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pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 3 de junio de 2013

EL RINCÓN DEL PSIQUIATRA


¿Podemos cambiar?


Jorge Bucay, en su bello libro “Déjame que te cuente...” relata una historia que puede ilustrar por qué nos resistimos al cambio. Dice así: Cuando de pequeño contemplaba a los elefantes que acudían formando parte de un circo a su pueblo, nunca entendió por qué el elefante seguía atado a una estaca pequeña y no se escapaba. Es un animal- pensaba – que pude arrancar de cuajo un gran árbol y sin embargo se queda quieto atado con una gruesa cadena a una pequeña estaca. Las explicaciones que le dieron fueron muy diferentes: será porque se encuentra cómodo o porque está amaestrado ( entonces, ¿ por qué atarlo pensaba el niño?). Hasta que un día un viejo empleado del circo le dijo: “ Mira el elefante no intenta huir, ni protesta por estár atado, porque desde pequeño ha estado así; cuando era bebé posiblemente intentó en varias ocasiones escaparse y solamente consiguió hacerse una herida con la cadena y enfadar a su dueño; ahora que es adulto ya ni se plantea la posibilidad de ser libre”.

Pienso que posiblemente al ser humano le ocurra algo parecido: nuestra forma de ser (amable, envidiosa, agresiva, etc.) es como una segunda estructura que conforma a la persona e incluso a veces se ha pensado cambiar esos rasgos más negativos de la personalidad, pero como se fracasó en un principio (como le ocurría al elefante) no se intenta de nuevo.

Lo que nos impide cambiar

Solamente los “dioses” son inmutables, pues tienen a la plenitud. Por el contrario, el ser humano es esencialmente cambio y en él es donde encuentra el camino del progreso y de la perfección; sobre todo el cambio más estructural nos lleva a “crecer psicológicamente” y a posibilitar el desarrollo completo de todas las facultades. Es cierto que todo cambio supone posibilidad de éxito, pero también está impregnado de la sombra de fracaso; la decisión pues se columpia entre ser o no ser, pero siempre es una ventana abierta a la esperanza, a las posibilidades de pasar de un “menos” a un “ más”.

No obstante, ante la encrucijada del cambio personal el ser humano puede quedarse atrapado y estático, sumido en la indecisión, por muy diversas razones. He aquí las más frecuentes: miedo a lo nuevo, por autosuficiencia, por la seguridad de lo conocido, por poner la solución en un “ser superior” o por un gran sentimiento de minusvalía.

Considero que toda persona, tiene capacidad para ir modificando su actitud ante la vida e ir modificando los aspectos de su personalidad que más le provocan rechazo o malestar. Nos sorprenderíamos, a veces, constatar que un pequeño cambio, como el efecto mariposa, provoca una transformación en uno mismo y en los que nos rodean. Querido lector, te invito a que hagas la prueba y lo compruebes por ti mismo.


Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. ¿Cuáles con las cadenas que a mi me atan a mi propia estaca?. Los miedos, los qué dirán, el temor de no estar a la altura no sé qué, la falta de confianza en la vida, los desánimos.. y quedará algo más.

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  2. Comparto la grandeza del ser humano que se sabe grande porque es libre y como tal susceptible de cambiar. ¡Que cuesta!, ¡Cómo no! Pero nadie nos ha dicho que vivir sea fácil. Norecic

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  3. ¡Claro que podemos y debemos cambiar!.
    Ante situaciones que no nos resulten beneficiosas en el desarrollo de nuestra vida, bien por tener problemas con nosotros mismos, o hacía los demás, debemos enfrentarnos para ir por un nuevo camino, aunque sintamos: miedo, inseguridad, angustia, desequilibrio etc. etc. porque al final el resultado es positivo.
    Pepi lo dice por propia experiencia.

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