El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Con el miedo
por compañero

Conversaciones con mi mente
M.ª José Calvo Brasa

Entre la umbría de un bosque de robles hermanos yo viajé ayer con mi miedo. ¡Teníamos tantas cosas que contarnos!... Yo le reprochaba su acoso constante, sus dudas, sus agobios y él desgranaba sus lamentos. Bajo el manto protector de las hojas de roble yo escuchaba sus reproches.
Me decía el miedo, con voz monótona y cansina, que yo fui débil en el pasado, repasaba cada uno de mis fallos y anotaba cada uno de mis errores. Era para mi duro escuchar tantas verdades, mientras las piedras se clavaban en mis pies a cada paso del camino. Como agujas en mi carne, parecían reforzar las letanías de mi amargo compañero.
–¡Y será igual de nuevo!– Sentenciaba a cada momento el miedo.

A través de un camino vigilado por robles que se torcían en todos los sentidos, como si aquel monotema llegara a dolerles, yo caminé ayer con mi miedo. Y debo decir que logró doblegarme. Logró que temiera por mi, que dudara de nuevo, que me tentara el discutible placer de salir corriendo… Pero un manto de robles me protegía, tendiéndome sus hojas como un abrazo reconfortante ante tan negros presagios. No dije nada al miedo ayer. Dejé que continuara su eterna letanía. No quise defenderme, porque entendí que él solo desea protegerme y aunque sus maneras duelen, sus intenciones son nobles.
El miedo cree que todo es siempre lo mismo, que el pasado es hoy, que nada cambia y que sigo siendo la misma. Mientras, las hojas de roble, árbol sabio y mágico, susurran que los errores pasados ya no están aquí, que la persona que fui no es la que está existiendo en este momento y que el camino que he comenzado ahora no tiene por que ser el que transité con los pies desnudos y tropezando.
Ayer me fui con mi miedo al bosque y al final no logró convencerme.

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. El tener miedo nos hace débiles. Nos paraliza. No nos deja vivir el presente. Nos hacemos mucho daño.
    Gran avance cuando reconocemos que tenemos miedo ante o determinadas situaciones y hemos decidido enfrentarnos a él para superarlo.
    El camino para vencerlo es muy doloroso e inclusive has tenido que cambiar de dirección porque inclusive nos equivocamos en la forma de superarlo. Para Pepi cada vez que supera sus miedos aumenta su libertad en el desarrollo de su vida.

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  2. Me gusta este diálogo con el miedo, esa ave de rapiña que todos llevamos dentro y de la que es difícil aprender. Yo también me he levantado con el miedo entre los ojos. El sabor del miedo es amargo y es cruel, pero está aquí para enseñarnos algo. Quiero escuchar su voz y poder decirle adiós a este huésped incómodo.

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  3. No es la lucha contra el miedo lo que late más intensamente en la narrativa de María José, es cómo no, y una vez más, la belleza de la estética descriptiva, la grandeza del abrazo a la naturaleza y al lenguaje , depurado y sutil, que te engancha desde el principio... Marta Pereira.

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