El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 10 de julio de 2012

DEL GRUPO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL



AHONDANDO EN LO EMOCIONAL

Partimos, citados por las trompetas del destino, de aquella humilde habitación, sita en el céntrico León. El equipaje era ligero, cuidándonos de no olvidar el afecto, invitándonos a la aceptación y a la comunicación sincera. La marcha emprendida tenía un interés común: adentrarnos en la espesura de los temores a no ser nosotros mismos, deseosos de sacar el máximo provecho a nuestra inteligencia en simbiosis con las emociones personales.

Desde la primera jornada nos empeñamos en desbrozar los sentimientos, descubriendo que sentir es de listos por cuanto nos va a ayudar, desde la autenticidad, a domeñar el chantaje emocional y a encontrarnos, cada día, un poco mejor dentro de nuestra piel.

Cruzamos el desfiladero tenebroso del miedo a sentir, dejándonos imbuir de la emoción, sin bloquearla. Nos dimos cuenta de cómo el dolor físico, igual que el emocional, son incuestionables avisadores que urge interpretar para no enfermar. Aprendimos a clasificar las emociones descartando que la sensibilidad nos haga vulnerables.

Entonces, nos planteamos deleitarnos con la pluralidad aromática del encinar en plena floración de jara y espino, abordando ladera interminable que apuntaba a la cima donde se vislumbraba: la inteligencia emocional. Concluimos haciéndonos cargo de que por encima del triunfo o la economía, fluyen otras fuentes con mayor capacidad para apagar nuestras ansias de realización y por añadidura de satisfacción íntima, entre las que cabe destacar: la mejor estrategia para la relación interpersonal positiva; el ensayo de la respuesta optima a las exigencias del mundo desde el autocontrol, la empatía y la motivación. También descubrimos que: el trato satisfactorio pasa por percibir el estado de ánimo del otro y que permanecer motivado, ayuda a sobreponerse a las derrotas

Alcanzamos en nuestro recorrido, un valle de paz y de silencio donde nos decantamos por la aceptación de lo que sentimos. Completamente desligados de todo afán perfeccionista, asumimos los sentimientos generalmente denostados individual y socialmente, como bocanada de aire fresco que poco a poco iría alejando de cada uno, la irritabilidad y la depresión. Observando la delicadeza con que el liquen puebla la corteza del recio roble, aprendimos que: no tiene sentido culpar al otro…, preferible asumir nuestra imperfección y abrir, sin aspavientos, el tesoro de nuestros sentimientos.

Desde los cerros que nos permitían atisbar, nuestra posición de desamparo, frente a la brisa helada de vientos muy lejanos que arreciaban, probamos el ejercicio de vivir en el momento presente. Pudimos enumerar varias alertas disfuncionales con manifestación física, generadas por ahogar emociones importantes para nosotros. La consecución de objetivos, la eficacia, la iniciativa, nos exigen energía suficiente y valor, para expresarse desde la confianza en uno mismo

Sin tiempo para mirar atrás, tomamos por atajo la empatía que nos permitió saltar de piedra en piedra, salvando las aguas cantarinas que alegraban nuestro espíritu, en su discurrir imparable hacia los mares donde desemboca la vida… Diferenciamos perfectamente la simpatía, en el complejo verdín que hacía de algunos pasos, amenaza de inmersión. Solo cuando alcanzamos a comprender: qué le impulsó, por qué lo hizo, llegando a advertir, desde nuestra generosidad, cómo se sintió; estamos en condiciones de empatizar con esa persona, habiendo superado todas las barreras.

Tomamos entonces plácido descenso entre bosque de hayedo centenario, abordando el amor para descubrir cada uno, todas las cicatrices que han ido componiendo el aspecto actual de nuestra alma. Miramos con valor a esa persona tantas veces amada, alguna repudiada y advertimos, con estupor: cuantos días, durante muchos años, no expresamos a ella lo sentido. Que pocas veces buscamos la empatía, negándonos a reconocer errores, asaeteando con lluvia de culpas la autoestima, sin preguntarnos jamás –lo que sentimos-

Al fin, como ocurre en cualquier salida entusiasta al encuentro con la plena naturaleza, declino la tarde en puesta de sol inconmensurable por su belleza, inundando nuestro espíritu, un poco fatigado, de fragancias incitadoras a la vida. Abordamos el último repecho descubriendo en la familia, el lugar idóneo para el completo entendimiento. Allí nos detuvimos un momento y fuimos apuntando algunos ejercicios para el mejor desenvolvimiento:

Cuidar nuestra salud, para poder ayudarles en cualquier momento

Templar nuestros ánimos, para no exacerbarles con desalientos

Comunicar nuestros valores a través de nuestras acciones.

Nunca sustituir las preguntas, por arriesgadas que parezcan, por suposiciones. Y como elemento aglutinador en tan compleja expresión de amor: la generosidad.

Habíamos coronado el puerto: la esperanza, deseosos de abordar nuevas etapas con más inteligencia, dilapidando menos esfuerzos, con más bagaje emocional para motivarnos mejor, más cargados de sentimientos para hacer posible volver a enamorarnos. Mentalizados en perdonarnos todo, en amar sin treguas, en reírnos sin ningún reparo y en llorar si lo deseamos…


Antonio García Calvo

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Gracias compañeros y compañeras por transmitirnos vuestras emociones

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  2. Fantástico, Antonio. Recibe un virtual pero afectuoso abrazo de este compañero de travesía.

    Angel_M

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  3. Que paso más importante, aunque duro y doloroso, el camino que tuvo que recorrer Pepi en su vida, para llegar a sentir y expresar las emociones. Era tal su revoltijo interior que solo manifestaba: agresividades, irritabilidades, lloros de angustia etc.etc.etc.

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  4. Precioso, denso y poética reflexión es la que Antonio nos sirve este día. La vida sin sentimeintos es hueca, la vida sin dejat fluir las emociones es como un ambalse que se llena y no se vacía, la persona inteligente es aquella que deja fluir sus emociones, que no las oculta ni las rechaza, saber encauzarlas es aprender a vivir más feliz. Eso es lo que se vive y se aprende en talleres como este. El TE es una escuela para la vida feliz. ERASMO

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  5. Gracias, Antonio, por tu generosidad y tu buen hacer con las palabras. El texto destila inteligencia emocional a raudales.Un fuerte abrazo de una compañera de ascenso a esa cima que tan bien describes. Nati.

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