El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 1 de septiembre de 2015

Jubilado

El rincón del optimista
Juan

Yo también aspiro a ser un jubilado alegre, activo y optimista.
Nos pasamos la vida esperando el momento de que llegue nuestra jubilación laboral para no tener que madrugar por obligación, para dejar de trabajar, la mayoría de los casos en labores que no nos llenan, no nos acaban de satisfacer al cien por cien. Queremos jubilarnos para que nadie nos mande, para evitar a jefes que nos den órdenes absurdas. Ansiamos jubilarnos para dedicarnos a hacer lo que más nos gusta e incluso no hacer nada, como mejor sistema de descanso. Contamos los años que nos quedan, luego los meses y hasta los días. Y cuando, al fin llega el momento de nuestra licenciatura laboral, corremos el riesgo de caer en el vacío, en la nada e incluso en las zarpas de la temida depresión.
Es un poco normal, pues durante prácticamente toda la vida nos la pasamos sin parar ni un minuto: de niños sin parar de jugar; de jóvenes sin parar de divertirnos y de buscarnos el futuro; de adultos sin parar de trabajar y de criar hijos o de cuidar viejos. No estamos deseando más que llegue la edad del retiro. Y vemos con envidia a esos privilegiados de sectores como la banca o la minería que se prejubilan bien jóvenes que, digo yo, lo de los mineros se entiende como merecido descanso a su exposición al peligro y a la silicosis, pero lo de los empleados de banca ¿por qué? ¿Por la peligrosidad a la que se han sometido por si les atracaban? Bueno, no quiero desviarme por esos derroteros, que me conozco.
Conozco personas que recién se jubilaron hicieron lo que tenían planeado: deporte, viajes, paseos diarios, huerta, lectura… Un ocio combinado con la vida sana. También están esos que piden prórroga, que se reenganchan hasta que ya no se lo permite la Administración. Se podría pensar que esas personas simplemente quieren alargar la actividad por asuntos económicos y vitalistas, pero en el fondo puede que detrás se esconda el miedo, sí, miedo a no saber gestionar el tiempo libre, que una jubilado es todo. Pero también he conocido a quienes nada más dejar su quehacer cotidiano se perdieron del todo, cayeron en barrena e incluso alguno encontró la muerte o la muerte le buscó a él, que de las dos formas se puede entender.
Yo, os confieso, que no tengo una gran ansiedad porque llegue mi jubilación, en parte porque estoy convencido de que se trata de un puro formalismo burocrático, dado que creo que nunca se deja de trabajar. ¿Acaso se jubila uno de la profesión de padre, o de hijo, o de cocinero/limpiador de tu casa? E incluso si las fuerzas y el cuerpo te llegaran a fallar, podrías seguir ejerciendo un trabajo mental. Fíjate si no en casos como el de Stephen Hawking, que no se puede mover de su silla de ruedas y ha descubierto los agujeros negros del espacio estelar.
Mientras llega mi aún lejana fecha de caducidad laboral, juego a imaginar mis quehaceres cuando llegue realmente, igual que juego un poco a la lotería por si sonara la flauta y de casualidad pudiera yo adelantar esa fecha para evitar esa angustia, grande o pequeña, que se dice que se puede llegar a sentir antes de jubilarte.
Por cierto jubilarse viene de júbilo y yo ya siento júbilo sin que haya llegado aún mi jubilación.
Asín sea.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Yo no tengo ese ansia de jubilarme, porque mi dedicación principalmente está en aprender a disfrutar lo que la vida me presenta cada ída. Pepi

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  2. Todo lo que somos lo somos ahora.

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  3. Ya, eso de poder despedirme de mi 'jefe' con un "ahí te quedas". Jo. Va a ser que toca esperar....

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  4. Prefiero no imaginarme nada y vivir, aceptar y adorar todo lo que venga sea bueno como una buena jubilación, sea malo, como no poder gozar de esa ansiada jubilación.

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  5. La palabra "jubilado" parece que quiere decir "el júbilo al lado"; el júbilo hay que tenerlo cerca, muy cerca, y si se puede también dentro del corazón. Gracias Juan.

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