartir. Son los siguientes:
  • “El sentir no es malo...”: estamos en una cultura que tiene cierto resquemor a sentir envidia, celos, odio, etc. y mucho más a expresarlos. Un ejemplo: cuando un niño contesta de mala manera a un compañero porque no le ha dejado un sacapunta, sancionamos esa acción sin detenernos en lo que la ha provocado: la insolidaridad. Ambas conductas son repudiables. El primero porque es un maleducado y el segundo a no ayudar a su compañero ha sido insolidario. Es preciso pues, enseñar a nuestros alumnos a reconocer sus sentimientos (positivos y negativos) y a poder expresarlos de forma adecuada. Debemos favorecer la libertad de sentir (amor, envidia, etc.) no la libertad de acción, pues siempre tenemos que tener presente los derechos del otro.
  • Enseñar que el otro también siente...: sin darnos cuenta podemos vivir como si los únicos que sufrimos somos nosotros. Sentir al otro, es lo que Roger llamó empatizar. Es decir, algo así como ser capaces de “calzar el mismo zapato” del compañero que sufre, del vecino que está en paro o del alumno que ha sacado malas notas. ¿Cuáles son sus sentimientos más profundos? Si ante el fracaso escolar, la rebeldía  o las iniciativas de nuestro alumno, nos preguntáramos: ¿qué siente? Es posible que nuestra postura fuera diferente, al menos porque habríamos salido de nosotros mismos  y nos situaríamos en la búsqueda conjunta de una solución válida para las dos partes. 
  • Educar para superar la frustración: un buen objetivo será no exigir más de lo que el niño pueda dar (ni por supuesto tampoco menos): a nivel académico, deportivo, de responsabilidad, etc. El mismo debe ir aceptando sus propias limitaciones, no como un defecto sino como su  realidad, que le puede producir felicidad y bienestar. El niño desde que nace está inmerso en una continua frustración: falto de alimento, no atención inmediata, frío o calor, etc. que deberá asumir como algo humano e incorporado en su devenir como persona.
  • Favorecer la autoestima: dos ideas básicas: cuando el niño triunfe (haber realizado un buen examen, haber hecho un buen partido de fútbol o una acción de solidaridad, etc.) no echarle un jarro de agua fría con comentarios como: "está bien, pero no te duermas en los laureles"; cuando fracase, apoyarle con palabras de aliento, transmitiéndole que lo valoráis no por lo que consigue (buenas notas ) sino por el esfuerzo que ha hecho.
Razón, emoción y relación
“Lo que pienso, lo que siento y cómo me relaciono”, es el trípode donde se sustenta todo proceso de crecimiento psicológico del individuo (los conocimientos, los sentimientos y la interrelación) y es en esa triple faceta donde la escuela debe condensar todas sus energías. Sería la forma perfecta de “vivir en el colegio con inteligencia emocional”.

Tenemos 1 comentario , introduce el tuyo:

  1. Recibir mensajes de inteligencia emocional, desde que nacemos , es una forma de garantizar el equilibrio en la persona. Pepi.

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