El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 22 de julio de 2014

Una pérdida

Conversaciones con mi mente
M.ª José Calvo Brasa
Se perdió el momento entre las grietas del tiempo. Hace mucho ya de eso y pensé que todo se había olvidado. Pero entre esas mismas grietas, aunque ahora de mi tiempo, se han colado dosis de recuerdo. Pequeñas gotas de veneno melancólico que han ido cubriendo el corazón con un poso de sufrimiento ignorado.
“¿Qué me pasa? ¿Qué me duele?”, era mi eterna cantinela sin lograr una sola respuesta coherente. No escuchaba o no quería hacerlo. El dolor me cegaba con la cortina del rencor y el lamento.
Y por fin el llanto, como un torrente desbordado, me arrastró hacia el pasado. ¿Lloré entonces? Sí, lo hice, pero con la rabia de una niña herida. Hoy lloro con tristeza por mí misma, por ignorar entonces mi propio dolor, por alejarme sin resolver el pasado, por no saber amarme y por creer a quien sólo pensaba en dañarme.
En aquel momento las lágrimas se llamaban rabia, hoy son amor por quien llora, por mi, por mi propia vida, por mi propio corazón que desea curarse. Pero también son comprensión y perdón por quien golpeó mi espíritu, por quien luce en su espíritu la peor de las taras: no saber amar ni vivir.
Hoy me dejo llevar hacia el pasado, pero no para lamentarlo, sino para curarlo, perdonando y olvidando.

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Cuando acabo de leer tu reflexión, Mª José, deduzco: ¡cómo has encauzado tu rabia! Me gusta. Norecic

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  2. Enhorabuena María José. Así, así... se hace camino al andar

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  3. Perdonar el pasado y amarlo .... eso llega después de un largo caminar y de una conciencia limpia. Muchas felicidades María José


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  4. Magnífica exposición Mª José, además por las enseñanzas que transmites. Pepi


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  5. Magnífica exposición Mª José, además por las enseñanzas que transmites. Pepi.

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  6. El pasado, bendito pasado que aunque pasado está, no deja de volver al presente en ocasiones, sin motivo aparente, pero levantando el dolor que un día dejó.
    A veces sin quererlo las heridas de nuestro pasado siguen supurando, por eso hay que curar el alma y el espíritu. Necesitamos más dosis de esa cura para cicatrizar de nuevo la herida que en su día el pasado nos dejó, y que en el presente, a veces, todavía sigue supurando.
    Bonita e interesante reflexión Mª José.
    Saludos. Ambra

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