Aniversarios

La Escribana del Reino

M. E. Valbuena

Campanillas de celebración. Foto Jesús Aguado

Hoy ha sido un día intenso, de esos en que los sentimientos están más vivos que nunca, que conectas con alguien, que escuchas y te sientes escuchada, que entregas y recibes vida. Un día de esos para no olvidar y que, queriendo o no, marcan un aniversario.

Curiosamente, mientras escribo estas líneas, me doy cuenta de que tal día como hoy –sólo que quince años atrás– viví algo similar. Otro día con nombre propio.

Si cierro los ojos y me escucho interiormente, puedo decir que siento y experimento lo mismo de entonces. La misma emoción. La misma gratitud. La misma fuerza. A pesar de la distancia temporal y a pesar del cambio de circunstancias personales.

Ello me lleva a la conclusión de que lo que nos conmueve realmente son pocas cosas. Y éstas son fundamentales, atemporales, compartidas y universales.

No sé si sería posible vivir cada día tan intensamente. Puede que no lo resistiéramos. O puede que el miedo al desgaste nos haga alejarnos de tanta fuerza. En cualquier caso, estoy muy agradecida a la vida por momentos como estos, que marcan aniversarios al margen de los oficiales.

Reconstruyendo mi línea vital (ahora que sumo unos cuantos años) me salen varios aniversarios de este tipo, varios puntos de inflexión que han pautado mi existencia. Y no me refiero sólo al día de mi nacimiento a la vida física, sino a mis otros nacimientos a una mayor consciencia, que al fin y al cabo, es de lo que se trata.