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pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 24 de julio de 2014

La vida
como una mochila

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
Recuerdo cuando mis hijos eran pequeños que el camino hacia el “cole” era todo una odisea. Tanto Javier como Cristina portaban sendas mochilas donde además de los libros, cuadernos y bolígrafos llevaban el bocadillo para el recreo, los últimos cromos, un huevo kinder, pañuelos, goma de borrar, reglas, y un largo etcétera que convertía la mochila en una carga pesada.
Era un signo de ser mayor el poder llevar esa pesada carga y “estaba mal visto” que los papás hiciéramos de portadores. La cosa se complicaba cuando Javier o Cristina querían llevar la mochila del otro. Un cierto día, en ese corto pero “largo” camino hacia el “cole”, Cristina encorvada por el peso de su mochila, se para, me mira y dice: “Papá, que bueno sería que la mochila tuviera alas…  “Hoy quiero pensar que también sería bueno que  la “mochila psicológica” que todos llevamos  cumpliera ese deseo: tuviera alas.
Cada ser humano es como mis hijos o esos peregrinos que acuden a la Meca o Santiago de Compostela con su mochila a cuestas: dentro están tanto objetos necesarios como los no tan necesarios, pero también nuestros sufrimientos y alegrías, esperanzas y desesperanzas, odio y amores, fantasías que se han convertido en la guía de nuestras vidas. En ocasiones, también, nos echamos a la espalda las angustias de nuestra pareja, de nuestro hijo o del vecino del quinto, en un intento por ser el salvador del universo. Mas la vida está construida para que cada uno lleve su “mochila” (esta es única e intransferible) lo que no evita que en algún trecho del camino de la vida podamos compartir la pesadez de la misma. Como un buen peregrino el ser humano debe aprender a carga su “mochila psicológica” de aspectos positivos y a descargar todo aquello inútil que lo único que produce es más pesadez.
Proponemos las siguientes acciones para poder descargar nuestra mochila psicológica:
1). Tomar conciencia de las “piedras pesadas” que llenan nuestra mochila. Es necesario, pues, que hagamos un alto en el camino de nuestra vida y observemos que es lo que más nos hace sufrir o que nos facilita la felicidad. De esta manera podemos determinar que es lo que podemos tirar y que podemos conservar para aligerar la carga.
2). No tener miedo al cambio y aceptar la nueva sensación de una mochila ligera. En ocasiones el cambio no se produce por el miedo a la nueva situación: temor al futuro de una nueva relación, un nuevo trabajo, otro hijo, etc.
3). Iniciar nuevos caminos. Una vez que la “mochila psicológica” sea más ligera nos permitirá comenzar nuevas experiencias y explorar nuevas sendas por donde pueda discurrir nuestra vida. En este punto son imprescindibles las fortalezas descritas por Seligman y Peterson y sobre todo las fortalezas emocionales.
4). Si no somos capaces de seguir este proceso siempre queda la alternativa de la ayuda de otro. En este caso sería conveniente la consulta a un profesional de la psicología para que nos iluminara el camino, sabiendo que cada uno de nosotros debe recorrer su camino

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me apunto a esta idea: no tener miedo al cambio. No es fácil. Pero cuando lo haces ¡qué bien sienta! Norecic

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  2. Me ha resultado sorprendente esta idea: cada uno tiene que llevar su propia mochila..

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  3. Es un trabajo para Pepi diario, pero no siempre tiene el tiempo suficiente para reflexionar sobre ello, pero por lo menos si escribe lo vivido en ese día tanto lo positivo, como lo negativo y en lo negativo que es lo que la ha producido: dolor, tristeza, daño, angustia, qué es lo ha hecho disminuir su felicidad, su alegría. Ese no estar conforme consigo misma.........................
    Si llega a dar solución a todo lo expuesto es como si la tocara la lotería. Satisfecha queda cuando soluciona parte.

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