El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 19 de julio de 2013

COVERSACIONES CON MI MENTE



LA OTRA CARA DEL SALVADOR


Una agradable tarde de cine puede servir también para observar determinadas pautas incrustadas en el inconsciente colectivo envueltas en la forma de un maravilloso regalo, pero que esconden peligrosos mensajes, sobre todo para las nuevas generaciones. Era una película llena de fantasía, de Disney, que narraba la historia de un pésimo mago de feria de principios del siglo XX, que sabe pocos trucos y vive timando y engañando. El mago acaba en un mundo de fantasía donde, según la profecía, estaba destinado a reinar, tras matar a la bruja mala. Evidentemente, nuestro protagonista no es el deseado mago de la profecía, pero con la ayuda de otros protagonistas, sobre todo la bruja buena, que le dan mil vueltas en inteligencia y capacidad de gobierno, consigue su objetivo y todos acaban siendo felices y comiendo perdices.

Nuestro protagonista, claro está, se redime, se vuelve bueno y reina, se supone, con justicia. La única pega es que no es un verdadero mago, de esos que pueden ayudar a los demás a descubrir sus potencialidades o que puede cumplir deseos. Nuestro mago de pega engaña literalmente a sus súbditos a través de los efectos especiales del incipiente cine de la época para que crean que él es el mago de la profecía o, como beatíficamente se dice en la “maravillosa” película: para que sigan teniendo fe en él; en él que es el salvador de la profecía; en él que les salvó de la bruja mala, a la que, por cierto, hizo pasar a “mejor vida” la bruja buena, digna servidora del gran mago, como no podía ser de otra forma.

Yo creo que todo esto, sobre todo nuestro poco capaz protagonista representa un peligroso arquetipo que nos han grabado a fuego en la forma de un ser beatífico: el salvador. A través de cientos de mensajes machacones se nos recuerda incesantemente que “necesitamos” alguien que nos salve. “Alguien” que haga en nuestro lugar lo que, al parecer, somos incapaces de hacer por nosotros mismo; “alguien”, en fin en quien abdiquemos todas nuestras capacidades, para, al igual que hicieron los “pobres”, “tristes” e “incapaces” habitantes del mundo fantástico de la película, depositemos en él toda nuestra fe. ¡Absolutamente devastador! Con mensajes como este, las mentes humanas tenderán a dividirse entre los que deseen ser tan “majos” y “buenos” como nuestro mago y otros de su especie; los que se sienten tan inútiles e incapaces que buscan magos salvadores por cada rincón del mundo y los “parias ignorantes” que escuchan en su interior una discordante vocecita que les dice: “pero si lo puedes hacer tú; si tú sabes y vales tanto como ese mago”. Estos últimos se convierten, al parecer, en dignos sucesores de la malísima bruja mala que, casualmente, no necesita nadie que la salve.

Yo hubiera preferido ver en la película un mago de verdad, o mejor, que la bruja buena hubiera sido consciente de su increíble capacidad como ser humano (o brujeril, como quiera ella que le digan), para ayudarse a sí misma y para ayudar a los demás a ver esas capacidades y desarrollarlas comos seres humanos independientes y capaces, en lugar de salvarlos. Porque no necesitamos nadie que nos salve. Necesitamos, eso sí, a nuestro lado personas que cuenten con un bagaje personal suficientemente trabajado para que nos ayuden a descubrir que podemos, que sabemos y que hay mil maneras de hacerlo por nosotros mismos o de salvarnos nosotros mismos.

Me gustaría ver algún día como mensajes recibidos que podemos buscar en nuestro interior la increíble fuerza que traemos de serie y que nos ayudará a mantenernos lejos de estos benditos-salvadores-manipuladores, que, no nos engañemos: de salvar no saben; saben de dominar y manipular a través de una falsa pátina de bondad. Quien realmente sabe salvar, se salva exclusivamente a sí mismo y sabiendo que su experiencia a los demás sólo les puede servir de ejemplo, la comparte como información, ayudando generosamente en el camino ajeno. Pero en ningún momento dirige, manipula, o aparta a los demás de sus caminos, porque las personas sanas procuran la salud ajena, no su sumisión.

Cuidado con las máscaras del salvador… puede que lo que haya detrás no nos guste.

Mª José Calvo Brasa

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Que importante es que conozcamos nuestro interior para desarrollar nuestras capacidades, y por lo menos servir de ejemplo a los demás para que desarrollen las suyas.
    Pepi tiene muy claro que si no lucha por ella misma ante cualquier adversidad, nadie se lo va hacer.

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  2. Gracias María José por tus reflexiones llena sde profundidad, beben en fuentes claras, sin dudas. Me apunto a esta frase: "Quien realmente sabe salvar, se salva exclusivamente a sí mismo y sabiendo que su experiencia a los demás sólo les puede servir de ejemplo, la comparte como información, ayudando generosamente en el camino ajeno. Pero en ningún momento dirige, manipula, o aparta a los demás de sus caminos, porque las personas sanas procuran la salud ajena, no su sumisión".

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