El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 18 de junio de 2014

Para favorecer la transformación de la consciencia
Quitar ego, poner consciencia

Annie Marquier,
El maestro del corazón, Ed. Luciérnaga
1. Reconozco que mi percepción de la realidad no es necesariamente la realidad.
2. Pongo en entredicho continuamente mi percepción de la realidad. Al hacerlo, agrando mi filtro de percepción. Dejo de considerar mis percepciones como si fueran expresión de la verdad.
3. Practico en todo momento la posición de Testigo. Soy consciente de mis pensamientos, de mis emociones y de lo que pasa en mi cuerpo físico. Soy consciente de los mecanismos del pánico, del placer y del poder, que me mantienen en la separación.
4. Asumo la plena responsabilidad de mis emociones, cualesquiera que sean los factores que parezcan haberlas activado.
5. No juzgo el comportamiento de los demás. Lo observo, pero centrándome en el corazón. Si la observación genera en mí reacciones emocionales inferiores, asumo la responsabilidad. Son “mis” emociones, y es asunto mío gestionarlas adecuadamente.
6. Cuando el comportamiento de alguien me parece inadecuado o negativo, en lugar de juzgar y reprobar, permanezco centrado en mi corazón y, desde ahí, envío a la persona en cuestión toda la luz que necesita para cambiarlo. Tengo en cuenta que el comportamiento que yo considero inadecuado o incluso “malo”, puede que no sea más que una percepción errónea por mi parte.
7. No critico ni repruebo a nadie, porque sé que la reprobación y la crítica son venenos tanto para el que critica como para el que es criticado, y mantienen la separación.
8. Soy consciente en todo momento de que si algo me molesta de los demás, es porque hay algo en mí no resuelto, que resuena con lo que percibo.
9. Aprovecho cualquier ocasión de reactivación emocional para interiorizarme y descubrir aspectos aún no revelados de mi inconsciente.
10. En lugar de criticar a los que activan en mí emociones desagradables, los “bendigo” por brindarme la oportunidad de hacer un trabajo consciente sobre mí mismo.
11. Dejo de querer tener razón y de querer demostrar que los demás están equivocados. Escucho a los otros, y acepto que la percepción que los demás tienen de la realidad sea diferente a la mía.
12. Hablo de manera centrada y responsable, sin dejar que sean las emociones inferiores las que me dirijan. Si me encuentro en un estado emocional perturbado, evito en lo posible actuar de inmediato, me tomo tiempo para centrarme.
13. Practico la aceptación dinámica. Dejo de resistirme a lo que me presenta la vida y lo aprovecho para tomar conciencia de mí y actuar con creatividad.
14. Reconozco que la verdadera sanación tiene lugar cuando dejo de exigir un cambio en el comportamiento de los demás.
15. Dejo de ser demasiado exigente conmigo mismo; acepto los límites de mi personalidad actual, la amo y trabajo con entusiasmo para aportarle luz.
16. Observo mis pensamientos y transformo los que me apartan de mi (nuestra) verdadera identidad (la crítica, el juzgar a los demás, la necesidad de tener siempre razón…).
17. Observo los mecanismos de la mente que me mantienen en el pasado o en el futuro y me apartan de la experiencia del momento presente. Elijo conscientemente el momento presente.
18. Desarrollo mi poder de atención.
19. Permanezco abierto a todo nuevo conocimiento que me permite tener una comprensión más amplia de mí mismo y de la realidad.
20. Aprendo a reconocer la voz de la intuición en mi corazón y decido seguirla.

Tenemos 15 comentarios , introduce el tuyo:


  1. El “kit” que propone Annie Marquier en su libro “El maestro del corazón está lleno de imprecisiones, cuando no de falsedades. Tengo el atrevimiento de comentar los 14 primeros puntos.

    1. Reconozco que mi percepción de la realidad no es necesariamente la realidad.

    -Cierto que mi percepción de la realidad no es necesariamente la realidad, pero es que tampoco existe la realidad ‘objetiva’ como tal. El que observa y lo observado son una misma cosa, no puedo separar lo que es ‘mi verdad’ de lo que es ‘la verdad’.

