El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 26 de marzo de 2014

CONVERSACIONES CON MI MENTE

PODEROSO CABALLERO…

“Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero”

                        Era una época triste y difícil cuando don Francisco de Quevedo escribió estos memorables versos que han quedado para la posteridad como ejemplo de la codicia y maldad que va “asociada” a esa cosa vil y terrible de los doblones, pesetas, euros y demás familia monetaria. Han pasado muchos años y este poema continúa grabado a fuego en las mentes patrias de manera que dinero sigue siendo sinónimo de infamia.
                        Hace tiempo una persona muy sabia me decía, refiriéndose al yoga, que es una herramienta como tantas. Lo comparaba con un martillo, una herramienta tan maravillosa que te permite construir casas, muebles y realizar cientos de obras. Pero si ese mismo martillo cae en malas manos, o mejor dicho, en mentes enfermas, se convierte en un arma destructiva. Parafraseando las palabras de este hombre sabio, creo que el dinero también es una herramienta. En buenas manos genera riqueza, bienestar, alegría y belleza; en las malas, dolor, destrucción, avaricia y suciedad. El dinero no es nada, no produce efectos secundarios, no transforma voluntades por sí solo. Es la mente limpia quien lo usa para la grandeza, aunque esa mente nade en billetes, al igual que es la mente sucia la que lo usa para la destrucción propia y ajena.
                        Muchos millonarios han tenido una mente limpia con la que han llevado la contraria al insigne Quevedo. Han ayudado a mucha gente y han luchado contra injusticias. La suspicacia popular no deja de echarles en cara que tenían dinero o riqueza, como si eso fuera un estigma insuperable o cada euro de su cuenta fuera la marca de una maldad insondable que ninguno de sus actos pudiera borrar. Se critica a menudo que se mire a la cartera de las personas para darles un mejor lugar en cualquier sitio pero el colmo de los colmos es fijarse en su cartera cuando intentan ayudar a otro ser humano, cuando realmente miran a su alrededor y ven personas que sufren y que necesitan alguien que sepa y pueda apoyarles.
                        Decía Antony de Mello que la diferencia entre la noche y el día era que este llegaba cuando al mirar a una persona se veía en ella a tu hermana o a tu hermano. Y esa mirada la puede tener cualquiera, independientemente de las herramientas económicas que tenga. Por supuesto que hay mentes enfermas llenas de codicia, tacañería, afán de poder e incapaces de mirar a los demás como iguales, pero eso no quiere decir que debamos juzgar el rábano por las hojas y señalar cada poseedor de una suculenta cuenta en el banco como sospechoso de engaño e infamia.

Mª José Calvo Brasa

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Solo esta frase me basta para engrandecer esta reflexión: "la diferencia entre la noche y el día era que éste llegaba cuando al mirar a una persona se veía en ella a tu hermana o a tu hermano"

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  2. El dinero y los bienes son instrumentos al servicio de las personas. Son estas quienes determinan con sus comportamientos si ese instrumento es causa de bondad o de maldad, de felicidad o de infierno. Esto pone de manifiesto que es el hombre quien comete con sus actos el bien o el mal. No le echemos la culpa al dinero. Si alguien valora a alguien por el dinero, ¡¡qué pena!! El dinero es ese solo, necesario sí, pero no es lo que da valor a la gente. Norecic

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