El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 27 de marzo de 2015

27.- Las vivencias sobre nuestras metas

Las verdades que no tengo
La redacción del blog
Este blog de la mano del escritor, pensador y vividor Raúl Rodríguez semanalmente tiene una entrada  bajo el paraguas “Las verdades que no tengo” incluidas en uno de sus libros, que al final de este periplo desvelaremos para todos nuestros internautas; no pretendo –dice el autor– inculcar verdades, que por otro lado no las tengo, más bien me gustaría que cada cual aprenda a descubrir las suyas.
La redacción de este blog se ha permitido espigar dentro de las vivencias de Rául  y hoy nos situamos en sus vivencias sobre nuestras metas.

– Raúl, imagínate que tengo sesenta años y te digo: Me acaban de  prejubilar..
– Cosa que puede ocurrir en cualquier momento.
– Sí. Imagínate que te digo: Me acaban de prejubilar, creo haber alcanzado todas mis metas, aunque interiormente me siento vacío; quisiera aprovechar el tiempo que me queda. ¿Qué puedo hacer?
– En realidad llamamos metas a conseguir estabilidad económica, algún logro de tipo sentimental y poco más. Esas metas algún día también van a desaparecer.
– ¿Por qué?
– Porque todo eso que llamamos metas no puede ser mantenido ni sostenido. Eso es temporal. Lo temporal nunca permanece.
– ¿Entonces?
– Lo que pretendemos buscar ya está alojado desde siempre en nuestro interior, es la vida total en nosotros. Es lo eterno. Eso vive ahí dentro, en nuestro corazón, aunque no lo sepamos. Mora desde siempre y para siempre en las profundidades de nuestro ser. Eso no se puede ni conseguir ni recuperar, simplemente está ahí para ser contemplado.
– ¿Qué es lo que vive ahí dentro?
– Vive lo sagrado, lo que la mente nunca podrá capturar, manipular, contaminar. El hinduismo a eso lo llama presenciación. El cristianismo lo ha puesto otro nombre. San Juan de la Cruz dijo que era la llama de amor vivo…
– Raúl, ¿qué es eso algo que se mueve?
– Que todo es Dios, que todos y todo somos uno. A medida que vayamos evolucionando vamos a ir abandonando los dogmas y las creencias. Para fusionarnos en nuestro ser interno, con nuestro maestro interior.

Tenemos 8 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Lo que dices es bonito, puedo hasta intuirlo, mejor sentirlo cuando me pongo en silencio, pero ¿no puede ser una creación de mi mente para consolarme? ¿si Dios está en todo por qué llegamos a situaciones como por ejemplo el accidente aéreo de hace dos días? ¿por qué la libertad tiene ese punto de maldad, dolor, sufrimiento? Jairo

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    1. Cuando sentimos y vivimos a Dios, o lo vivimos y lo sentimos siempre, o no lo vivimos ni lo sentimos nunca; de poco vale decir "ahora siento a Dios" cuando la mayor parte de las veces ni lo sentimos ni lo vivimos.

      El accidente aéreo de estos días no tiene nada que ver con Dios. El accidente aéreo tiene que ver con la desidia y la insidia de los hombres, de unos pocos hombres. El hambre en el mundo tampoco tiene nada que ver con Dios, el hambre en el mundo es cosa del egoísmo de unos pocos hombres que acaparan todo sin darse cuenta de que hay muchos estómagos vacíos.

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    2. Es que Dios ni permite ni deja de permitir. Dios se refiere a la totalidad de la existencia, no a cosas particulares que favorecen a unos y perjudican a otros.

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  2. Gran reflexión...como muchos de estos últimos viernes.
    Gracias.

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  3. El camino es ya la meta.

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  4. Trabajemos o no, podemos sentir ese vacío. Para ello es importante conocernos y saber que deseamos hacer en nuestra vida.Pepi

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  5. Todo es Dios y nosotros UNO CON DIOS. ¿Cómo despertar, Rául, a esa realidad?. Danos alguna luz.

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    1. A esta realidad no se puede despertar, y casi diría que es mejor no despertar. Esto que llamamos 'realidad' no es más que el reflejo externo del cerebro pensante, se trata de la parte de nosotros que mide y calcula, que sopesa los riesgos y las posibilidades; esta realidad no es otra cosa que la creación del ego. A lo que hay que despertar es a la esencia de nuestro ser interno.
      La realidad externa es cambiante e inaprensible, nuestra realidad interna por contra se basa en el ser interno que ni caduca ni pasa de moda.

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