    2. Pongo en entredicho continuamente mi percepción de la realidad. Al hacerlo, agrando mi filtro de percepción. Dejo de considerar mis percepciones como si fueran expresión de la verdad.

    -Quien formula este punto no sabe lo que está diciendo, y no lo sabe porque mis percepciones sí que son expresión de la verdad. Toda percepción individual hace aportación de una pequeña parte de la verdad a la gran verdad universal.

    3. Practico en todo momento la posición de Testigo. Soy consciente de mis pensamientos, de mis emociones y de lo que pasa en mi cuerpo físico. Soy consciente de los mecanismos del pánico, del placer y del poder, que me mantienen en la separación.

    -Mis pensamientos y emociones no me mantienen en la separación; mientras soy consciente de todo eso, no estoy separado de nada. Es porque estoy encarnado aquí que experimento la dualidad. Ser duales y contradictorios no es ningún pecado, es nuestra verdadera naturaleza.

    4. Asumo la plena responsabilidad de mis emociones, cualesquiera que sean los factores que parezcan haberlas activado.

    -¿Cómo puedo ser responsable de mis emociones si como se señaló en el punto 1 esas percepciones no son la realidad? Antes de hablar de responsabilidad habría que hablar de si existe libre albedrío. Si no hay libre albedrío no existe la responsabilidad. ¿Por qué? Porque quien no es libre no puede ser responsable.

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  2. 5. No juzgo el comportamiento de los demás. Lo observo, pero centrándome en el corazón. Si la observación genera en mí reacciones emocionales inferiores, asumo la responsabilidad. Son “mis” emociones, y es asunto mío gestionarlas adecuadamente.

    -Siempre juzgamos. Siempre lo hacemos. Juzgar es necesario. “Es que Jesús no juzgaba”, dicen algunos. Completamente falso. Jesús estaba todo el tiempo juzgando. Juzgar no es ni más ni menos que tener criterio. Siempre que tienes criterio, juzgas. Se puede y se debe juzgar, lo que no hay que hacer es condenar.

    6. Cuando el comportamiento de alguien me parece inadecuado o negativo, en lugar de juzgar y reprobar, permanezco centrado en mi corazón y, desde ahí, envío a la persona en cuestión toda la luz que necesita para cambiarlo. Tengo en cuenta que el comportamiento que yo considero inadecuado o incluso “malo”, puede que no sea más que una percepción errónea por mi parte.

    -Cuando el comportamiento de alguien me parece inadecuado o negativo, es de ley que he de decirlo porque de otra manera me convertiré en un falso o en un cobarde. Es claro que estos libros están lanzados por la oscuridad porque puntos como éste demuestran que te dicen que no juzgues lo inadecuado o negativo PARA QUE NUNCA CUESTIONES AL PODER ESTABLECIDO. Por eso la mayoría de los que siguen estos textos practican una falsa espiritualidad.

    7. No critico ni repruebo a nadie, porque sé que la reprobación y la crítica son venenos tanto para el que critica como para el que es criticado, y mantienen la separación.

    -Este punto está ya contestado con las contestaciones al punto 6 y 7.

    8. Soy consciente en todo momento de que si algo me molesta de los demás, es porque hay algo en mí no resuelto, que resuena con lo que percibo.

    -He de ser consciente en todo momento de que si algo me molesta de los demás puede ser que sea porque en mí hay algo no resuelto o porque eso que me molesta sea una mierda que no hay quien la aguante. Si tienes a un caradura enfrente no es porque en ti haya algo no resuelto, es sencillamente porque aún no tienes el coraje suficiente para mandar a paseo a ese caradura.

    9. Aprovecho cualquier ocasión de reactivación emocional para interiorizarme y descubrir aspectos aún no revelados de mi inconsciente.

    -Sí, aprovecho cualquier ocasión para lo que dice el punto, pero igual aprovecho también para exteriorizarme y denunciar ante la opinión pública las tropelías que el poder está haciendo con los inocentes, es decir con todos nosotros.

