El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 15 de octubre de 2014

En la nube

El rincón del optimista
Juan
En Tierra de Campos parece que puedes tocar las nubes con las manos.
Me sigo sorprendiendo cada día con la gran cantidad y variedad de nubes que aparecen sobre mi cabeza. Me quedo embobado, no me canso de fotografiar toda esa maraña de algodón celeste, esos borreguitos que casi en cualquier época del año nacen y se mueven a capricho como si de un milagro se tratara.
Tengo ya una buena colección de fotos de nubes y no hay ninguna igual, os lo aseguro. En mi pueblo, en la Tierra de Campos leonesa, esas nubes tienen una presencia increíble, parece que casi las puedes tocar con las manos y la mirada se te va hacia ellas como atraída por un imán. De verdad que siento admiración por las nubes en general y por la de mi planicie en particular.
Siempre me gustó jugar a descubrir figuras en esas nubes blanquecinas, animales, dragones, rostros… y ver cómo evolucionan o permanecen, según las condiciones meteorológicas. Aún hoy sigo jugando a veces con mis hijos a  descubrir esos dibujos animados en las nubes, cuando la pantalla de los teléfonos móviles nos dan un respiro, claro. Y dejar volar la imaginación, porque a veces se ve lo que realmente se quiere ver, aunque nadie más logre verlo. ¿Verdad que sin darte cuenta llegan y te cubren en un día despejado o se retiran dando paso a un cielo majestuosamente azul? ¿Y qué me dices de esa visión del mar de nubes (la contraria a la habitual) desde un avión o desde una montaña? Hay días que las maldices por evitar que te dé el sol en la cara y otros agradeces su sombra porque el rey astro, Lorenzo, se estaba cebando contigo.
Y con esto de las nubes resulta curiosa la influencia de una simple ‘s’, la del plural, en las expresiones: “estar en la nube” o “estar en las nubes”. La primera equivale a estar en “la cresta de la ola”, a haber tocado el cielo, el llegar a un estado de felicidad muy placentera. ¿Quién no se ha imaginado a San Pedro o a Dios mismo sobre una nube dando paso a las almas que se han ganado el cielo por méritos propios? Por el contrario, estar en las nubes es cuando andas distraído, fuera de lugar, sin poner los pies en la tierra, fuera de contacto con la realidad, en dos palabra: EN BABIA. Y ya si lo llevamos al terreno de la informática, la nube es ese servidor ubicado en cualquier parte del mundo donde puedes almacenar archivos y compartirlos para evitar el riesgo de perderlos por incidencia de los virus o de averías de nuestros ordenadores. Es decir, algo que se mueve entre la imaginación y la ciencia ficción. Y si a la niebla la consideras una nube, entonces no me gusta la nube/niebla. Es como si lo bello fuera observarla, pero estar dentro resulta tremendamente molesto.
Definitivamente, lo confieso, ando algo bastante enamorado de las juguetonas y caprichosas nubecillas. Y cuando miro al cielo y no las veo, las busco porque las echo de menos. Es que tienen una visión tan privilegiada de este mundo… En otra ocasión os hablaré de las otras nubes, las oscuras de los truenos, los relámpagos, el agua, el granizo y los tornados, que también dan mucho juego.
Asín sea.

Tenemos 7 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me ha gustado esa diferencia del lenguaje con solo una s final: estar en la nube-s. Pero es que hoy donde me encuentro en este momento el cielo es plomizo, llueve y esas fotografías me han alegrado este momento. Otetipe

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  2. Pepi está pensado que la próxima vez que lo pueda hacer va a ver si a la vez se introduce en el aprendizaje del SILENCIO quedándose sosegada en el asiento, en una silla, pero en un lugar que esté ella sola....... ¡Solo el pensarlo la está produciendo bienestar, paz, serenidad, felicidad....!

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  3. Aunque a diario no lo pensemos, el hecho simple de mirar al cielo tiene un valor muy grande. ¿Cuántas veces al cabo de un día tenemos el detalle de mirar al cielo?

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  4. A mi también me gusta mirar esas nubes juguetonas, atrevidas, ensayando nuevas figuras y adivinanzas. ¡Qué poco hace falta para ser feliz!.
    Optimista, ¿eres feliz mirando simplemente las nuebes?

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    1. Hombre, feliz, feliz... algo parecido a la felicidad, supongo. Esa contemplación debe ir acompañada de la reflexión, pero sí, las nubes ayudan a evocar, a soñar. Me basta imaginar que cuando las miro es como si se hubieran colocado ahi, en ese preciso momento, para mi disfrute. Y a veces tengo esa sensación, que por mucha gente que pase por debajo, me siento solitario admirando a las juguetonas y atrevidas nubes.
      Todos los que estos leáis podéis ser optimistas sin tener el título oficial. Ánimo, si es necesario creamos una escuela, pero yo de alumno, ¿eh?

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  5. Mirar al cielo me produce paz, me desconecta de las preocupaciones, de la rutina me da amplitud y luz para seguir aunque el cielo esté encapotado como hoy.
    Me gusta mucho estar en las nubes.

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