El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 26 de julio de 2011

BUENOS DÍAS



Preciosa vista desde Fontanos del Torío


Un día de estos estuve en un pueblo, no muy alejado de la ciudad, unos quince kilómetros. El día era caluroso. Salí a las afueras y contemplaba el hermoso paisaje que desde allí se exhibía. De vuelta me crucé con un pastor, llevaba aproximadamente 15 ovejas que iba a encerrar porque era mediodía y el calor muy intenso. Llegué a su altura y no dije nada, me quedé mirando la acción. Él en un tono un poco arisco me dice: los buenos días no se le niegan a nadie. Inicialmente me dejó desconcertado. Reaccioné de inmediato, quise charlar con él, pero su tono hosco –posiblemente por no haberle saludado- lo impidió. El siguió guardando su rebaño. Yo me fui.

He pensado en esta anécdota y me ha hecho reflexionar sobre mi comportamiento. Cuando me aproximé a esa persona, para mi desconocida, no le saludé. No fue algo consciente. Fue el comportamiento natural de la ciudad donde solamente se saluda a los conocidos. ¿Estoy perdiendo la educación y la amabilidad? Desde luego soy consciente que en los pueblos el saludo se tiene con todos, conocidos y desconocidos. Esa persona me dio una lección.

La segunda reflexión me lleva al comportamiento de él. Me recriminó en tono hosco mi comportamiento. Quizás con ello perdió la razón que le asistía. Esto me lleva a otro conclusión: cuando te dirijas a alguien, se amable. Si no lo haces perderás la razón. O dicho de otra manera no será posible la comunicación. Compredí muy bien que el cómo más que el qué es lo que determina la comunicación.

Tenemos 1 comentario , introduce el tuyo:

  1. Que satisfación le produce a Pepi (tiene un retraso de 3 días) volver a leer lo que nos transmite este maravilloso blog.
    Bonita reflexión. La educación hay que demostrarla siempre, al igual que hay que ponerse en el lugar de la otra persona. ¡Pobre pastor!; seguro que llevaba desde la madrugada cuidando su rebaño y estaba ansioso por comunicarse con alguien, la soledad ya le resultaba muy dura y cuándo pensaba que ya iba a encontrar con quién dialogar, se le echó todo por tierra, que ni tan siquiera le saludaron.

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