El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
martes, 2 de julio de 2013

PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE...PERO NO QUIERO


La entrada de hoy es especialmente hermosa, delicada, profunda y humana. A las pocas horas de morirse su madre, Araceli, Javier Robles se pone al ordenador para ordenar su cabeza y dejar brotar sus propias emociones. Nos las ha mandado recién salidas del alma para escucharse y poner voz a su experiencia de luz, una vez rotos todos los miedos.

El jueves, Javier terminaba el grupo de "encauzando las emociones" y se despedía con estas palabras: "no sé si mi madre durará mucho; tal vez se pueda morir esta noche o mañana mismo...".

Al día siguiente se moría en paz y en compañía de todos sus seres queridos, sabiéndose acompañada y querida,muy querida, en un amor tejido en miles de detalles de su marido, de Elena, de sus nietos, de toda su familia.

Dejamos que corran sus palabras:


"Puedo escribir los versos más tristes esta noche…

Creo que ni puedo, ni quiero.

Se me ha ido, sí, se me ha ido. Parece que estaba esperando a que termináramos el taller. A que de verdad estuviera convencido de que me acompañaba toda vuestra energía, toda vuestra fuerza. Muchas gracias por todo lo que me habéis dado, lo voy a necesitar.

En realidad fue ella la que me llevó ahí, fue por ella por la que descubrí el Teléfono, fue por ella por la que os conocí.

Se quedó como dormida, se fue apagando sin dar un ruido, parecía que en cada suspiro se quería ir, como que disfrutaba, hasta que llegó el último. Se fue como ella quería, en silencio, en su casa. Y que carina se le quedó, parecía alegre, había desaparecido esa tensión que la caracterizaba.

Ayer os dije que había visto nacer a mis dos hijas, hoy os puedo decir también que he visto morir a mi madre, no sé que ha sido más importante para mí. ¿Qué más se puede pedir a la vida? Lo estuve deseando durante mucho tiempo, lo pedía con insistencia, y al fin se me concedió.

Es muy tarde lo sé, pero no puedo dormir, mañana será un día duro, pero me da igual.

María Jesús, Ana, Fredes, Fernando… (perdonar si se me olvida la de alguno), seguro que ya está con las vuestras, no sé dónde, ni me importa, pero seguro que sabrán cuidar de ella.

Ahora ha llegado el momento difícil, Valentín, el momento de trabajar, para como dijiste un día, colocar de nuevo las piezas, recolocar nuestras vidas. Ahora falta una pieza, que en mi familia era muy importante, no sé si será fácil rellenar su hueco, pero hay que intentarlo. Ha llegado el momento de poner en marcha todo lo que me habéis aportado estos meses, los tres últimos meses de mi madre. Si ayer os dije que os recordaría siempre, hoy sí que estoy seguro de ello.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche… pero no quiero.

Javier Robles

PD. Estaremos en el Tanatorio Los Jardines, en San Andrés

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me quito el sombrero ante personas de tanta calidad humana como Javier. HA SIDO UN HONOR CONOCERTE, CONOCEROS. Con gente así el Teléfono da un salto de calidad. GRACIAS.

    ResponderEliminar
  2. Me brotan las lágrimas como a un chiquillo al leer a Javier, lagrimas liberadoras. A otros muchos se nos han ido ya las madres y al resto se les irán también. A la mía la conocías muy bien, Javi, y su cara al morir quedó impregnada de una paz infinita, como dices de Araceli. De momento están muy presentes las imágenes y los recuerdos de la ida, del tanatorio, del funeral, del ritual religioso que en vez de traer alegría lo tiñe todo de tristeza, por desgracia. No sé si lo sabes, pero un grupo de personas que asistimos al funeral de tu madre brindamos al final por Araceli con vino, cerveza y hasta con cola cola. Porque a estas alturas ya sabrás que las madres no mueren nunca. Todo lo contrario, las madres siempre viven con nosotros, nos acompañan, nos vigilan, nos protegen, nos tutelan. Estate tranquilo Javier, has dejado de cuidar a tu madre con todo el amor del mundo para ser ella ahora la que vele por tí y por los tuyos... para siempre. Un fuerte abrazo, Javi.
    Juanito.

    ResponderEliminar
  3. Qué bonitas palabras, cuándo cariño en ellas, personas así son personas enteras, el dolor de la muerte es inevitable y se irá curando, pero la felicidad y la alegría de haber estado hasta el último instante permanecerá siempre. No te conozco Javier, pero me siendo tna cerca de ti, que desde este blog que nos une, quiere estrecharte en un abrazo de cariño .Norecic.

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado como has expresado tu vivencia en una situación tan triste y dolorosa como es la muerte de una madre.
    Entiendo perfectamente por lo que estás pasando, hace poco hizo un año que murió la mía, por tal motivo al leer tu testimonio no he podido por menos de llorar, se me reactivo todas las vivencias, por las que pase en mi situación al igual que tú, al describirnos: "que murió en su casa, como ella quería etc. etc."
    Te deseo que sigas con esa paz, serenidad, integridad, fortaleza... reconociendo lo importante que es una madre en una familia, el cambio que se experimenta, pero con la esperanza de que llenaras ese hueco, y te quedaras con los buenos recuerdos vividos con ella.
    JAVIER, aunque no te conozco, quiero terminar mi comentario enviándote un abrazo fraternal, de corazón, de esos que nos han enseñado a darnos en este maravilloso Teléfono de la Esperanza, y en el cual Pepi también está recibiendo grandes enseñanzas.

    ResponderEliminar
  5. Una MADRE, ese ser que nos da LA VIDA, la llevamos y la llevaremos siempre en nuestro corazón.
    Elena.

    ResponderEliminar
  6. La vocación de madre es de heroína, de nobleza, de grandeza, de exquisitez. Las madres ... lo dan todo por nada, se desvelan, se desviven y ni siquiera deben de aspirar a que su hijo proyecte la vida propia de la madre, sus rasgos, pues el hijo no le pertenece, es suyo en tanto en cuanto es su vida, siente un amor profundo y se siente responsabilizada del crecimiento integral del niño, en tanto que es responsable del futuro de ser de ese hijo, pero… nada más, y lo que sí debe desear ardientemente es que el hijo tenga entrañas de hijo y le dispense acogida, pero una vez que el niño se hace mayor la madre, que pocos derechos tiene, corre el riesgo de una posible frustración, de que el hijo no responda, aunque siempre hay que tener esperanzas -y una madre siempre espera- y es de esperar que le devuelvan bien por bien, porque todos necesitamos que nos fortalezcan, que nos ayuden para poder arribar con un barco tranquilo a un lugar de reposo.

    Un abrazo para su familia, para sus hijos y especialmente para quienes sin serlo han plasmado la delicadeza de la maternidad con la sabiduría propia de quien también es madre: Elena.

    ResponderEliminar