El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 6 de febrero de 2011

COMO UN TORRENTE



Hay personas –o situaciones- que entran en nuestra vida como un torrente. Aparecen de repente, sin esperarlas ni siquiera desearlas. Llegan con su fuerza arrolladora, se instalan sin permiso y dan un vuelco a nuestra existencia.

Nos asombran sus actitudes, descolocan nuestros hábitos, nos cuestionan, no cumplen nuestras expectativas, desajustan nuestros criterios, nos obligan a seguir un ritmo que no es el nuestro, nos hacen sentir el vértigo del riesgo...

Y cuando ya parece que aceptamos lo que hay desaparecen sorpresivamente y nos dejan con la boca abierta y el corazón desacompasado. Entonces, como el péndulo, volvemos como podemos al centro. Pero ya nada es igual, porque el cruce ha sido tan intenso que algo en nosotros ha cambiado.

Es necesario el transcurso del tiempo para valorar en su justa medida lo que supone el paso de un torrente por nuestra vida. Inventariamos de nuevo y sopesamos lo que se llevó, lo que queda y cómo queda.

Pero, en cualquier caso, siempre es de agradecer, porque gracias a ello crecemos. Y el crecimiento, ya se sabe, muchas veces acarrea dolor de articulaciones.


La escribana del Reino
M.E. Valbuena

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Por la experiencia en mi vida, me vino muy bien: reconocerlo, acudir a un psiquiatra y la fuerza de voluntad que tuve (pués se necesitan infinitas toneladas ).
    Si alguien está pasando por una situación dificil, ante todo le animo a que no lo POSTERGUE, trate de solucionar su situación y aunque hay muchísimas piedras en el camino, al final llega a uno de tierra suave, que produce paz y bienestar al caminar y además verá todo lo que ha aprendido.
    Con cariño M.A.P.

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  2. ¿Y si el torrente es una oportunidad para dar un giro positivo a nuestro vida?. Nada nos sucede por casualidad, aunque ¡cuánto nos cuesta verlo!.

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  3. Cuando llegan situaciones como las que describe la escribana, quedamos apabullados, pero, luego, pasado el primer golpe, nos hace salir de nuestro atolondramiento, de nuestra comodidia, de nuestra apatía. Estoy con la escribana, que eso duelo, que cuesta ajustarse, centrarse. Bienvenidas esas dituaciones si somos capaces de digerirlas.

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  4. A veces deseamos un torrente. Cuando llega nos quejamos. Y cuando se va lo echamos de menos.

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  5. Somos lo que somos por todo lo vivido, por las experiencias acumuladas, por las personas que se han cruzado en nuestra vida. Quizás son esos torrentes los que nos recuerdan que estamos vivos, nos sorprenden y nos sacan de nuestra rutina. Y sí, muchas veces ya nada volverá a ser como era. Muy buena reflexión Escribana

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