    10. En lugar de criticar a los que activan en mí emociones desagradables, los “bendigo” por brindarme la oportunidad de hacer un trabajo consciente sobre mí mismo.

    -Este ‘buenísmo’ no es ni más ni menos que una enfermedad, la enfermedad de pensar siempre en positivo, que va unida a otra enfermedad que no es otra que la de la autoinculpación; esta enfermedad nos lleva a que nos la puedan meter doblada, y mientras nos la meten doblada, nosotros seguimos bendiciendo. ¡Cuánta mentira revestida de espiritualidad!

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  3. 11. Dejo de querer tener razón y de querer demostrar que los demás están equivocados. Escucho a los otros, y acepto que la percepción que los demás tienen de la realidad sea diferente a la mía.

    -El que siente que tiene que decir algo ha de decirlo, aunque se equivoque. No se trata de que tengamos siempre la razón, de lo que se trata es que si pensamos que la tenemos, seamos lo suficientemente valientes para proclamarla. Hemos de ser en todo momento naturales y espontáneos. No sé si os dais cuenta de la represión que esta falsa espiritualidad ejerce sobre las personas.

    12. Hablo de manera centrada y responsable, sin dejar que sean las emociones inferiores las que me dirijan. Si me encuentro en un estado emocional perturbado, evito en lo posible actuar de inmediato, me tomo tiempo para centrarme.

    -Si, vale, de acuerdo. Sin embargo hay veces que hay que hablar aunque estemos descentrados. Igual un día tienes que hablar mientras estás hecho un basilisco, ¡¡¡y no pasa nada!!! Detrás de todo esto subyace siempre la idea de pecado, y por supuesto de culpabilidad.

    13. Practico la aceptación dinámica. Dejo de resistirme a lo que me presenta la vida y lo aprovecho para tomar conciencia de mí y actuar con creatividad.

    -Es que hay veces que hay que resistirse a algo que se te presenta. Resistirse forma también parte del juego.

    14. Reconozco que la verdadera sanación tiene lugar cuando dejo de exigir un cambio en el comportamiento de los demás.

    -Otro punto que es un completa farsa. Muchas veces la verdadera sanación consiste precisamente en exigir un cambio en el comportamiento de los demás. Todo eso que te callas, te envenena.

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  4. Necesito tiempo para poder asimilar tanto. Me quedo ahora con eso de no juzgar. Norecici

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  5. Esta mujer escritora que pasa ya los 70 años, lleva investigando parte de su vida sobre ciencia y conciencia, la inteligencia del corazón...Estudió Matemáticas, música y es especialista en Psicología Holística entre otras cosas. Sus planteamientos están documentados. Esto le avala al menos, en lo que escribe aunque a algunos le parezca ciencia ficción. Lo desconocido siempre da "caguitis" y se rechaza sin darle la posibilidad de la duda, al menos.
    No es nada sorpresivo, llevamos años y años sobreviviendo al ansia de razón, miedos y dominio. Que el cerebro no sea sólo el organo "inteligente" como nos han contado hasta ahora, da mieditis.
    Una vez más hay cosas que no pueden controlarse ni abarcamos, incluso para los científicos más serios.
    Pero cada un@ es "libre" de pensar o sentir como interprete. La Vida se impone en cualquier caso de una manera u otra, queramos o no, estemos a favor de ella o en contra, pataleemos o elijamos paz.

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  6. No hay rechazo a lo que escribe Annie Marquier, hay argumentación en contra desde la lógica y desde la razón, y desde el respeto. Ciertos escritos que parecen luminosos, como los de esta mujer, en realidad no lo son, y además llenan de falsas ideas los corazones de muchas personas que en este momento se están abriendo a la espiritualidad.

