El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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sábado, 1 de marzo de 2014

EL RINCÓN DEL OPTIMISTA

Una simple guitarra vale para alegrar un reencuentro



Música

La musicoterapia es una práctica muy efectiva para buscar esa paz interior que tantas veces nos falta. Poner música a la vida es tan recomendable como poner humor o una sonrisa que tanto repito desde este espacio público. En casa, en el coche, en el trabajo e incluso de paseo viene bien la música, aunque si vas por el campo es mejor la música de los pájaros, del agua o del viento. Y si vas acompañado, de la palabra. No rechazo ningún instrumento: piano, violín, batería, violoncello, dulzaina…, y otros tantos. Y ninguna partitura que haya sido creada con buenas intenciones, con el corazón. Hay quien no se cree que me gusten todos los estilos musicales, desde el clásico al rock, pasando por las baladas, la música popular, folclórica, el heave, el tecno, el pop… ¿Por qué me gustan Los Pecos o Perales y al mismo tiempo Nirvana o ZZ Top? ¿Por qué adoro las canciones de los Beatles y me apasiona el doudouk del armenio Levon Minassian? ¿Por qué me embeleso con las notas compuestas por Strauss o Mozart de igual modo que cuando interpreta Manolo García o Joaquín Sabina? Suelo recomendar a Hierba del Campo, La Braña o Tarna. Cómo reconfortan el alma. No hay explicación a esta especie de contradicción, a no ser que carezca de personalidad musical. Me gustan todas… las canciones, no hago ascos ni a los truenos que salen de las nubes cabreadas (no temo al trueno, sino al relámpago; tampoco al ladrido, pero sí a la mordedura). Canto mal, bastante mal, lo reconozco, pero no dejo de cantar, hasta en la ducha, a pesar de que me ordenen callar en casa en favor del buen gusto. No toco bien ningún instrumento musical, he sido bastante vago para aprender, lo reconozco. Pero para no molestar tengo una buena alternativa, la de tararear y silbar. Un señor de mi pueblo, viudo y bastante mayor, vive solo y cuando camina en solitario siempre va tarareando o silbando y no creo que sea porque esté muy contento y animado precisamente. Es su terapia de acompañamiento. Y seguro que le funciona.

Me interesan las letras de las canciones, pero la mayoría de las veces me dejo llevar simplemente por las notas. De hecho me encantan muchos temas en inglés o francés, idiomas que no controlo en absoluto. También he sido vago en aprender idiomas, sé que yo me lo pierdo. Pero volviendo a la música, no conozco a nadie que la aborrezca (al menos algún estilo) y si dicen que amansa a las fieras es porque ya habrá estudios que demuestren los beneficios que tiene sobre las otras especies animales. Creo que a las vacas las ponen música para que den más leche y a las gallinas para que pongan más huevos.

Aquí va consejo y regalo: si andas bajo, decaído, distraído, si parece que te falta el aire, la ilusión, la esperanza, no esperes al 1 de enero para escuchar el Concierto de Año Nuevo, ponte algo de música (con Internet lo tienes fácil) y recuerda que esas notas, esos acordes, alguien los escribió para ayudarte a tirar para adelante, para hacerte la existencia más llevadera, más liviana. No es para ‘evadirte’, es para ‘invadirte’ de optimismo. Y funciona, vaya que si funciona. El regalo es este, un ejemplo de música para alimentar el alma.

Asín sea.

Juan.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. "Acorde" quiere decir "de acuerdo con el corazón".

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  2. Me gusta, he sentido paz en este rato. Norecic

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  3. La música a Pepi siempre le pareció una gran terapia.

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  4. la música es una acaricia para nuestros sentidos.
    Elena.

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