El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 12 de junio de 2011

TIEMPO DE ESPERA



A veces en nuestra vida no nos queda otra que esperar. Esperar el resultado de unos exámenes, de una oposición, de una prueba médica, de un control rutinario, de una auditoría, de una sentencia, de la evolución de una enfermedad...

El tiempo de espera no nos lo va a quitar nadie, y como espera que es, atenaza el equilibrio anímico, mina la esperanza y nos vuelve vulnerables e indefensos, a veces hasta irascibles.

Podemos vivir ese tiempo inevitable desde la rabia, la ignorancia, la contención y la rebeldía. Podemos abordarlo desde la pena y las lágrimas, el desánimo y la pasividad. Y también –eso sería lo deseable- desde la aceptación y la apertura.

Pero llegar a esto último no es fácil. Nos pueden los apegos, los miedos y el temor al cambio (o al no cambio). Nos invade la desesperanza y nos fallan las fuerzas. No llegamos a comprender que asumir lo evidente es la mejor forma de afrontar la desgracia o la ansiedad. Dejarse fluir sin resistencia es inteligente y eficaz, aun sin entender, pero difícil, muy difícil.

Tal vez ayude el cambiar en nuestra mente el recurrible “por qué a mí”, por el “cómo vivir este presente”, sin intentar controlar lo incontrolable.

Tal vez si tomamos el tiempo de espera como un camino de tránsito a lo inesperado logremos desangustiarnos y considerar el momento presente como lo único valioso y real que tenemos, no como un mientras tanto.

Digo, sólo, tal vez.


La escribana del Reino
M.E.Valbuena

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Si lográramos pensar que lo que ha de venir no tiene por qué ser peor que lo que tenemos - sea lo que sea - tal vez encontraríamos más paz. Las cosas que llegan como oportunidad no como amenaza

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  2. Bonita reflexión. Ponerla en práctica exige un gran equilibrio. Quien lo consigue sin, sin duda, un apersona grande. Pero, como ese es el camino, todos tenemos que intentarlo.

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