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  7. Maravillosos enseñanzas para ir asimilando y poniendo en práctica poco a poco. Pepi

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  8. Me gusta el debate iniciado.
    Me surgen preguntas como:
    ¿De que idea de espiritualidad se parte y a dónde se quiere llegar?, ¿la lógica y razón personal es una lógica absoluta y verdadera, vale para todo el mundo?¿cuáles son los escritos luminosos, cuáles los oscuros, para todos?
    Ciertamente, lo que te callas y le das vueltas, puede llegar a envenenarte; pero una vez arrojado el veneno que te quema porque tienes tu razón, ya te produce sanación? y al que has envenenado?, se arregló algo entre ambos?exigirle al otro que cambie si no quiere, produce el cambio deseado?
    Si resistirse como juego, se toma como lucha de "quien puede más", se pude jugar hasta que haya una victima y un vencido. Pero en otro momento, puede cambiar el torno, y continuar el juego de "la historia interminable". ¿Puede ser que al final la resistencia produzca más sufrimiento gratuito?
    La aceptación de la realidad no significa que "te comas todo", tiene una lucha activa hacia afuera y un proceso largo interno, pero hay cosas que no se pueden cambiar inmediatamente con un chasquido de dedos.
    Quizá todo esto, tenga más de inteligencia de corazón que de inteligencia cerebral...


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    1. La inteligencia es cerebral y es del corazón a la vez. Tener opiniones diferentes no significa estar enfadado o enfadada con nadie. Se han aportado argumentos que hablan de la equivocación de muchas de las cosas del libro de Marquier y no hay ni un sólo argumento (cerebral o del corazón) que contradiga ni una sola cosa de lo que se ha apuntado.
      Lo arrojado no es veneno, son palabras pensadas y meditadas.
      Un cordial saludo.

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    2. De acuerdo en lo primero y segundo.
      Cada uno , por supuesto, puede decir lo que piensa y siente según interprete. Lo que está escrito a modo de argumentación, no lo considero "veneno", es tu opinión. Yo hablo de lo que se argumenta, no lo tomes como algo personal e invito simplemente a la reflexión mediante preguntas respecto de los puntos 13 y 14 que se argumentan. Ej.-cuando dices que es una farsa lo que entiende de sanación, y que no hay que callarse...Creo que no se le puede "exigir" al otro lo que tiene que hacer por fuerza, no depende de ti absolutamente, sino de él o ella. Eso es entrar muchas veces en el ámbito de " venenos " por coger tu palabra. Lo que te callas en esas ocasiones puede ser venenoso y lo que dices también. Pienso que se trata en cómo lo dices y/o como lo gestionas, nada más.
      Paz amig@. Sigamos meditando.

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    3. Lo diré más claro: los puntos sugeridos en el libro de Marquier no son modélicos ni mucho menos, por lo menos para mí; como para mí no son modélicos, simplemente los he revisado. Coloco de nuevo los puntos 5 y 6 con las respuestas porque sin duda me parecen los dos más importantes:

      5. No juzgo el comportamiento de los demás. Lo observo, pero centrándome en el corazón. Si la observación genera en mí reacciones emocionales inferiores, asumo la responsabilidad. Son “mis” emociones, y es asunto mío gestionarlas adecuadamente.

      -Siempre juzgamos. Siempre lo hacemos. Juzgar es necesario. “Es que Jesús no juzgaba”, dicen algunos. Completamente falso. Jesús estaba todo el tiempo juzgando. Juzgar no es ni más ni menos que tener criterio. Siempre que tienes criterio, juzgas. Se puede y se debe juzgar, lo que no hay que hacer es condenar.

      6. Cuando el comportamiento de alguien me parece inadecuado o negativo, en lugar de juzgar y reprobar, permanezco centrado en mi corazón y, desde ahí, envío a la persona en cuestión toda la luz que necesita para cambiarlo. Tengo en cuenta que el comportamiento que yo considero inadecuado o incluso “malo”, puede que no sea más que una percepción errónea por mi parte.

      -Cuando el comportamiento de alguien me parece inadecuado o negativo, es de ley que he de decirlo porque de otra manera me convertiré en un falso o en un cobarde. Es claro que estos libros están lanzados por la oscuridad porque puntos como éste demuestran que te dicen que no juzgues lo inadecuado o negativo PARA QUE NUNCA CUESTIONES AL PODER ESTABLECIDO. Por eso la mayoría de los que siguen estos textos practican una falsa espiritualidad.

