El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 15 de julio de 2014

Cero negativo

El rincón del optimista
Juan
Dona sangre, salva vidas, regala amor.
Siempre creí que el cero no valía nada, que el cero era cero siempre, pero cuando empecé a escuchar lo de cero positivo y cero negativo empecé a ver el verdadero valor real del cero, el nombre de la sangre que circula por nuestro cuerpo y que, algunos, no muchos según mi entender, decidimos regalar cada cierto tiempo.

Me hice donante de sangre hace ya 25 primaveras y he realizado una media de dos donaciones anuales pues pronto llegaré a las 50 bolsas regaladas a quien las ha necesitado, personas anónimas que han sufrido algún accidente o se han sometido a operaciones quirúrgicas. Tengo la suerte de que mi tipo de sangre es 0- o universal, es decir, que mi sangre vale para todo el mundo, aunque para mí sólo me vale sangre de ese mismo tipo. Es por eso que la Hermandad de Donantes me manda cada poco tiempo mensajes al teléfono móvil pidiendo que pase a donar, si es que puedo y me encuentro bien de salud. En esto de las compatibilidades lo que es seguro es que tu sangre siempre hay otro en algún lugar que la precisa. Quería contar en pocas palabras lo que significa para mí donar sangre, sin entrar en las donaciones de órganos de quienes fallecen, e incluso quien dona riñones o médula en vida, que me merecería una reflexión más profunda.
Cuando haces un regalo a tu pareja, a un familiar o a un amigo recibes tú otro regalo al mismo tiempo en forma de sonrisa, beso o agradecimiento explícito, pero cuando regalas tu sangre sólo te lo agradece el equipo médico que te hace la extracción, pues el receptor es siempre anónimo. Donar sangre no sólo es satisfactorio por el hecho de saber que con este gesto altruista ayudas a alguien que realmente necesita tu sangre, sino porque médicamente está demostrado que beneficia a tu salud al obligar a tu cuerpo a reponer esa sangre que te sacan (no llega a medio litro de los 5-6  que llevamos encima), reposición que se produce en tan sólo 24 horas y que no te impide hacer prácticamente una vida normal. Ayudas y te autoayudas. Donar está considerado un auténtico acto de AMOR.
Por eso me cuesta un trabajo enorme entender a aquellas personas de más de 18 años y de más de 50 kilos de peso que no donan sangre por alguno de estos motivos:
  • Miedo a las agujas o al pinchazo (seguro que también pueden pincharse al cortar una rosa de un rosal y aún así lo intentan; y el esfuerzo lo hacen cuando están obligados a hacerse análisis de sangre).
  • Miedo a desmayarse o a marearse (en el centro de donación hay médicos y enfermeras que están atentos y muy preparados para no dejar que nadie muera por ello).
  • Miedo a contagiarse de hepatitis, sida u otras enfermedades (si en el centro de donación solamente tuvieran una aguja el riesgo sería ciertamente enorme).
  • Ser testigo de Jehová (mejor este aspecto no lo comento para evitar que me denuncien por hacer apología de la estupidez).
  • Porque ser mujer y las mujeres ya pierden bastante sangre con la menstruación (para compensar esta pérdida no se deja donar a las mujeres antes de 4 meses, cuando a los hombres son 3 meses).
  • …………
Yo no he necesitado nunca una donación sanguínea, pero repito que no es esa motivación egoísta la que mueve a ser donante. Y lo más peligroso es que en los últimos años el número de donantes/donaciones ha disminuido. Por eso, si alguien que esto lea tuvo en mente hacerse donante y le faltó determinación para decidirse, ahora le hago el siguiente llamamiento: deja tu egoísmo en casa, pierde el miedo a la aguja, confía en el enfermero y convéncete de que esa sangre que regalas, que no necesitas para nada y que habrás repuesto mañana mismo, salva vidas, regala amor y alivia el sufrimiento de las personas necesitadas, personas entre las que el día menos pensado puedes ser tú.
Asín sea.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me gusta la donación de sangre, es un gesto bonito que me hace bien. Norecic

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  2. He vivido la donación de sangre con mucha alegría: me hacía también bien a mi. Un día me dijeron queno podía volver a donar sangre por una determinada enfermedad y sentí pena.. Un ¡ole! por los donantes.

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  3. Pepi valora mucho a las personas que son donantes de sangre. Le parece una gran ayuda a la sociedad.

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  4. Yo también soy cero negatvo y también me gusta donar sangre, gracias por recordarnos este sencillo gesto altruista.

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