El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 23 de julio de 2014

Una plegaria silenciosa por ti

V T M
Había oído hablar de ti y unas cuántas veces, pero no te conocía. Te saludé a la entrada del funeral: ¿tú eres…?. Sí, ¿y tú…?. Yo apreciaba y quería a tu hermano.
Mira, este es mi padre.. Ya,ya, te contesté. ¿Cómo estáis? ¡Cómo vamos a estar!,  parecían decirme tus ojos sin decirme una sola palabra!
Así entramos a la iglesia del pueblo. Tú en el primer banco, acompañando el dolor de tu padre, para que no se doblara más. ¿O eras tú la que estaba más encorvada? Es verdad, el sufrimiento nos encoge.
Estuve más pendiente de ti que de las palabras recitadas de carrerilla por el Sr. Cura, esas palabras que de tanta ser escuchadas se han quedado sin brillo y sin jugo. El culto – en demasiadas ocasiones- me parece un cítrico sin nada que estrujar. Como que hubiera que buscar por otro lado la verdad de todas cosas, la verdad sencilla y desnuda de un lejano pescador de Galilea que nos siguiera mirando a los ojos del corazón.
No te vi moverte en tu asiento, como si fueras una estatua de hierro o de roca.  Sentí que la vida te había golpeado con tanta fuerza que solo una roca sería capaz de soportarlo. Hay cosas que no se pueden digerir de golpe. Años necesitarán para romper esos huesos duros, amargos, afilados, que se nos clavan en la garganta y por más que lo intentas no pasan, no pasan… Así te sentí: con un hueso entre las manos que no te cabía en  el alma.
Fuimos juntos un puñado de amigos al cementerio, Javi, Elena, Yoli, Mónica, Pili, Ángel y algunos más. Desde que se murió tu hermano tú tenías la llave, para ir cuando quisieras, a llorar, a gritar, maldecir,  insultar, blasfemar y rezar, si es que eras capaz, una tímida oración. Allí le recordamos, con su canción favorita – A mi manera, de Fran Sinatra – y su último poema enviado en sus frecuentes correos – “gracias”- y te hicimos entre todos una especie de bendición, deseándole, a ti también, a todos, luz y amor, que siempre serán necesarias, porque todos andamos hago escasos de esas cosas que no mueren.
Allí te vi llorar, bueno allí lloramos casi todos, y me pareció que era bueno que así sucediese y que corriera el dolor para que no se nos emponzoñara por dentro, para sabernos humanos del todo, que es la mejor forma de poder trascender un día nuestra propia fragilidad.
“No me llevaba bien con él”, nos dijiste a la salida, pero era mi hermano, mi único hermano, por el que en distintos momentos de mi vida lo di todo, todo, a costa de mi misma, de mi tiempo, de mi equilibrio, de mis relaciones interpersonales, “ya ves, para nada, para nada…”. Y rompiste otra vez a llorar. “Para nada no, para lo mejor que podías hacer, lo que estaba de tu parte…”. “Pero, ¿mira cómo ha terminado todo?”, susurraste. “Prefiero pensar que ahora él está bien y desde ese lugar de paz y de sosiego, él te dice y nos dice a los que le queríamos: ¡¡Gracias, gracias!! Este pibe nunca os olvidará..” Que la vida es un misterio.
Me pareció que las palabras, siempre torpes en momentos de angustia, eran un pequeño apósito para tu dolor.
Me fui, nos fuimos, sabiéndoos para mucho tiempo en nuestro corazón. No podremos quitarte tu malestar y tu tristeza, pero nadie nos robará su recuerdo ni podrá impedirnos una plegaria silenciosa por ti y por tu padre, convirtiéndole a él en un ángel más a favor nuestro.

Tenemos 7 comentarios , introduce el tuyo:

  1. La vida tiene mucho de misterio, hay muertes que son todo misterio, el dolor de los más cercanos nos deja sin defensa, un nuevo misterio. Norecic

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  2. Un recuerdo por Fernando, por su hermana, su padre... POR TODOS.
    Gracias

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  3. La vida no siempre nos ofrece cosas agradables, pero hay que procurar superarlas o aprender a convivir con ellas. De ese dia recuerdo los gestos, las caras, las lagrimas, los abrazos, apenas eran necesarias las palabras. Formabamos un todo en el recuerdo hacia quien se fue y en el compartir con quienes nos quedabamos.

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  4. No conocía a Fernando pero Pepi se ha emocionado. Le ha encantado ese acompañamiento, arropamiento, cariño, y los distintos recuerdos que seguís teniendo hacía él y su familia. Os felicito.

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  5. El misterio de la muerte, solo me queda comtemplarla sin poder comprender el por què, sobretodo la de Fernando. Me queda el aliento de que vivirás en nosotros ya para siempre.

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  6. Fue una mañana intensa y triste. Terrible el dolor que queda cuando no puede hacerse nada...
    Mª José

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  7. Gracias Valentín, por ser capaz de plasmar con letras lo que sentimos todos esa mañana.
    Elena.

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