      Un saludo-

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    4. No por repetir, se habla más claro. Ya has dejado tus comentarios.
      Respecto del 5, es una cuestión de interpretación del lenguaje. Cuando yo leo juzgar en el texto, entiendo justamente lo que tú expresas, es decir, desde el corazón, sin condenar, desde una critica positiva; creo que así lo entiende la autora también y todo el que lea de una forma no moralizante. Hablas de Jesús, supongo que hablas de Jesús de Nazaret; el que yo "conozco", desde luego no es juzgador en el sentido de moralina, más bien se deja llevar por la misericordia(el corazón de nuevo); aunque si que fue radical en sus expresiones y formas, por ejemplo en el templo cuando se "mercadeaba". Lo tenía claro o como tú dices, con criterio. Cuentan que oraba mucho con su Padre, sabía leer lo que acontecía y darle un toque especial y luminoso, a las personas con quienes trataba, hasta el punto de que se transformaban.
      6.-Otro punto de vista: centrarse en el corazón de la manera que yo entiendo al leer a la autora, es ver más allá de lo que aparece a simple vista, eso no quiere decir que no digas lo que piensas, pero si lo dirás de otra manera si ha pasado por el corazón, no sólo por la cabeza. Yo puedo creer que tengo buen criterio y que incluso percibo bien, pero siempre se me escapa algo del otro porque no conozco su historia, y aún así, no lo vería todo; por eso, creo que quiere decir, que la verdad está entre tú y yo, en ese camino juntos. Todos tenemos por otra parte, zonas erróneas, allá dentro...
      Un abrazo.

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  9. Habrá que decirlo todavía con más claridad: una gran parte de la filosofía de la Nueva Era (ahí se puede inscribir el libro de Marquier) ha sido lanzada para que se esté en el 'embelesamiento interior', con ello el poder establecido sale indemne porque nunca va a ser cuestionado por voces críticas. Ninguno de los puntos que señala el libro de Marquier pide que se derrumben los muros del poder. Ahora mismo una buena parte de la espiritualidad más auténtica consiste en no dejarse avasallar por la tiranía que se nos ha impuesto. ¡Pero cómo no vas a juzgar a un tirano!

    Meditar sí, pero siempre con un ojo puesto en el mundo.

    Como dice Rafa Nadal: "humildes sí, pero no tontos".

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    1. Los primeros muros a conocer son los propios, y luego podrás considerar si quieres derribarlos. Esto es comenzar por el principio. ¿Cómo vas a cambiar los muros de nadie si no conoces los propios?
      ¿Avasallar?tiranía?¿de qué te sientes víctima?
      ¿Quién hace el mundo sino nosotros?la lucha de egos es lucha de poder. Este libro que se presenta aquí, justo se titula:" Quitar egos, poner consciencia". Estos son los muros que hay que derribar.¿Crees que la consciencia es una tirana o lo es el ego que llevamos puesto? Y eso de juzgar a un tirano, tu sabes los que llevamos puestos y no nos enteramos?
      En fin, vuelvo al tema interpretativo al que he aludido y al lenguaje diferente. Es más fácil hablar de arreglar el mundo que no tocamos , que nuestro "pequeño"mundo accesible.
      Para mí, en el mundo no hay que ir tuertos, sino con los dos ojos bien abiertos, la meditación ayuda en eso, no hay separación cuando se es consciente.
      Dejo ya el diálogo de egos, porque sería la cosa de no acabar.
      Que cada un@ juzgue lo que le sienta bien y sea consecuente.
      Te dejo si quieres la última palabra para que te sientas mejor.
      Oye, y lee sólo lo que te ayude, olvida las preguntas de reflexión que pueden hacerte daño.
      ¡Qué te vaya bonito!, de corazón.

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    2. Si ha dolido, entonces ha funcionado.
      La medicina ya está puesta.

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