El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 12 de febrero de 2013

¡QUÉ PERRA CON EL BACINILLA!



Anoche tuve un sueño. No era al estilo de Luther King frente al capitolio: “Mi sueño es que un día, en las amarillentas colinas de Georgia, los descendientes de los esclavos de otrora y los de sus antiguos propietarios se encuentren juntos, sentados en la mesa de la fraternidad..”. No. no, era algo más prosaico y liviano.

Aparecía en escena un hombre con cara de boxeador y vestido de yuppy. Manejaba una amplia y generosa chequera que iba repartiendo entre allegados, conocidos, sabelotodos y detentadores del poderío. Un fiel escribiente iba anotando en una libreta roja: “a éste mil, al otro quince mil, al más alto cincuenta mil..” y así hasta terminar una mañana agotadora entre apretones de manos y sonrisas forzadas. Todos parecían estar conformes con el reparto y el que no lo estaba se le extendía un segundo cheque con un par de decimales más. No había voces discrepantes. El clan permanecía unido.

Cuando estaba empeñado en descubrir la cara de ese personaje fuerte y poderoso, alguien al oído me dijo que era un tal Badanas o Barcias, al que apodaban el bacinilla o el orinal, por eso de que los cheques los sacaba de tal recipiente y eran todos marrones, pero auténticos como los del Banco España.

Cuando se lo conté a mi vecina, me dijo: “Pues puestos a soñar, mejor con la María Dolores o con la Peñépole, pero ¿mira que soñar con un tipo tan feo?. A mi me provoca algo de escalofríos...”. Por eso duerme con patucos, pensé para mi.

Mi vecina tiene razón y así se lo dije a mi inconsciente, pero éste ufano y atrevido me contestó: ¿Es que te quieres cargar en un momento el primer principio de la revolución francesa, que es la libertad?. ¡Dios me libre, le contesté, tú sigue soñando lo que quieras o yo sacaré mis propias conclusiones.

A lo que iba. El tal bacinilla salía a la calle como en plan chulesco. Le esperaba un coche de alta gama, con su respectivo chofer con gorro de plato y de plata. ¡A Suiza!, le decía. ¿Cuántos orinales llevamos esta vez?,le preguntaba el conductor. “Los diez que me han sobrado”, le replicaba, “que hoy ha habido muchas visitas de alta construcción”.

Los de la tribu del bacinillas se jactaban de tener con ellos hombre tan listo, respetable y embaucador. “Es el mejor recaudador de impuestos extraoficiales que existe allende los mares”. Con él corría el champán y los dispendios: “no hagas con dos lo que puedes hacer con cuatro y al que le pueda sacar diez no le saques ocho. Que ya vendrán tiempos peores”. ¡Qué prohombre!.

Estando casi al despertar le vi sentado en la parte más noble y amplia de un avión. Repartía billetes y fiestas de cumpleaños, confetis y gominolas. Y el pueblo abajo, rodeaba el avión, las pistas de despegue, los alrededores del aeropuerto, pidiendo trabajo y poco más. A él se le oyó decir a su jefe: “Cada vez nos cuesta más acallar la voz del populacho y nos es más caro arrancar su voto. No se conforman con mecheros, bolígrafos, camisetas, que piden un trabajo y bien remunerado. Algunos exigen que firmemos nuestros compromisos ante un notario. ¡No sé que tendremos que hacer!”.

A mi daba por escupir y vomitar y tantas veces lo hice que rompí la cadena del water. Sería por la rabia y la ira acumulaba en los riñones. Como dicen los del Teléfono de la esperanza que lo que no se saca se pudre dentro, pues yo, dócil de mi, a echar a fuera a patadas mi malestar. Que no es poco.

Uno de estos días, al encender la televisión, descubrí que el Barcias ese ocupaba toda la pantalla y que su Jefe, algo desmejorado y canoso por tanto granizo como está expectorando el cielo, murmuraba para sus dientes: “Nunca, hasta no se sabe cuando, hablaré una mal palabra de este hombre”. ¡Qué forma de hablar!.

Vuelvo a mi vecina y a su último consejo: “¡Qué así no vamos bien, vecino!. La próxima vez sueña conmigo, tontorrón”.

“Sí, le dije, contigo o con Luther King”.

V.T.M.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. ¡Vaya sueños! Es mejor con la vecina, hombre. Hasta en sueños te mente no te deja. Catilina

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  2. Para Pepi es mejor que los sueños sean relajantes.

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