El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 15 de diciembre de 2015

Navidad,
dulce Navidad

El rincón del optimista
Juan

Este año me acordaré de brindar por ti, te lo aseguro.

El frío, la nieve, las luces de colores, los anuncios, la lotería de ‘El Gordo’, los regalos, los villancicos que recuerdan el Nacimiento del Niño Jesús… Todo esto nos predispone a revivir una nueva, blanca y dulce Navidad. Cada vez conozco a más personas que aborrecen la Navidad y toda la parafernalia que la rodea. Respeto, pero no comparto. La razón, el recuerdo del familiar o del amigo fallecido cuya ausencia se deja notar más en estas fiestas tan familiares. Es verdad que se echa de menos a las personas cuando se junta la familia a comer o a cenar, pero también se ha escrito en este mismo escaparate público en varias ocasiones la necesidad de transformar la tristeza de la pérdida en un recuerdo alegre de quien nos dejó. No os miento si os digo que cuando estamos la familia reunida, no importa si es Navidad, verano o en un cumpleaños, rodeando a mi padre, escucho a mi madre decir feliz y sonriente desde su cielo: “Así me gusta veros, así, tal y como yo quiero, tal y como yo os enseñé”.

¿Qué pasa? ¿El optimista se ha vuelto nostálgico y morriñoso? ¡No se puede permitir esta afrenta! O sea, que estoy esperando el apunte del optimista para que me levante el ánimo, y resulta que hoy me lo está hundiendo. Tranqui, tronqui. Permíteme esta pequeña licencia, que el optimista es también ‘hupano’ que diría el gran José Mota.

Como la Navidad transcurre al final del año y al principio del siguiente, no podemos por menos que hacer balance de lo pasado y aventurar lo que puede ocurrir en los meses próximos. En los balances suelen venir a la memoria fechas de desgracias, pero también de las alegrías; y del futuro, ante la angustia de lo desconocido, nos queda el premio del deseo de esos buenos sentimientos que tanto se nombran por ahora: paz, amor y esperanza para el año que afrontamos.

Y un dato muy esperanzador con esto de la Navidad. Te gusten más o menos o nada estas fechas, te juntes o no con la familia, tengas que aguantar al/la pesad@ de tu cuña@ o engordes un poquillo a fuerza de comer más de la cuenta, no me negarás que es todo un triunfo poder decir eso de: “Aquí estamos de nuevo ante otra Navidad, recordando que igual que Jesús, todo tiene su inicio, su nacimiento”. O como decía mi tío Pepe, el filósofo rural: “Lo importante es ir contándolas, salau”. Cuando mi hijo mayor se afana en recoger el Nacimiento y el árbol pasada la fiesta de los Reyes Magos, siempre protesta con tristeza porque se han acabado unas fiestas ilusionantes, con regalos y especiales para él. Yo le intento tranquilizar: “No te preocupes, pues verás como cuando menos quieras darte cuenta, estará de nuevo aquí la siguiente Navidad”. Y efectivamente así me lo reconoce cada año. El tiempo pasa volando y aquí estamos ante la siguiente Navidad con la certeza y la esperanza de que en la cena estaremos todos sentados alrededor de la mesa. Y cuando digo todos, quiero decir TODOS.

Y cuando brinde con cava catalán en la cena familiar, cava que me regalan unos familiares extraordinarios del Alt Penedès, tendré un pensamiento optimista de buenos deseos para todos los lectores del Blog del Teléfono de la Esperanza. No te quepa la menor duda.

Asín sea.

Tenemos 7 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Yo también brindaré y estará el mejor deseo para todos los que nos asomamos a este blog.
    ELENA.

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  2. La navidad existe para que salga de nosotros lo mejor. Cada uno con sus posibilidades.

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  3. Vanidad, agridulce Vanidad.

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    Respuestas
    1. Vanidad? En serio? Ah, es por el juego de palabras...

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  4. Me encanta la Navidad y brindo por ella.

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  5. ¡Que Navidad sea Navidad para todos!. Pepi

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